30 de noviembre de 2010

Visça Barça

1000 cosas que hacer antes de morir: Ir al Nou Camp debería estar de ley en el top 10. Presenciar en vivo una obra de arte. Disfrutar de la perfección. Fue un baile. Los de Mourinho terminaron dando patazos al darse cuenta que en juego eran ampliamente superados. Venganza contra ese juego ultratáctico. Imposible no enamorarse...

27 de noviembre de 2010

De la vez que quise conocer a Velasco Mackenzie

De un libro de la fundación Manuela Espejo, que costaba cinco dólares y de a poco se va desarmando – despegándose la pasta y saliéndose las hojas –, me hice en la última Feria del Libro porque quería conocer a Jorge Velasco Mackenzie, su obra. A un autor que según lo que he podido escuchar respira a Guayaquil y la suda por todas partes, llenando tinteros para tatuar hojas blancas de papel. Y cuando compré, sin antes haberlo planeado, Lecturas tatuadas tenía ganas de de sumergirme en mi ciudad, de escuchar a alguien hablar de ella, pero no de esa cursi manera didáctica, para inculcar valores y civismo, sino contando historias de personajes comunes en situaciones extrañas que transcurren acá, con un estilo urbano, descubriendo sitios pocos transitados e interesantes, dándole rostro a desconocidos seres que contradictoriamente se han convertido en mitos. No pasó. Lo siento, será para la próxima. Voy por la página ochenta y aparte de las veinte primeras que cumplen su propósito, las LT de JVM son una recopilación de ensayos y críticas literarias con aires de memorias.

Especialmente de escritores ecuatorianos. Entre tributos llenos de feeling y trabajos en el que se usa el políticamente correcto lenguaje académico las páginas están dedicadas a quienes influyeron a Velasco Mackenzie, lo atraparon, le ayudan a hablar de él mismos. Y aunque no es una novela para disfrutar, con una historia para desenmarañar, es de esa clase de texto s que terminan convirtiéndose en casi recomendaciones para saber de los desconocidos, de esos que no se ha tenido la oportunidad de leer, y de paso estas casi memorias sirven de referencias que dejan un par de citas que por extraños motivos se pasaron por alto, se olvidaron o no se habían hablado de ellas. Acá aunque no conocí la obra de VM sí pude conocer algo de Medardo Angel Silva y de Hugo Mayo, poetas de un país en el que siempre los de su clase han sido mayoría frente a los novelistas.

No soy mucho de poesía, es algo totalmente personal. No he leído a García Lorca. Ni siquiera a Borges. Sólo a Sabina y Serrat. Sin embargo, no sé si sea por cuestión nacionalista, de cercanía, a MAS y HM pude entenderlos. VM hace de tramitador, de Mr. Wolf para llegar a ellos. Si se tratara de un profesor de literatura intentaría meterlos como supositorio, como el cumplimiento de un deber. El autor de las Lectura tatuadas los presenta como se presenta a un demente – Silva muriendo a la Poe, sin saber nadie todavía el cómo, quebrando la realidad en su obra; y Hugo Mayo nunca queriendo ser publicado, tomando su nombre de Víctor Hugo y del mes en que empieza la primavera – , a un loco con el que quizá el que lo lea tenga algo en común.

El par de poemas quedan al menos para el par de estudiantes a los que les enviaron la típica tarea de literatura nacional.

EL AVISO.
Por Medardo Ángel Silva.


Jorge subió tambaleando los escalones sombríos de su casa. Como hombre perseguido por algo espantoso, imposible de precisar en lenguaje humano, atravesó los corredores silenciosos a su cuarto de soltero. Entró; y como si fuera a cometer un crimen, dio doble vuelta a la llave.

¡Al fin solo!... Intentó poner un poco de orden en el mar agitado de su cerebro…

Comenzó a precisar la escena:

En el salón tapizado de rosa pálido, la luz de las áureas arañas de cristal, indolente en el sofá de terciopelo rojo, como una evocación oriental de las estampas de Scherezada, estaba Ella excelsa de gracia juvenil, jugando distraídamente, con volubilidades de chiquilla engreída, con los sedosos rizos de su nocturna cabellera perfumada. A su lado, devorando con sus pupilas negras y tristes el tesoro vernal de la belleza. Él, con la voz opaca de contenida amargura, le decía frases lentas, como quisiera besarla con cada sílaba dulce como el sabor de una caricia furtiva.

