30 de octubre de 2009

Portafolio santiagueño

Santiago del Estero, geográficamente, puede que esté en la mitad; pero la sensación que da es que está alejado de todo. Fue la primera ciudad fundada en Argentina. Parece detenida en el tiempo. Uno de esos lugares donde uno va a ver las hojas pasar, caluroso y con un sol que pega directo a los ojos y te los cierra como puños, con las personas comiendo afuera, y desde las dos de la tarde hasta las seis, el pueblo muere, nada se escucha, todo están haciendo la siesta. Medio Macondo antes del tornado que se llevará toda la historia vivida y otro medio como el pueblito escondido en Big Fish, porque de Santiago la mayoría de jóvenes no migran en busca de aventuras, sino que se sientan y se dedican a echar raíces.

La ruta Panamericana pasa por Santiago del Estero pero pocos se detienen ahí (al igual que Macondo la mayoría que van de paso son gitanos). Sus propios habitantes te advierten que en la ciudad no hay mucho para ver. No hay grandes monumentos, ni catedrales, ni volcanes, ni playas (tal vez las Termas de Río Hondo para los de la tercera edad y para comprar algunos alfajores), las guías turísticas no te recomiendan nada de la provincia, y así Manu Chao cante en Guayaquil City “¿que pasa en la calle?/ Nada, no pasa nada”, en Gkill pasan muchas cosas en comparación con Santiago; pero varias personas de otros lugares me decían que lo que voy a encontrar es gente con mucho corazón. Es la cuna del folclore y donde se hacen los mejores instrumentos, la mayoría de personas se conocen entre ellos y forman buena vecindad, pasas la vida sin apuros y las familias son grandes, de decenas de miembros que se ven constantemente, y puedes tener cuarenta años y salir con una de veinte y dos y es de lo más normal. Mi viejo nació ahí y después de yo haber visitado Santiago entiendo porque se fue.

Dejo este portafolio más por una cuestión sanguínea y de raíces. Del lugar de donde viene la otra mitad de mi historia.












27 de octubre de 2009

Un gentleman

Karl Marx le decía a su amigo Engel que para escribir la obra que tantos años de su vida le quitó: El Capital, no se inspiraba en la obra de Hegel sino en la de creadores como Dickens, porque ahí, en la literatura, se encontraban los más claros ejemplos de la forma en que vivían los desposeídos durante la revolución industrial (algunos críticos no califican a El capital como un tratado de economía, sino como una bizarra y victoriana novela del estilo del Drácula de Bram Stocker o el Frankenstein de Mary Shelley). Y algo de razón tenía el viejo barbón, porque Charles Dickens, antes de convertirse en uno de los más grandes escritores de su época (creador de Oliver Twist e Historia de dos ciudades), fue un niño pobre que vivió en prisión con el resto de su familia, y que tuvo que trabajar desde los doce años en una fábrica de botellas pegando etiquetas. Pero además de ser el vocero que mostraba a los ricos la vida de los marginales en el Londres victoriano, Dickens fue lo único bueno que leí recomendado por mis profesores en el colegio (junto a Julio Verne), en una época donde te obligaban a leer A la costa o Huasipungo más por un cuestión de patria-o-muerte que por disfrutar una obra que te enseñe a querer y no olvidar la literatura y sus personajes. El escritor inglés fue lo más cercano en mi adolescencia a las palabras del Holden Caulfield de J.D. Salinger cuando decía: "Los libros que de verdad me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras".


El libro en cuestión de la clase de inglés fue Great Expectations, que no trata precisamente sobre un rebelde sin causa, a lo James Dean, como lo era Holden Caulfield, sino de un chico pobre, inseguro, con una vida ya predestinada, llena de necesidades, que sueña vagamente con un día convertirse en un caballero, un gentleman (antes se estudiaba para ser esto, un tipo que sabe todas las reglas de urbanidad, que le permiten el ingreso a clubes, asiste a bailes y es invitado a reuniones familiares). Pero antes de que eso se convierta en realidad, el pequeño Pip, que cae muy simpático, enfrentará un largo camino: deberá ayudar a un convicto que lo amedrenta al principio del texto, cuando el personaje principal visitaba la tumba de sus padres, y que lo hace muerto de miedo (un hecho que cambiara su vida), traicionando a su hermana que lo ve más como una carga que como a un familiar (por suerte tiene de mejor amigo a su cuñado, el herrero del pueblo); visitar constantemente la casa de una extravagante mujer (que parece la madre inspiradora de esas entreñables, locas y excéntricas mujeres de otras novelas como la Madame Trepard del capítulo 23 de Rayuela – aquella cantante a quien nadie iba a escuchar en París – o la tutora de Sofía en El pasado – vieja sabia, elevada casi a Dios por un grupo de mujeres y discapacitados que habían encontrado en ella finalmente la paz, y que muere confesándole a Rímini como entre colillas de cigarrillos, después de las fiestas que daba, se pajeaba pensando en lo hermoso de la pareja que formaba junto a Sofía); y Estella, la obra maestra de Miss Havisham, que después de ser plantada en el altar y pasar el resto de sus días encerrada en su mansión, tiene como única misión formar a aquella niña con un corazón tan frío que podría conquistar a cualquier hombre. Y por supuesto Pip la ama y nunca se olvidara de ella, y vivirá en Londres, se convertirá en un gentleman y se avergonzara de su familia del pasado, pero nunca la olvidara a ella. El resto es literatura.

Recuerdo que años atrás vi la versión adaptada al cine. La recuerdo muy bien por la escena en la fuente entre Gwyneth Paltrow (Estella) e Ethan Hawke (Pip). La película también me pareció muy buena (Pip es aprendiz de pescador y no de herrero; y el convicto es Robert De Niro); además de que ahí me di cuenta de que la versión que leía en el colegio era una bastante resumida. Ayer agarre esa misma versión editada para aprendices de inglés y la volví a repasar. Ganas no me faltan de devorarla tal cual como la creo su autor. Que al final es una autobiografía. La de un gentleman.


The man stared at me for a moment. Then with a sudden movement, he picked me up and turned me upside down. A piece of bread fell out of my pocket. The man pushed me onto a gravestone. Then he grabbed the bread and began eating greedly.

