13 de abril de 2013

El instante



Katherine sabía que había algo en mí que pasaba de todo lo que podía considerarse saludable. Yo estaba sumergido en todas las cosas supuestamente malas: me gustaba beber, era un vago, no tenía dios ni conciencia política, ideas, ideales. Estaba metido en la inanidad más completa; una especie de no-ser, y lo aceptaba. Eso no podía hacerme una persona muy interesante. Yo no quería ser interesante, de todos modos, era algo muy duro. Lo único que quería realmente era un lugar blando e impreciso donde poder vivir y donde me dejaran tranquilo. Por otro lado, cuando me emborrachaba pegaba gritos, me volvía loco, perdía todo tipo de control. Un comportamiento no pegaba mucho con el otro. No me importaba. Aquella noche el sexo estuvo muy bien, pero fue la noche que la perdí. No había nada que pudiera hacer para remediarlo. Me eché a un lado y me limpié con la sábana mientras ella se iba al baño. Arriba, un helicóptero de la policía sobrevolaba Hollywood.

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