Y si aquel hombre renunciara a la vida antes de renunciar a su amor, si se matara ante la imposibilidad de su pasión ¿le creería usted entonces?

-¡Quién lo sabe!...
- Y si aquel hombre fuera yo, si…

Ella lo dijo lanzándole una fría mirada de conmiseración, de piedad, de ironía. Aquella leve y desesperante sonrisa con que subrayó su frase de vitriolo, quemó el alma de Jorge y no quiso, o no pudo oír más. Le martilleaba, alguien las sienes… Y, correcto, crispado, mudo, abandonado el salón… Hasta la asistencia oyó, como una burla postrera, la musical sonrisa de fontanera enloquecida de Ella…

Estaba resuelto… ¡Oh sí! Él le probaría lo contrario…

- ¡Chiquillo!

Esa es una ofensa de las que se lavan con sangre y, en la imposibilidad de matarla, se mataba ¿había algo más lógico?

Entró de puntillas en su cuarto, que estaba contiguo a la alcoba de su madre; encendió la luz. Como quien despierta de un sueño en el sitio donde nos quedó dormido, miró con asombro y placer su cuartito de soltero: la mesita escritorio, los cuadros, casi todos copias de los maestros contemporáneos; los retratos, el plafond de azul pálido con su cadena pastoril – Arcadia, ninfas y sátiros en una danzarina ronda – y (cosa rara que Él no se pensó) la halló tan confortable, tan bien, que se detuvo acariciando todo con voluptuosidad nunca gastada y gozándose en dirigir amorosas miradas hasta al más simple detalle.

Súbita, la idea, la mala idea que, como la tentación de que habla el actor místico, en caliente ráfaga soplada por el mismo Satanás, tornó a azotar su espíritu… No, no titubeo más: una serenidad horrible se señoreaba en su alma. Nada de escrituras póstumas – pensó –. Aquello le pareció la última palabra de de lo cursi.

Abrió su escritorio; tiró de un cajón; de un estuche de plata sacó una jeringuilla, la aguja de Parvas; fríamente, poniendo un cuidado máximo comenzó a llena de líquido el tubo… cinco… diez centigramos… la morfina penetraba, lenta y segura, al ascender del émbolo. Ya había una dosis para asesinar a tres hombres… y el alcaloide seguía entrando y el émbolo seguía retrocediendo…

Cuando hubo terminado la operación se acostó en el diván, se desnudó el brazo; con un suave impulso consiguió hacer pasar la ajuga en la desnuda carne; oprimió el émbolo… Werther… Silva… Acuña… Leopordi…

En ese instante, rasgando el trágico, el absoluto silencio de la noche, se oyó un suspiro, uno de aquellos suspiros que lanzan las personas dormidas al despertar. El suspiro partió de la vecina alcoba, de la de su madre.

Jorge tembló, la aguja maldita con la jeringuilla preñada del alcaloide rodó por los suelos. Aquel suspiro de su madre adormecida; aquel aviso, dado en sueños, por el alma omninavegante de la dulce dueña de sus días, lo desconcertó. Como un ladrón sorprendido a mitad de su criminal tarea, no supo qué hacer… Se incorporó, con el pie estrujó la jeringuilla contra la alfombra, tal el santo, su patrono, el radiante San Jorge de las estampas nobiliarias inglesas, humillando dragones policéfalos… Apagó la luz… Y se metió en la cama, como un hombre al que no le ha pasado nada…

Poema de El zaguán de aluminio.
Por Hugo Mayo.



Poned un nunca más
A la altura de un hombre
Ya la vida con su mueca
se arrima en demasía.
Con mi risa desbrozo
los andurriales de mi angustia.
Y aunque mi sobra
es un disfraz sin dedos
a veces soy biforme
cambio como si no durmiera
y estoy quince segundos
A mi nariz la visto con la duda
Pongo mis oídos en silencio.
Y no sé por qué me arrugo.
Siempre estuve restándome del cero
Pero me inquieto.
Ladra un perro faldero.
El viento trae el olor
de una mucama viuda.