‘Mrs. Joe leapt up and grabbed me by the ear.
People are put in the Hulks because they murder and rob and do all kind of bad things’, she said. ‘And they all begin by asking questions!’

I had learnt to read and write a little and Joe was very proud of me. I was trying to teach him the alphabet. But only letters he could recognize were J,O, and E.
‘I think it´s too late for me to learn, Pip old chap,’ Joe said sadly. ‘I never went to the school. My mother wanted me to go to school but my father would not let me. He was a hard man, Pip. My father was a blacksmith. He kept me away from school and made me work for him. He was cruel to my mother and often beat her.
‘That´s why I let your sister do what she wants’…

‘Are you afraid to look at me?’ the lady asks me slowly. ‘Are you afraid to look at a woman who hasn´t seen the sun shine since before you were born?’
‘Look here,’ Miss Havisham whispered touching her heart. ‘My heart is broken, broken. And I am so tired… But I thought I would like to see a child play… So play, boy, play.

‘Look, Pip,’ she said. ‘Can you see my wedding-cake? Eaten by mice and spiders. Ruined!
Miss Havisham held my shoulders hard with her thin hand.
‘Help me walk, Pip,’ she said.
We walked slowly round and round the long table, the strange old lady leaning on my shoulder.
‘Today is my birthday, Pip,’ Miss Havisham said. ‘Many years ago, it should have been my wedding-day. The dress I am wearing now was new then I was young. Everything is old and ruined now. Time has ruined me too and broken my heart.

‘When did she adopt Estella?’, I asked.
‘I don’t know’, Herbert replied. ‘As long as I have known Mis Havisham, Estella has been at Satis house.
‘Miss Havisham wants to take revenge on all men,’ he went on. ‘Miss Havisham has brought up Estella to break me´s hearts, because her own heart was broken’.



‘Everyone who sees Estella must admire her,’ I replied.
‘Then love her, love her, Pip!’ Miss Havisham cried. ‘It does not matter how she behaves towards you. If she is good to you, love her. If she tears your heart to pieces, love her, love her.’
‘Never forget, Pip,’ Miss Havisham went on, ‘you must give everything for real love. You must give your whole heart, as I did, as I did!’

25 de octubre de 2009

Quieren tu dinero

Tengo cuatro años y me estoy quedando dormido en una casa donde se han puesto butacas formando filas, y desde lo alto un hombre con biblia en mano nos predica. Esa imagen es perdurable porque desde los cuatro años hasta los veinte y tres todos los días domingos asistía (obligado) a la iglesia evangélica. El frente más conservador (con el Opus Dei) en la guerra contra el enemigo que es el mundo. Donde todos se llaman hermanos. Sólo los veía los domingos, pero en situaciones que seguramente sus compañeros de oficina no habían presenciado: era normal ver “hermanos” desmayados, hablando en lenguas y convulsionando. A la biblia te la presentaban como un manual de administración espiritual y familiar, porque, a diferencia del catolicismo, además del perdón, se necesita llevar una vida en paz para alejarse de las llamas y el azufre eterno.

Aquel manual de administración también era utilizado (y lo continúa siendo) en sermones acerca de cómo manejar el dinero, y el predicador siempre te señalaba que el sueldo que ganabas no era producto de tu esfuerzo sino una bendición, por lo que el diezmo (un impuesto voluntario) era un acto de justicia y la ofrenda una prueba de amor, y ambas permitirían que el mensaje de salvación se expanda. Lo irónico es que en la religión evangélica lo que más abundan son pobres (a excepción de esa América profunda que retrata David Lynch, donde además de esa carga de intolerancia por otras ideas, racismo, xenofobia y homofobia, muchos de los conservadores norteamericanos son hombres prósperos).

Los diezmos y las ofrendas son un camino hacia la prosperidad y la salvación en las religiones, digamos protestantes, y eso lo utilizó el Obispo Edir Macedo, creador de la Iglesia Universal del Reino de Dios, para amañar una inmensa fortuna gracias a las permisivas leyes que tienen las iglesias en materia tributaria, y que ahora es investigado por la Fiscalía de Brasil (la revista Vistazo presenta un excelente artículo de estos hechos). Basándose en una fe que predica que mientras más das más recibirás, los pastores de esta iglesia han puesto de moda la comercialización de la religión. Uno puede adquirir el agua bendita traída de Israel y así sentirse más cerca del reino de Dios.

La religión, si se quiere, es un gran negocio (no necesita marketing). Eduardo Galeano escribía que en Colombia las tasas de matrimonios variaban de acuerdo a los precios del café. Con las crisis aumentan el número de fieles y en lugares como Nobol parece no existir (desde su santificación, las limosnas hacia Narcisa se han duplicado). Y es verdad que uno puede hacer con su dinero lo que le da la gana, y ante consejos de que te compres un auto y no te vayas de mochilero a Argentina uno puede mandar a esas personas a la reputaquelosparió; pero eso no implica que no existan controles de cómo estas instituciones gastan su dinero, o sea imposible investigar si han instigado a sus fieles a que donen sus casas o realicen grandes contribuciones, que en esta vida o en la otra serán devueltas. Recordemos que son organizaciones sin fines de lucro y no de lucro sin fin.

P.D. Dejo las mejores canciones que he escuchado en las que se nombra a Jesús y que se deberían corear en cualquier misa, culto, salón del reino o congregación, aunque la verdad ya no asisto a ninguna de ellas. Pero ojalá las toquen.




23 de octubre de 2009

Feliz cumple Charly García (el 25 nos vemos en Guayaquil)

Si antes de los 25 no has estado en ninguna guitarreada donde se toque a Charly García (o a Sui Generis, Serú Girán o La Máquina de hacer pájaros) es porque hasta entonces no has tenido amigos, o por lo menos amigos con buenos gustos en los que puedas confiar. Corear en algún momento Canción para mi muerte (sobre todo la parte que dice: y encontrarte una mañana/dentro de mi habitación/y prepararás la cama para dos/ turuturutururu) o Rasguña las piedras viene dentro del paquete contratado. Pero el verdadero momento de alguien que siente que vivió y no sólo pasó por la década de los ochenta o noventa es cuando uno se compra, escucha y disfruta el nuevo álbum de Charly en el momento en que sale a la venta. A todos nos llega el momento porque Charly siempre te dará la oportunidad de escucharlo. Te dirá: aquí está mi música… tómala o dejala. Es como escoger entre la pastilla azul y roja (hay mucho en juego), y si tomas la correcta decisión podrás ver que todo eso llamado actualidad está influenciado por su obra, que no sólo es música sino rock en todo el sentido de la palabra. Lo respira y lo vive. Lo ha llevado a cometer excesos para saber que se siente, How does it feel? a lo Dylan.