Bonus track: Ya que hablamos de poesía, y es uno de los pocos posts del tema, algo de uno de los más grandes poetas, y que es una buena opción para acompañar la lectura de los textos de los dos de arriba.

25 de noviembre de 2010

La belleza del hábito


Messi toca corto con Xavi que se la devuelve, la pulga se la da ahora a Alves que está en el medio; hacia delante va la pelota, de nuevo para Xavi, lo ve libre a Iniesta y con la bola en sus pies el cerebro recorta hacia adentro pero el pase va hacia la punta donde está Adriano. Pin – tum – pan – pin. La sinfonía toca la pieza perfectamente. Barcelona 3 – 0 Panathinaikos. Guardiola feliz desde la banca aplaude. El recital termina con el gol de Messi después del centro del brasileño. Es imposible que eso sea únicamente improvisación.

Lo que provoca el Barcelona en el espectador al verlo jugar es que se está siendo parte de la historia. En pocos años hablarán de este equipo y podrás presumir que presenciaste sus partidos en vivo. Asistir al Nou Camp debe compararse con tener entradas para un concierto de música clásica en Viena o con la puesta en escena del Cirque du soleil. Es un espectáculo de gala para asistir en frac. Once goles en los dos últimos partidos y este lunes super – clásico contra el Madrid que viene haciendo ocho en el mismo número de juegos. Contra Mourinho. El director técnico portugués que recuerda a uno de esos gélidos y geniales villanos a los que se enfrenta James Bond, sólo que éste no cuenta su plan y siempre se sale con la suya. Uno de los actuales destructores del fútbol junto a Dunga y el DT de Holanda. Al deporte del balón lo piensa más como una partida de ajedrez. Hiper estratégico. Todo lo calcula, sin dejar espacios a lo desconocido. Capaz de cualquier cosa por ganar – el Inter campeón de Europa eran diez defensas más Milito –. Lo que se viene, ¡mamita! Venganza. Partidazo. Higüain, Cristiano Ronaldo, Xabi Alonso, Ozzil y el resto de millonarias estrellas enfrentando a los canteranos de Xavi, Iniesta, Messi, Pedro, Busquets, Piqué y más.

Nunca he sido fan de esas frases que inspiran, a lo Paulo Coelho o cualquier otra a la que la gente le hace copy – paste para ponerla en el status del Facebook; sin embargo a la entrada de mi oficina hay una que me gusta. Es de Picasso. El demente dice: “Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando”. ¿Cómo lo hacen? ¿Cómo pueden alcanzar la perfección? Muchas horas de ensayo en los entrenamientos y de conocerse entre compañeros. Como esos delirantes cuartetos de jazz de los años treintas y cuarentas, en los que los integrantes eran magos que practicaban con sus instrumentos hasta sangrarles las manos para después empezar a volar, el Barcelona al buen toque del balón lo ha convertido en un bello hábito.

P.D. Por estos lares el presidente del Barça guayaco promete título el año que viene, pero lo que se ve es a los mejores jugadores – Hidalgo y Nazareno – yéndose a otros equipos. Lo único bueno para mí Barce es que el 2011 será el último año de Maruri. Consuelo por ahora: Messi y compañía. Para disfrutar.




23 de noviembre de 2010

Un elogio...


Ok… Confieso que sólo los escuché porque en 500 days of summer les hacen una de esas referencias tan evidentes como únicamente el cine indie es capaz de hacer. Era una de las canciones favoritas del personaje de Zooey Deschanel; y Zooey fue tan imperfectamente perfecta en la película que debías saber lo que le gustaba, irresistible pasar por alto sus recomendaciones. Un par de días. Un par de canciones. La del chico con la correa árabe. Ahí quedaron. Antes que a Belle & Sebastian prefiero a Los Smiths.