EL primer disco que escuché entero de García (es decir de corrido, encerrado en el cuarto) fue el Hello! MTV Unplugged. No fue al mismo tiempo que salió porque en su estreno, 1995, tenía 11 años. Sé que en eso estoy en deuda. Sin embargo cuatro años después, en onda quinceañera (cuando te empieza a salir bigote), lo oí y lo reoí hasta el cansancio. Fue una suerte que escuché el Unplugged porque además de estar en versión acústica, en un ambiente desenchufado que implica reláx, intimidad, ganar de utilizar la imaginación, y que en la mayoría de ocasiones son de los mejores discos de un artista, un unplugged casi siempre es una recopilación de Greatest hits. Descubrí los clásicos Demoliendo hoteles, Yendo de la cama al living, Nos siguen pegando de abajo y otros temas, que son himnos plagados de frases para la posteridad. Ahí me di cuenta que estaba escuchando a un profeta existencialista que entendía mejor que nadie lo que pasaba.

Y es una suerte también que mi primer disco fue el Unplugged porque este está en vivo. Ahí Charly no se transforma sino que está en estado puro. Sus canciones trascienden. Después de ver alguno de sus conciertos uno necesita más, es algo que no se puede dejar, y uno piensa el porqué no estuvo en aquel show donde llovía y cuando canta la mejor canción que, personalmente creo, ha compuesto: Seminare, dice “No llueve, escupen”; o la vez que La Negra Sosa lo invita y entonan Inconsciente colectivo en Córdoba y el resto de cantantes folclóricos lo querían linchar; o cuando pone a prueba a sus admiradores pidiéndoles que se arrodillen; o la ocasión en que le pregunta al público cómo empieza su disco Filosofía barata y zapatos de goma, y nadie le contesta bien y él grita, entre las cortinas, que empieza con Los Beatles y manda a aprender la lección y que vuelvan mañana. Hay tantas anécdotas que anotar porque, concordando con muchos de los creyentes, los conciertos del hombre que enciende y apaga las luces (como lo denominó el diario Página 12 en el excelente especial dedicado en su honor) son tan importantes como los lanzamientos de sus discos.


Por eso nadie duda que hoy, 23 de octubre, el estadio de Veléz Sarfield será un orgasmo. Es el cumple de Charly García y su regreso a los escenarios después de haber creído que se nos había ido para siempre. Qué ganas de estar ahí. Que ganas de volverte a ver (como se llama su tour). Suerte que podremos hacerlo el 25 de noviembre que viene a Guayaquil. Ahí habrá que hacer todos los sacrificios. Faltar al trabajo, no salir en un mes, endeudarse con el chulquero, donar un órgano. Todo con tal de estar presente el 25. Say no more.





20 de octubre de 2009

Música para el encierro

The diving bell and the butterfly, dirigida por Julian Schnabel, es una película que se estrenó dos años atrás y hace uno que la vi. Pero no me deja. La tengo presente en todas partes. Me acompaña como una buena aliada. Creo que la veo al menos una vez por mes porque a ratos, claro que siempre con la libertad de poder salir, se siente bien estar puertas adentro, unplugged. Cuando la imaginación comienza a hacer de las suyas.



Durante la Feria del libro, por el mes de julio, el blogger Manu Sava me dijo que había encontrado una copia del libro, con el mismo nombre, con el que se inspiró el director francés para realizar la película. La verdad es que he estado bastante desfinanciado estos cuatro meses y no he tenido la oportunidad de comprarlo, ni siquiera he hecho el intento de buscarlo y, en caso de ser la única copia, esconderlo con textos de otras categorías, en biología molecular o en latín, donde nadie lo vea.

Así que me quedo disfrutando la película. De una trama que la pudieron haber prostituido grandemente. En malas manos lo más probable es que se hubiera transformado en un culebrón tipo Hallmark (llena de melosidad y lástima) o en algo abominable salido de la mente de Paulo Coelho. Pero mejor dejar de pensar en eso y disfrutar de la joya que es, la que vio la luz. Esa cinta llena de estética con claros homenajes al cine, de una imaginación desbordante, con unas cámaras que te meten en el mundo Jean – Do, con un guión trabajado hasta el cansancio, viendo al protagonista como el centro de atracción que ejerce influencia sobre el resto de personas cercanas; pero sobre todo, lo que más recuerdo es la banda sonora. Una de las mejores que he escuchado últimamente. Con canciones que me quedan tatuadas en la memoria. The velvet underground, Joe Strummer y Tom Waits son parte importante de la película que hacen muy bien su trabajo. Sus melodías quedan perfectas, acompañando y resaltando las escenas, que se cortan de golpe, con todo y música. Como de golpe, sin previo aviso, uno ya está enganchado con esta historia y los años pasan y no te suelta. Toca compartirla. Por ahora al menos sus melodías.

1. Pale Young man - The velvet underground (aparece cuando la traductora de Jean – Do lo lleva a dar un paseo en yate y le regala una copia del Conde de montecristo).





2. All the world is green - Tom Waits (aparece en aquel día del padre que Jean – Do se siente un remedo de padre).





3. Ramschackle day parade - Joe Strummer and The Mescaleros (aparece al final mientras los glaciares tienen el efecto inverso del deshielo).