Muy feliz incluso en la melancolía. Muy coral para mi gusto. Demasiado bajo perfil. Dueños de canciones perfectas para final de temporada de una serie con alto cometido romántico. Y sin embargo en la penúltima edición de Página 12 me encuentro con Rodrigo Fresán dedicándole varios párrafos que a cualquier otra agrupación le gustaría que le dediquen: Una apocalíptica historia, la recomendación de un libro y el remake argentino de una gringa comedia romanticona de los ochentas. De lo último el soundtrack a cargo de Belle & Sebastian, para recordar cómo eran los momentos perfectos antes de la gran nevada. En la prehistoria un concierto en el Luna Park de Buenos Aires que ya pasó.

Abro las primeras páginas de las Lecturas tatuadas de Jorge Velasco Mackenzie y pienso que debería acompañarla con algo de Julio Jaramillo, o salsa de estilo “Cabo Rojeño” para adentrarme en las letras de alguien siempre obsesionado con retratar a Guayaquil y sus personajes. Lo hago escuchando Belle & Sebastian. No sale un arcoíris pero la luna está intensamente redonda y amarilla. Viva como un queso. Podría ser peor.





Melodys:
Por Rodrigo Fresán

Por fin, poco antes de la Gran Nevada y de la Primera Mudanza hacia ese nuevo gran planeta tan parecido a como alguna vez fue el nuestro, alguien tuvo la buenísima mala idea o la malísima buena idea de encarar una remake de ese clásico del cine púber conocido como Melody. Hubo, claro, muchas discusiones en cuanto al casting (hasta se intentó la recuperación de muestras de ADN de los restos del reparto original). Y resultó gracioso que la producción fuera idea y responsabilidad de Argentina (una de las contadas potencias ecológicas económicas, donde el film original había tenido tanto éxito en los años grises de su estreno, a principios de los años ‘70) y que, por un par de meses, los estudios de Patagonywood se disfrazaran de una Londres que ya no existía, una Londres que había desaparecido bajos las frías aguas del calentamiento global tanto tiempo atrás.

Abundaron las polémicas, las peleas, los enfrentamientos varios en las calles de fans fundamentalistas y progres; pero nadie discutió que el soundtrack de la nueva versión estuviera compuesto por canciones de esa vieja banda eternamente juvenil conocida como Belle and Sebastian. Y es que la elección era perfecta: esas melodías traviesas, esas vocecitas juguetonas, esa perfecta capacidad para cantar y rimar y musicalizar el acto de enamorarse: de caer dentro y fuera del amor.

Alguien recordó entonces que Belle & Sebastián había visitado y tocado en Buenos Aires en la primavera del 2010. Pocas semanas antes habían editado el perfectamente titulado Belle & Sebastian Write About Love. Por entonces –esas fotos en el cuadernillo, con miembros del combo eternamente estudiantil bautizado a partir de un clásico francés para niños líricos posando leyendo a Keats– la “banda/idea” liderada por Stuart Murdoch había experimentado varias fracturas internas (maldita sea la histérica traidora Isobel Campbell) y perdido algo del apoyo cool-intelectual externo. De hecho, para muchos –síntoma terrible e inevitable que suele enfermar a toda buena idea pop– Belle & Sebastian era una especie de parodia involuntaria de Belle & Sebastian. No era tan así; pero algo de eso había y la historia fue primorosa y dolorosamente contada en el libro Belle & Sebastian: Just a Modern Rock Story de Paul Whitelaw (2005) y en el DVD Fans Only (2003). Una cosa sí era verdad: Belle & Sebastian ya no era lo que había sido por los tiempos de Tigermilk (1996), If You’re Feeling Sinister (también de 1996) y The Boy with the Arab Strap (1998). No podía serlo y posiblemente ya no le interesara serlo. Belle & Sebastian había aumentado la paleta de sus sonidos trabajando con productores más sofisticados y su inocencia afrancesada había caído ante la ferocidad entrópico-nihilista de Arcade Fire y su The Suburbs. Tampoco había en Belle & Sebastian Write About Love algo tan sentidamente perfecto como “Dress Up In You” (incluido en The Life Pursuit by Belle & Sebastian, del 2006). Y es que no es lo mismo ser cult que ser indie. Ser indie es ser cult con comodidades. Pero, aun así, en Belle & Sebastian Write About Love estaba esa preciosa “Calculating Bimbo” que es lo que vuelve a sonar, ahora, mientras en las pantallas de las salas de cine de las naves que nos llevan hacia la Nebulosa de Nim, Daniel Latimer y Melody Perkins se protegen de la lluvia y se besan en un cementerio.