4. Don´t kiss me goodbye – Ultra orange Emmanuelle (aparece después de romper con su novia loca en Lourdes).



5. Ultraviolet - U2 (aparece mientras el protagonista y su novia viajan a Lourdes).

18 de octubre de 2009

Puesta en escena


Editado para la ocasión, William Percy explica el efecto que generan las imágenes de las películas que uno disfruta: “Otras personas, según he leído, atesoran momentos memorables en sus vidas: …la noche de verano que conocieron a una chica solitaria en Central Park y lograron una relación tierna y natural con ella… Yo también conocí a una chica en Central Park, pero no hay mucho que recordar. Lo que recuerdo es cuando John Wayne mató a tres hombres con una carabina… y la vez que el gatito encontró a Orson Welles en la puerta en EL TERCER HOMBRE”. Es cuestión de percepciones. Con tijeras y pegamento se llenan los baches de la realidad con las películas que sentiste propias. Por lo que la afirmación de Fernando Bustamante, acerca de que la inseguridad de Guayaquil es una percepción, no es la veo totalmente falsa, porque nadie puede negar que desde meses atrás a la ciudad uno la percibe como una tropical y con cuadrados edificios Ciudad Gótica en The Dark Knight, donde el caos lo genera un The Joker más loco y peligroso que el de Heath Ledger porque este, el real, lo conforman cada uno de los actos de los delincuentes, sicarios, choros de a pique, secuestradores; que, además de sus crímenes, generan temor en las personas, mirándonos todos sospechosamente y evitando cualquier contacto en la calle (como la crónica de Elías Urdánigo en Soho, que después de estar buscando a La Tigra – versión criolla, igual de lasciva, de la Megan Fox “come hombres” en Jennifer´s body -, lo que encontró fue un pueblo, Balzar, lleno de desconfianza hacia los extraños), y que crezcan las ganas de tomar justicia por las propias manos.

Aunque este mundo de crímenes, malevos, femme fatales, escoria social y todo lo marginal son la mejor materia prima para el realismo sucio (a personajes como Anthony Bourdain les puede reconfortar que en Suecia existan pandillas - después de todo imaginar vivir en Canadá suena bastante aburrido -), no es una excusa suficiente para vivir en una Guayaquil que últimamente, las 24 horas del día, parece la New York de Taxi driver, donde Scorsesse se puede subir al auto y contarte los efectos dañinos de una Magnum en su mujer ("So, What does a Magnum 44 to a woman´s pussy?") que lo está engañando con un negro. Uno también quisiera, en su ciudad, tener al New York de Woody Allen donde se puede conocer gente interesante. Loca pero inofensiva. Y ahora, recordando la última edición de Soho (dedicada al cine) y con esta percepción de realismo sucio, se podría decir que las películas guayacas tendrían que de ley capturar esa sensación de miedo, de inseguridad como parte de la puesta en escena. No me refiero a tramas únicamente dedicados a estos hechos (no obstante la mejor película ecuatoriana: Ratas, ratones y rateros, trata este tema a lo largo de toda la proyección), pero, por ejemplo, si cuentas la historia de unos tipos de colegio que se reencuentran, por ahí es casi necesario que deba haber una escena donde a alguno le roban la billetera (además de mostrar otras costumbres de la ciudad como gente jugando pelota en las calles).
La cuestión es que no se convierta en un cliché como el cine colombiano que sólo habla de drogas, narcos y guerrillas. Sin embargo, con este aumento de seguridad, aquel telón de fondo podría cambiar y el nuevo cine guayaco es probable que adoptaría aquella obsesión que tienen los británicos por filmar películas donde el resto del mundo ha colapsado y únicamente ellos se mantienen en pie. Todo a costo de un estado totalitario con toques de queda y sanciones por cualquier motivo (mi favorita es Children of men por su movimientos de cámaras, una de las mejores películas de esta década). Ahí los nuevos cineastas reflejarían eso que Capote escribió en A Sangre Fría: Mostrar cómo quedó un pueblito de Kansas después de un atroz crimen. La diferencia es que para Guayaquil, Capote no tendría tanta tinta en la pluma.




16 de octubre de 2009

Nos quedamos en casa para tocar rock´n roll*

William Faulkner (el mismo que Ernesto Sabato recomienda acudir cuando la realidad y la literatura, inevitablemente, se tornan convencionales, bizantinas), decía que no hay sitio más adecuado para un escritor que un burdel, porque en las mañanas reina el silencio y las muchachas tienen buenas historias que contar, y en las noches trona el deseo y la fiesta de la vida. Semejantes palabras que podrían estar talladas en piedra son imposibles de refutar. Lástima que el sábado un grupo de personas que no escriben para nada, en un plan underground, no pudieron disfrutar de un triunfo de la selección ecuatoriana en un chongo. Sólo un minuto estuvieron en Sudáfrica, cuando Valencia cabeceó el centro de Montero, y en ese instante las cervezas volaron, las voces se quebraron y los abrazos las putas los daban gratis. Luego Suárez empató y el silencio reinó en el lugar. Las damas del placer trataban de darles ánimos a sus clientes que veían como la esperanza se iba yendo. Con el penal de Forlán ni los empeñosos bailes en el tubo lograron reconfortar a los descorazonados cabareteros y futboleros, ni que se retiraran inmediatamente de aquel lugar, después de terminar sus cervezas calientes, que se les volvió de una oscuridad insoportable. Por esa razón contra Chile vieron el partido en sus casas, en la oficina, escondidos, disimulando la tristeza.

Lo de Chile se veía venir por nuestro desempeño como visitante y por las bajas de Valencia y Noboa (aunque la posibilidad era real). La verdadera ilusión se fue contra Uruguay. Ahí demostramos nuestra falta de gol (más la ayuda del árbitro a los charrúas) y que Quito ya no es un reducto infranqueable. Ahondar en eso, y en que hay jugadores que imponen su voz y que Vizuete se equivocó en las convocatorias, a estas alturas ya no resulta productivo. Pero a pesar que la selección se merece el sitio donde está en estas últimas eliminatorias, no dejo de pensar en las ganas que tenía de ir a Sudáfrica en el 2010. Embarcarme en un avión cueste lo que cueste y además de ir a un par de partidos, recorrer Johannesburgo, ver delfínes en Port Johns, surfear en Port Elizabeth, y hacer un safari por los parques nacionales Kruger y Kalahari (y conocer a los cinco grandes: tigre, león, rinoceronte, elefante e hipopótamo). A China también quise ir en el 2008. Lástima que años antes de la olimpiadas mis ingresos apenas superaban el mínimo.

Por suerte el Comité Olímpico y la FIFA le están dando sedes de estas competencias a los principales países emergentes. A excepción de Londres en el 2012, desde el 2008 tuvimos a China y tendremos a Sudáfrica y Brasil para el 2010, y 2014 y 2016 respectivamente. Sedes lejanas al ambiente dominante que anteriormente se concentraba en las ciudades de los Estados Unidos y la Unión Europea para estos juegos. Países emergentes que aún mantienen índices de corrupción, inseguridad y pobreza, pero que poseen y aplican planes para ir superando estas vicisitudes. Planes que no necesariamente consistieron en abrirse irresponsablemente al mercado, sino en armar el entorno previo a abrir sus fronteras y al Estado le dieron un papel importante en la regulación y estímulo de los mercados.

Ojalá vayamos a Brasil para aprender. Ya no tanto de fútbol pero sí de otras cuestiones.

* El título lo pone Fito.


14 de octubre de 2009

Portafolio ajeno

Tengo las esperanzas de que algún día se erradique el reggaetón. O al menos sabotearlo. Formar una logia tipo The Fight Club en su contra. Y así contribuir con un granito de arena para que se deje de escuchar a Daddy Yankee cuando uno va a la farmacia y al comisariato. Que la gente lo piense dos veces antes de poner Wisin & Yandel a todo volumen en sus autos, en lugares lejos de una discoteca con su hora loca y todo lo demás. El día en que el reggaetón desaparezca estoy seguro que el mundo será un lugar mejor. Pero que eso pase es más jodido, por ejemplo, a que un miembro del partido republicano de USA gane el Nobel de la Paz.

A la salsa tampoco le hago, pero es soportable y después de todo estamos en Guayaquil. Que no es Cali ni La Habana ni Panamá, pero, como en las fiestas guayacas que recién terminaron, sí es una ciudad donde pueden tocar el mismo día y a la misma hora Gilberto Santa Rosa, El Gran Combo y Víctor Manuel en distintos puntos de la ciudad; y también es un lugar donde uno de ley tiene amigos salseros fundamentalistas que la escuchan mientras juegan ecuavolley o están sentados en una chancleta cervecera, y que te ponen por dos horas, sin tregua, Eddie Santiago y otras cosas del mismo género si vas en su auto camino a la playa. La salsa es más pasable, más tragable, digerible que el reggaetón y después de todo, si se hace memoria, lo más probable es que uno tenga buenos recuerdos con Héctor Lavoe y Rubén Blades poniendo la música de fondo.

Esto va porque estuve viendo las fotos de Marcos López. Un fotógrafo santafesino que estrenó una exposición en su natal ciudad y que después recorrerá varias urbes argentinas y extranjeras (esperemos que algún día llegue a Guayaquil), y sus imágenes, principalmente las relacionadas con su obra Pop Latino, tienen algo de eclético. Muestran la vida del latinoamericano pero al estilo Andy Warhol. Muestra el lado B de la gente de a pie. Lo que muchas veces no se ve en las producciones de digamos: Ibermedia o cualquier persona rica o extranjera que decide filmar a lo Eduardo Galeano la miseria de los pobres o lo folclórico de la clase media. Con las fotos de López el lente capta el ritmo, la fe, el ingenio y ese ambiente con colores de carnaval que le dan vida a la ciudad y al campo, y se esconden entre los tugurios, las crisis y la necesidad. Y eso viene al caso porque estuve escuchando el otro día Calle 13 (para mí es reggaetón y el que no lo considere así que me lo explique por favor) y no le di mucha bola hasta que escuché “No hay nadie como tú” (que la cantan con Café Tacuba), y no estaba tan mala esa huevada, así que sumergiéndome en aguas desconocidas encontré una canción llamada La Perla (junto al salsero mayor, Rubén Blades) que por su letra y la mezcla de ritmos (los que mejor hacen ese plato de bandera musical, personalmente, son Los Fabulosos Cadillacs – que cantaron con la salsera Celia Cruz, Vasos Vacíos -), me pareció la mejor banda sonora para acompañar a este portafolio del que no escribo porque sus imágenes son las que hablan. Denle play al youtube antes de seguir.


Internalizar la mística y los ideales del muralismo mexicano para luego hacer “switch” y traspasarlo a los códigos actuales de comunicación de esta insensata aldea global: ‘Armani – Dolce Gabanna – misiles a Belgrado – realidad virtual’ (Manifiesto de Caracas, 1998).

1. Terraza de la fundación Proa - Buenos Aires, Argentina.




2. Todo por dos pesos - Córdoba, Argentina.




3. Criollita - Santa Fe, Argentina.




4. Reina del queso - Santa Fe, Argentina.




5. Antena - Jujuy, Argentina.



6. Feliz cumpleaños - Buenos Aires, Argentina.





7. En el jardín botánico - Buenos Aires, Argentina.



8. El jugador Carlos Paz - Córdoba, Argentina.




9. Santuario - México D.F., México.




10. Botero en el parque - Buenos Aires, Argentina.



11. Taxista cubano - La Habana, Cuba.



12. Plaza de Mayo - Buenos Aires, Argentina.



13. Leyendo en la cocina - Buenos Aires, Argentina.



14. La ciudad de la alegría - Buenos Aires, Argentina.




15. Gardel apareció en el picnic - Buenos Aires, Argentina.


16. Bolívar y las tres potencias - Caracas, Venezuela.

Para ver el resto de la obra y otras temáticas que ha trabajado Marcos López, acá; y para leer algunos de sus escritos, acá.

11 de octubre de 2009

Aquellas pequeñas cosas*

Resulta algo curioso, para los no residentes en países desarrollados, escuchar al Premio Nobel, Al Gore, además de explicar el porqué del cambio climático y cómo los seres humanos somos los responsables (el actor Leonardo Di Caprio en, The eleventh hour, muestra con imágenes sus efectos), en su oscarizado documental, The Awful Truth, recomienda prevenirlo apagando las luces, cerrando bien el grifo, o utilizando recipientes no perecederos en lugar de botellas plásticas (también lo recomienda el hijo de Jacques Costeau para evitar las contaminaciones en los mares), en lugar de adoptar causas más grandes a nivel mundial como evitar el saqueo de los océanos, aplicar sanciones fuertes a las industrias altamente contaminantes, evitar el uso de químicos en la agricultura; y en el caso ecuatoriano el freno a la expansión de la frontera agrícola, el cuidado de la biodiversidad (iniciativa Yasuní), alcanzar la eficiencia energética, mejorar la legislación ambiental, entre muchas otras soluciones. Por lo que es probable que estas sugerencias individuales tengan resultados positivos en naciones industrializadas donde el consumo supera con creces a los países en desarrollo (el impacto de sus acciones en el medio ambiente es menor - los ciudadanos de países del sur estamos subsidiando la huella ecológica de los del norte -, con agricultores sin recursos para comprar pesticidas químicos y semillas modificadas, con industrias menos contaminantes - a excepción de China e India - y con bienes esenciales, el agua, que no llegan a toda la población).