Vimos Melody, Too tantas veces, flotando entre estrellas muertas y agujeros negros.


Y fue durante este largo viaje que se me ocurrió la idea de revisitar la saga de Antoine Doinel en versión musical con las canciones de Lloyd Cole mutadas al francés. Pero ésa es otra historia, otra película, otra música, otro planeta.

Belle & Sebastian se tocan en Buenos Aires mañana, lunes 15, en el Luna Park (Bouchard 465) a las 21.30 hs.



21 de noviembre de 2010

Harry Fucker


Lo siento. No hay post. A la del príncipe mestizo me llevaron y me quedé dormido. Nunca me había aburrido tanto en un cine. Y todo para ver al viejo morir. La única parte decente fue cuando Harry casi mata al pelado rubio. Al resto por la tele y nunca completas. En partes. La que dirige Cuarón, la que sale el genial Gary Oldman, es la mejorcita; el rato en que infla a la madrastra: chévere. Nada más. Tal vez en la que competían los colegios la parte de los dragones.

De sagas me sobra con El señor de los anillos y Star Wars. La Rowling se va por el lado fácil y eso es no querer a sus personajes. Los millones que le ha dado Harry es la verdadera magia. Muere o no. Presenciar la pelea contra el tipo con cara de serpiente. No interesa. Tengo más interés en Velódromo de Fuguet que la quinta del mago. Aunque tal vez en estos días, ante la insistencia del resto por saber qué pasa, para no ser un completo antisocial, me vea entrando a un cine sin nada más que hacer. Necesitaré una almohada pequeña o un buen Red Bull.
P.D. Hasta la fecha tampoco he visto Avatar y no creo haberme perdido de algo espectacular...

18 de noviembre de 2010

¿Los ricos también lloran?

Katy Perry inhalando coca en una fiesta en la playa. Lauren Conrad y las demás rubias plásticas de The hills armando una orgía, llevando en sus costosos bolsos correas y otros juguetes sados. – California gurls –. Anthony Kiedis y el resto de los Red Hot Chilli Peppers convertidos en vampiros, violando y golpeando a una quinceañera. Leyendo The informers tengo la sensación de estar presenciado – aunque nunca las vi – el dark side de los jóvenes de Beverly Hills 90210, Melrose Place. Sin perdón ni oportunidad para la redención. Charlie Harper, residente de Malibu, no es un tipo divertido, parece un demonio que se alimenta de almas.



Bret Easton Ellis antes de los veinticinco, gracias a Less than zero, se convirtió en millonario y se volvió famoso. El escritor de la Generación X. En The informers, después de haber publicado la amada y odiada American Psycho, vuelve al mundo donde se siente cómodo, que conoce bien. Retorna a personajes de anteriores historias. Nostalgia. Sus protagonistas son proyectos de celebridades. Con todas las comodidades, atractivos, bronceados, autodestructivos, adictos, pasan sentados en la piscina o viendo MTV, todo el día sin quitarse sus gafas Wayfayer. Tienen los trabajos soñados en estudios de cine y en compañías disqueras. Dueños del mundo. Cero responsabilidades. Y sin embargo lo que se cuenta resulta lacónico, aburrido.

Una docena de relatos cortos que tratan de formar una gran historia. Los protagonistas saltan entre cuentos, en unos son protagonistas en los otros sombras. La versión ochentera de las Nine Stories de Salinger. Los narradores seres anónimos que viven en un gran monstruo llamado Los Ángeles, de los que casi no se sabe nada, lo que vemos son flashes. El autor pretende desnudar a la clase alta californiana, pero las casi 150 páginas terminan engendrando un gran chisme donde se menciona cuantos millones tiene cada uno. A ratos drama y melodrama donde no pasa nada, en los márgenes tipos degollados, en el centro momias caminando sin saber que están muertas; en otros ratos un vampiro yendo al psiquiatra. El día a día de una madre de Bel Air: Me acuesto con un veinteañero, se me descompone el Porsche, hablo con una amiga que tiene una hija bulímica, paso por Brentwood, quiero inyectarle una burbuja de aire a mi esposo y ver como su cara se va a arrugando… Odio por leer esto. No es la trama sino lo tedioso del ritmo. Me pregunto si es esa la intención.

Empieza lento, muy lento. Una llamada por teléfono para recordar un verano que acabó. Acelera poco a poco, con un ritmo en gran parte aburrido y muy pobre, lleno de pereza, como si fuera el escritor un adicto al Valium, para continuar un poco más acelerados – el estilo sin esfuerzos se mantiene –, con personajes más oscuros contando su rutina, con una estrella de rock que disfruta golpeando a las groupies. Entre tanto desencanto y desolación vale rescatar la reunión del grupo amigos que han olvidado la muerte de uno de sus compañeros; frases que suenan a un ahogado silbido y que encantan de la manera en que puede encantar la actitud de alguien que espera que la vida se esfume; y las cartas de aquella chica venida de la Costa Este, cabello negro y algo snob, que termina convirtiéndose en una barbie californiana más, presenciando su metamorfosis.

Dudo repetirlo. Nauseas. No recomendable para conocer a Easton Ellis. Seguramente lo escribió a la maldita sea, mientras se masturbaba y pensaba en la beautiful people y en que necesitaba dinero. La cita de John Fante al principio del libro, resolviendo sus problemas acostándose en la cama, sin pensar mover un dedo, más que una cita debería ser una advertencia. El texto podría resumirse en dos frases: Nada pasa. El mundo no vale la pena.



...fue Dirk el que tuvo que sacar el cuerpo destrozado y ensangrentado del coche de Jamie, y el que hizo señas de que se detuviera a un tipo que iba camino de Las Vegas para construir una cancha de tenis y el tipo fue en coche al hospital más cercano y la ambulancia llegó setenta minutos después y Dirk la esperó allí sentado en el desierto con la vista fija en el cadáver. Dirk nunca habló mucho de ello, se limitó a darnos unos pocos detalles una semana después de lo que pasó: el modo en que fue dando tumbos, el BMW se deslizó por la arena, estrellándose contra un cactus, y cómo asomaba por el parabrisas la parte de arriba del cuerpo de Jamie; el modo en que Dirk tiró de él, lo puso a un lado, registró los bolsillos de Jamie para hacerse otro canuto. Muchas veces he tenido la tentación de ir hasta donde tuvo lugar el accidente y echar un ojo pero ya nunca voy a Palm Springs porque siempre que estoy allí me siento fatal y es un coñazo.

Por el amor de Dios, necesito un pico —dice él—. ¿Podrías prepararme tú la jeringuilla? La insulina está ahí —dice, haciendo un gesto. Se quita la chaqueta, se desabrocha la camisa. Mientras lleno una jeringuilla de plástico con insulina, tengo que resistir el impulso de llenarla de aire y luego clavársela en una vena y ver cómo se le contrae la cara, cómo se derrumba el cuerpo al suelo. Lleno la jeringuilla de insulina. Él deja al aire el antebrazo. Cuando clavo la aguja, digo:
—Eres un cabrón.
William mira al suelo y dice:
—No tengo ganas de seguir hablando.
Terminamos de vestirnos, en silencio, y luego salimos en dirección a la fiesta.

Recuerdo la película que hicieron sobre el grupo y la película era bastante ajustada a no ser porque los que la rodaron se olvidaron de añadir las interminables demandas por paternidad, la vez que yo le rompí el brazo a Kenny, el líquido claro de las jeringuillas, a Matt llorando durante horas, los ojos de las fans y las «vitaminas», la cara que puso Nina cuando pidió un Porsche nuevo, la reacción de Sam cuando le dije a Roger que quería hacer un disco en solitario, unos cuantos datos que pasaron por alto los que rodaron la película. Los que rodaron la película al parecer eliminaron la vez en que llegué a casa y encontré a Nina sentada en el cuarto de baño de la casa de la playa, con unas tijeras en la mano, y cortaron el plano de la cama de agua agujereada y vaciándose. El montador pareció situar equivocadamente la escena en la que Nina trató de ahogarse una noche durante una fiesta en Malibú y cortaron la secuencia que seguía donde le apretaban el estómago y también lo siguiente, donde se acercaba a mí y decía: «Te odio», y apartaba de mí su cara pálida, hinchada, con el pelo todavía empapado y pegado a las mejillas.