Sin embargo no debemos dejar aquellas pequeñas cosas en las que una acción individual sí tiene un impacto. Esto recordando el artículo de Sergio Sotelo, El vicio de descartar, que trata acerca de la negativa de la ciudad de Seattle, en un referéndum, de ponerle un impuesto a cada bolsa de basura que expenda un local comercial, señalando que “la propuesta… buscaba fomentar alternativas ecológicas a uno de los productos emblema de nuestra rampante cultura de usar y tirar”, por las razones de que cada funda “su fabricación a partir del petróleo, un bien escaso y costoso, implica un despilfarro de agua y energía difícil de justificar si se tiene en cuenta que su vida ronda los doce minutos… [y] que tarda en descomponerse hasta 400 años”. Porque analizando estadísticas del país, a pesar de estar por debajo de la media de usos de plásticos per cápita al año (12 kg. en Ecuador – 182 millones de kg. anuales -, 24 kg. en América Latina y el Caribe y 40 kg. a nivel mundial), únicamente en las cadenas comerciales más grandes (10% de las compras a nivel nacional), se consumen 1200 millones de fundas anuales (100 fundas por ecuatoriano).

Varias empresas, al no existir industria petroquímica en Ecuador, están fabricando sus fundas reciclando el plástico. Por otro lado lástima que el Municipio de Guayaquil no esté llevando a cabo ninguna actividad de reciclaje, porque al parecer no está interesado en iniciativas que protejan el medio ambiente (ni siquiera una sencilla como la del 22 de septiembre, día mundial sin automóviles – Cuenca y Quito si lo practicaron -). Debe ser porque para el alcalde y algunos guayaquileños el pedir el número de fundas que uno quiere es una expresión de libertad.
* El título lo pone Serrat.




9 de octubre de 2009

Todo es relativo

Cuenta la leyenda que en una reunión, ante el apoyo brindado por Eisenhower al dictador Somosa, un desconcertado preguntó a que se debía esto. Las palabras del presidente de EUA no podrían haber sido más precisas: “is a son of a bitch, but is our son of a bitch”. Es decir: respaldemos lo que sea con tal de evitar la plaga mayor que es el comunismo. Semejante a la solución para ese fantasma que recorre América Latina (Socialismo del siglo XXI, Chavismo), varios columnistas de diario EL UNIVERSO justifican las acciones del Gobierno de facto en Honduras. Todo sea para evitar ese infierno no deseado.



Hernán Perez Loose, el 7 de julio del 2009, escribió una columna llamada El pretexto de Zelaya donde decía que “La corte constitucional hondureña declaró inconstitucional la pretensión de Zelaya de convocar a una consulta que buscaba indirectamente su reelección. Lo hizo porque allá sabiamente la Constitución prohíbe al presidente buscar, incluso de manera indirecta su reelección”. Imagino que la aplicación de las Constitución hondureña se da a través de mecanismos legales y no de, se me viene a la mente, que los militares destierren al presidente del país mientras estaba dormido. Pero eso no menciona Peréz Loose con tal de justificar el acto (tampoco menciona las violaciones contra los derechos humanos cometidas por el Gobierno de facto desde el instante de su posesión – las Fuerzas Armadas mantuvieran a personas aliadas a Zelaya retenidas sin que nadie sepa su paradero, además del uso extremo de la fuerza ante las manifestaciones contra el régimen-). Y no creo que diga nada ante las medidas de estado de sitio que tomó Micheletti cuando Zelaya arribó al país. Seguramente Peréz Loose creyó que al ser el dictador hondureño de derechas, nada de esto iba a ocurrir. Lo mismo le debió haber pasado a Alfonso Reece cuando escribió en su columna Vehementer nos que: “si la operación Valkiria hubiese tenido éxito y Hitler hubiese sido derrocado, ¿los aliados habrían protestado porque se estaba derrocando a un mandatario electo?” Olvidando la comparación entre Hitler y Zelaya, seguramente Reece, por su declarada inclinación liberal, no espero que Micheletti imponga el estado de sitio al éste estar más cerca de sus creencias. Él esperaba que automáticamente el estado de derecho se implantara en el país. Pero, por otra parte, Reece tiene razón al señalar que el cordial trato de los presidentes de Sudamérica, en la última cumbre con las naciones africanas, a dictadores acusados de genocidios y de llevar a la ruina a sus naciones (perennizándose en el poder) no justifica la actititud haciaMicheletti. Un ejemplo de que las actitudes entre los editorialistas y los políticos tienen muchas semejanzas. Eso habría que recordar al leer la perla escrita por Gabriel Calderón que menciona que en Honduras si hay división de poderes. ¿En qué lugar donde se restringen las libertades a los ciudadanos existe división de poderes?
Ya cantaba Rubén Blades que todo es según el color del cristal con que se mira.

P.D. No le hago a la sala, pero acá está el video de la canción de Rubén Blades ft. Willy Colón

6 de octubre de 2009

La caníbal chica Almodóvar como un avance a Los abrazos rotos

“Lo mejor para fabular es nuestra propia naturaleza” dice Pedro Almodóvar durante una entrevista en Cannes. A eso habría que añadirle todo lo que también uno ve, lee y vive. Por ejemplo un día antes de terminar su última película (de las 17 hasta hoy), de improviso, inspirado en la energía de Carmen Machi, en una jornada realizó el corto “La concejala antropófaga”. Que en el característico mundo multicolor de Almodóvar con refrigeradores de color tomate, mujeres mayores con trajes chillones, más una licuadora estrambótica, presenta una de esas escenas tan típicas en la obra del director manchego, con personajes que deberían estar en un psiquiátrico pero que su actuar parece de lo más normal. El corto dura cerca de ocho minutos y recuerda a Mujeres al borde… En él, Carmen Machi, a través de un ininterrumpido monólogo, interpreta a una Concejala de Asuntos sociales de Madrid (políticamente conservadora) que piensa que el sexo es un asunto de interés social (y piensa en una ley que incentive la promiscuidad) y que confiesa sus ganas de algún día comerse desde los pies a sus parejas (todo lo dice mientras, a ratos, inhala cocaína). La añadidura de lo mejor para fabular…, viene al caso porque seguramente Almodóvar tuvo la idea después de haber escuchado de la vida de Issei Sagawa (un japonés parecido al Gregorio Samsa de Kafka en medio de su transformación – mitad humano, mitad cucaracha -, que estudiaba en la Soborna, y un día mató a una compañera de clases y se comió, literalmente, varias partes de ella; pero eso no es lo aterrador: gracias a las influencias de su padre pudo salir de la cárcel en París y volver a Japón, lugar donde ahora, Issei, predica el canibalismo en entrevistas en las que describe el acto de probar carne humana y tiene una columna en un diario), o mejor aún leyó el espeluznante texto de Julio César Ribeyro que explica el impulso del caníbal japonés; además que la concejala, aunque no causa escalofríos, tiene algo de Hannibal Lecter en su burgués estilo de vida; y el monólogo recuerda el prólogo de Gracias por el fuego de Mario Benedetti, donde un grupo de uruguayos en New York se pasan hablando mal de su país, y donde no falta el intelectual de derechas que para impresionar al resto y dar cuenta de la buena vida que posee, habla de cosas que el resto jamás ha pensado. En este caso de la antropofagia. En el de Benedetti de la necesidad de inocencia para que exista la sensualidad. O algo así. La cuestión es que hay mucho para inspirarse sin necesidad de, literalmente, comerse a alguien (que sería la propia naturaleza).

Y también viene al caso que lo mejor para fabular…, porque con la película “Los abrazos rotos” (mamá de “La concejala antropófaga), Almodóvar homenajea al cine. “Jamás he hecho una declaración tan expresa de amor al cine” fueron sus palabras. Es la primera vez que hace cine negro. Existencialista, con personajes llenos de dudas, con femme fatales, bandas sonoras con muchos violines e intensas escenas dramáticas. Pero que por capricho del manchego parten de una idea que ya había rodado Woody Allen en una comedia.

No la he visto aún. Por ahora sólo especulo. Y aunque no soy un seguidor de la obra de Almódovar (sin embargo “Hable con ella” me pareció una cosa de locos; una película en la que no pude dejar de pensar en un tiempo porque es tan buena, tan bizarra, tan bien hecha), esta es una de las películas que más he esperado este año. Precisamente porque es un homenaje al cine. Ahí están Bergman, Fellini, Audrey Hepburn no únicamente montados sino como parte de la historia. Es decir que ahí espero encontrar todas las emociones que me ha provocado el cine. Muchos de mis recuerdos porque, por ejemplo, tengo más memoria de cuando a Simba se le muere su padre en el Rey León que cuando se me cayó mi primer diente.


P.D. Acá parte del monólogo de la fogosa pero poco atractiva concejala, y acá una buena crítica a la película.

4 de octubre de 2009

Stiglitz tenía razón

Por estas fechas, en el 2006, durante la campaña electoral para elegir Presidente de la República, en algunos círculos se discutía el modelo económico para el país, debido a que el candidato Rafael Correa ofrecía aplicar el socialismo del siglo XXI. Se criticaba al neoliberalismo, y los efectos del Consenso de Washington en los países donde se aplicaron dichas políticas (exigidas por el FMI y Banco Mundial) y de los acuerdos bilaterales de libre comercio. El libro del Premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz: EL MALESTAR EN LA GLOBALIZACIÓN ponía de manifiesto todos los gruesos errores que tomaron estas instituciones, basados en decisiones ideológicas de perfección de los mercados y no en un análisis del contexto de la región. Señalaba como las políticas de austeridad (recorte de gastos y altas tasas de intereses) para mantener baja la inflación y los condicionamientos (liberalizar mercados financieros y privatizar las industrias) para obtener los préstamos fueron fundamentales para provocar el colapso de los países del este asiático durante la crisis que los azotó (y casi se vuelve global) y perjudicar a la población de Rusia, aumentando la pobreza, con la transición económica apresurada del comunismo a la economía de mercado. Recomendaciones tomadas según un marco estándar que supuestamente servía para cualquier crisis.

En el 2009, tres años después, no hemos firmado un TLC (el libre comercio no es malo, pero el tratado propuesto por EUA no era un acuerdo comercial sino un modelo económico que además hablaba, por ejemplo, de que las empresas extranjeras tenían inmunidad en caso de demandas), sin embargo no se explican otras decisiones como haber terminado la tercerización laboral (consta en la Constitución), sin saber que existen empleos que aumentan en su demanda de acuerdo a la temporada, o que dentro de los Objetivos del Milenio, una de las metas señala que se debe aumentar la demanda laboral para la los menores de 25 años (éste es uno de los sectores con mayor desempleo a nivel mundial); decisión que se tomó en lugar de haber encontrado una manera práctica para eliminar los abusos que generaba la flexibilización laboral (se hubiera aumentado la cantidad de inspectores del trabajo y las visitas a la fábricas – limpiando las cloacas que son las Inspectorías – y exigir que a partir del tercer año, por ejemplo, el empleado sea parte formal de la empresa). Tampoco se explica el mínimo impuesto que deberán pagar las empresas y otras medidas fiscales, ahora que no existe un importante crecimiento económico (ver el informe que el Colegio de Economistas preparó para el 2010). Ni las prohibiciones para exportar arroz y otros granos a los productores, y al mismo tiempo prohibir las importaciones de varios artículos, cuando no se está apoyando en gran medida la producción nacional ni el aumento de exportaciones. Dichas políticas no se explican porque parecen estar basadas en una ideología.

Stiglitz tenía razón cuando mencionaba que las decisiones económicas se deben tomar sin obedecer razones ideológicas y políticas. Lástima que sus consejos, pese al debate, no fueron adoptados y los efectos los estamos empezando a sentir.