Acabo de ir a la cocina a por una Perrier y oí que un productor gordo y viejo le decía a un joven que se parece sorprendentemente a Matt Dillon que le desea y le necesita. ¿Por qué no me sorprende eso? Llevo mucho tiempo en Los Ángeles, Sean. Ya no me sorprende nada (!). ¿Me escribirás?

—No querrás quedarte embarazada, ¿verdad? Terminarías pariendo algún espanto. Un monstruo. Una especie de bestia. ¿Eso es lo que quieres? — pregunto—. Dios santo, hasta el que te practicara el aborto perdería la cabeza.

Luego, por fin su joven y perfecto cuerpo está desnudo y me mira a los ojos que tengo completamente empañados, negros y sin fondo, y ella se echa hacia delante, sollozando incrédula, y me toca la cara y yo sonrío y le toco el coño liso y sin pelo y ella dice: —Ten mucho cuidado. No me dejes marcas, ¿eh? Y luego yo suelto un grito y salto sobre ella y le abro el cuello y luego la follo y luego juego con su sangre y luego le desgarro el coño, de hecho se lo arranco del cuerpo, y chupo su estómago, intestinos, por la gigante cavidad rojinegra que acabo de formar, arrancando montones de carne, que uso de lubricante para masturbarme y después de eso, en principio, todo está perfecto.

16 de noviembre de 2010

Una imagen que se le olvidó a Fernando Mieles


Un cuadrado edificio al que sus exageradas y simétricas divisiones le da el aspecto de un gigante Cubo de Rubik, sólo que sin tantos colores. Un sol asesino que pega directo en la nuca y provoca sopor. Cientos de transeúntes yendo de izquierda a derecha y viceversa, de norte a sur y al revés. Boyacá y Luis Urdaneta.

- ¿8 x 7? – pregunta el delgado hombre de lentes y camisa manga corta metida dentro del pantalón, con tono de voz de parecer estar escondiendo algo y al mismo tiempo querer vendértelo. Ciertos de sus movimientos recuerdan a los de un roedor.

- 56 - le contesto volviendo mi cabeza para verlo. Espero mi turno aburrido, observando como de forma ni rápida ni lenta avanzan los números en el cronómetro digital mientras saco copias de mi cédula y certificado de votación.

El tipo con pinta de estar transformándose en roedor sin darse cuenta, al que le falta rechinar los dientes cuando habla, no me ha prestado atención. Una chica con apariencia de tener más de veinte pero menos de veinticinco le pregunta si es él es quien vende las papeletas de pago. El hombre que está sacando las copias se voltea y le dice que le cuesta siete dólares. La chica que anda apurada y no quiere ir al banco a depositar los cinco dólares que es el costo verdadero saca de su cartera el dinero. Se lo da. Espera a que un policía salga del radio de visibilidad, cruza los brazos y de la misma forma en que se le pasa la coima a los vigilantes de tránsito, con la mano hacia dentro – escondiendo los billetes –, el de las copias le entrega una papel celeste con el sello del Banco del Pacífico. Antes que se vaya, con un ademán para que se acerque, el señor rata le comenta que también tiene certificados de salud. Ella, que seguramente ha encontrado un nuevo trabajo y está haciendo los odiosos trámites con una sonrisa en el rostro, le contesta con un no gracias.

- ¿8 x 7? – vuelve a preguntarme, al mismo tiempo que saca un fajo de billetes para contar las ganancias del día. Cerca se escucha a otro policía redactando una carta en una máquina de escribir.