Réquiem a La Negra

Nunca he estado involucrado en algún partido socialista, marxista leninista, maoísta, ni en ninguna federación o sindicato con un brazo político. Tampoco en guitarreadas sus canciones han sido de las más populares (a excepción de, por ahí, la clásica “Sólo le pido a Dios”). Pero eso no me impedía escuchar algunas canciones de Mercedes Sosa. El recuerdo más vivo que tengo de ella es a mi vieja cantando Alfonsina y el mar en alguna reunión de la familia. La verdad que no me importan si sus canciones hayan sido políticas o no, o si La negra apoyaba a los Kirchner o no. Lo que sé es que ella era parte de ese folclore argentino (que fuera de Buenos Aires se escucha más que al tango – y eso está muy bien -) que le canta a la vida sencilla, historia de tipos comunes y de eventos no tan comunes que nunca deberían suceder, cosas que pasan al lado del ruta, bordeando el río, después de atravesar aquellas plantaciones usted encontrará un caserío y ahí, a varios kilómetros, se preparan las mejores empanadas. Como días atrás que escribí que lo mejor de Tucumán está afuera de la capital. La negra estaba ahí. Y aunque su imagen (y todo lo que representa) muchas veces la tenía por encima de su obra (que mucha me faltó de escuchar), varias de sus canciones las tenía entre mis preferidas. Sobre todo aquella que dice: … y me iré tranquila, me iré despacio. Corrección: La Negra no se va. Se queda cantando.

No sé si sean políticas pero aquí dejo las dos canciones (el primer video está filmado en Ecuador) que me dejó de legado La Negra.





2 de octubre de 2009

El mentiroso del año

En la política siempre hemos estado jodidos y no hay nada raro en que mientan o en que no podamos ver ni en pintura a los políticos. Así que de eso no va esto. Pero esa casi religión que es el fútbol, esa última esperanza que uno tiene, uno de los bastones que permite cruzar la empinada pendiente sin caer al precipicio, que te la jodan es para perder la razón. Es la gota que derrama el vaso.




Sólo en una ocasión se lo ha escuchado a Eduardo Maruri aceptar la total responsabilidad del fracaso de ese equipo que se cae a pedazos llamado Barcelona; en otras ocasiones siempre se las ha tomado de canchero, creyendo saber más que los demás o escondiéndose detrás de la figura del Pocho Harb. Con excusas ridículas como las que leímos el día martes en el UNIVERSO por parte del Pocho, donde nos decía, prácticamente, que la situación de Barcelona se debe a que “así es el fútbol” (frase muy utilizada en Guayaquil cuando te da pereza dar o buscar una explicación). Que se suman a otros disparates como ese, parafraseando a Maruri, que si el campeonato se trataría de pagar deudas (a Zárate, a Floro), él sería bicampeón. Y no admitiendo que nunca se tuvo una plantilla competitiva (si alguien se lesiona no tenemos suplentes, sin olvidar el fiasco de contrataciones de principio de año), nunca se hizo un correcto trabajo físico (después del primer tiempo el equipo ya piden perdón) y menos tácticos (por más que Llop diga que se hacen buenos partidos, Barcelona no puede dar más de cuatro pases seguidos). Sin olvidar la inestabilidad de cuatro técnicos en dos años, de los directivos y de la marketeras estrategias que de ser el equipo de la década pasamos a los improvisados y con tanto cambio ya nadie sabe a qué juega Barcelona y la goleada que nos metió la Liga no resulta sorpresiva. Y si las deudas, la falta de presupuesto y la presión son el problema, eso no implica que el equipo tenga que estar luchando por no descender. Si no habría que preguntar cómo sobreviven Espoli o el Manta que seguramente tienen menores ingresos pero están mejor que nosotros; o también podríamos remontarnos al 2003, cuando el Barcelona de España no ganaba títulos hace siete años y estaba endeudado, pero consiguieron fondos y pudieron traer a Ronaldinho, Deco y Eto´y armar un equipazo que ganó dos título de liga y la Champions, y ahora es una sinfónica donde a cualquier le gustaría jugar y hacerse hincha.

Esteban Michelena hace un par de meses nos decía que “Ya no nos queda Barcelona”, porque mucho se lo tala y nada se le siembra. Es casi ley que Pilsener quiera auspiciar al equipo más popular para estar en el top of mind de los cerveceros consumidores, pero ese oportunismo político (repartiéndose las dirigencias entre los allegados a Isidro Romero Carbo y Jaime Nebot - lo mencionaba Carlos Víctor Morales para el programa que Freddy Ehlers le heredó a sus hijos: LA TELEVISIÓN -) es como un vampiro que sólo busca desangrar. El único consuelo es que Maruri ya es cadáver político.

Más tarde voy a ir al estadio. Voy esperanzado en que Barcelona no desciende de categoría pero también voy a expresar, civilizadamente (faltaba más) mi rechazo contra la dirigencia de Maruri. Que no es lo mismo que gritar en contra de Barcelona. Aquel desconsolado borrachito de Artieda, el Rey de la Campana, esos manes sí representan a Barcelona y no Maruri.


Y ya que estamos iniciando fiestas de Guayaquil: acá escrito el poema de Fernando Artieda, y acá en youtube recitado por el autor.



Rios de gente salian de los manglares, bajaban de los cerros, rodando por el lodo, ensuciandose la ropa, perdiendo los zapatos, perdiendolo TODO, menos la firmeza de estar junto a el, en su ultima conquista, la de aquella tarde en que DIOS que se le va ajumando, y el ZAZ! que se le va levantando a la MUERTE, PARA TODA LA VIDA.


Miles y miles de sambos, cholos, negras culonas, choros, putas, poetas, asesinos, deportistas, periodiqueros, sinverguenzas, curas sableadores, contrabandistas, alcahuetes, betuneros y maricas, gentes del pueblo arrasimadas en colas largas como el destino, para tocar el CUERPO, persignarse, llorar a grito herido la huella de su ausencia. Mónica se vino desde la "Yoni" (U.S.) para contarle después de muerto: todo lo que lo había querido. Un borrachito con la botella de trago en la mano temblorosa decía: "ahora solo nos queda Barcelona, ahora solo nos queda Barcelona"
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