Un año atrás para sacar el Récord policial se pagaban cinco dólares en la ventanilla de la dependencia de la PJ. Un año después se debe depositar el mismo valor en una cuenta corriente del Banco del Pacífico. Los más probable es que durante un tiempo hubieron constantes descuadres en la caja; y ante los robos se tomó la decisión más sencilla, la que muchas veces es la típica en el Ecuador. Con la que uno se lava las manos. Los que pierden son los que obligadamente deben hacer el trámite – en un trabajo anterior también recuerdo que debido a la constante pérdida de rollos de papel higiénico se decidió que cada persona debía traer el suyo –. Los únicos beneficiados son los que descaradamente venden el certificado de pago dentro de un edifico de la policía. No suena tan irónico. Más bien tan ecuatoriano.

Creo que eso no lo vio Fernando Mieles, sino de ley que lo ponía en su película.

14 de noviembre de 2010

Harto Sam Mendes hoy


“This is my life” nos dice un magistral y bastante convincente Kevin Spacey. Así comienza una de las películas que más disfruto, que está entre mis tres favoritas, y que cuando la vi por primera vez me dejó como loco; la recomendaba a cualquiera que me encontraba, hablaba de ella con ojos brillantes de junkie a toda hora después de clases de la u, e intercambiaba opiniones, la rememoraba y comentaba acerca de varias escenas, con el primero que veía que no estuviera haciendo nada. La primera vez que me impresioné en un cine fue con la secuencia del gusano de afilados dientes saliendo del estómago de un desprevenido tripulante en Alien: El octavo pasajero. American beauty fue otra cosa. Una suerte de curso hiperintensivo de lo que las imágenes en pantalla grande te pueden regalar. Un hombre aún no sabe que va a morir, nosotros sí. Lo curioso es que es el primer trabajo de su director.

Sam Mendes es un tipo con una notable hoja de vida. Su obra aún se puede contar con las manos pero habla por sí sola. Cada vez que se escucha que está trabajando en algo las expectativas son altas, promete. Y no ha fallado desde su debut. Desde American beauty hasta la genial Away we go se puede notar esa búsqueda de la perfección, los infinitos detalles, las ganas de mostrar las cosas como son, lo prohibido. Su estilo no es tan personal y de autor como el de, digamos, David Lynch o Tarantino. Sus historias son cotidianas, sólo que no se limita a mostrar la primera capa, va más allá y lo visto en la pantalla es una suerte de The E! True Hollywood story y Behind the scenes del sueño americano. Revelando secretos y cómo en muchas ocasiones todo está tan lejos de la portada de revista para amas de casa; desnudando al máximo a los personajes, exponiéndolos, lo que pretende el director británico es un descarnado zoom que se detiene en las grietas, en las manchas en la pared, en las cicatrices ocultas.

Haciendo zapping en la tv, hoy dos canales de cable promocionan dos de sus trabajos. Buena forma de esperar su mejor obra, que es mejor creer aún pendiente.










12 de noviembre de 2010

Un día soleado


El Boss siempre tiene la razón. Cuenta la leyenda que cuando no está de gira o en los estudios de grabación trabaja en algún taller y/o fábrica de su natal New Jersey. Sus canciones son la voz de la realidad. La vida de la clase trabajadora. Historias de fontaneros, de tipos comunes. Relatos que transcurren en bares, entre juegos de billar, a los que llegan los camioneros a relajarse después de haber conducido catorce horas sin parar.

Fernando Navarro, a quien últimamente tengo como una especie de gurú musical, en su blog le ha dedicado memorables posts. Leo el último, el de su encuentro con Juanjo y corro a la computadora a poner esos mp3 que los tenía un poco guardados. Especialmente Waitin’ on a sunny day. Mi favorita. Escucharla una y otra vez hasta el cansancio. Bruce Springsteen es una suerte de predicador, con el poder de convencimiento de Martin Luther King o cualquier tipo que convoca a masas, que adoctrina y manifiesta su fe a máximo volumen, con temas que se convierten en himnos para corear y llenan estadios. Recomendación: nada mejor que sus presentaciones en vivo.

Trabajar. Viajar por Santa Lucía, Palestina, Lomas de Sargentillo. Maldita bachata por todos los lugares. Es una plaga. En Guayaquil cae la primera llovizna, pero llego a casa y enciendo la compu. Sale la voz del Boss. Es cuestión de minutos para que aparezca el sol.

Llueve, pero no he visto ni una nube en el cielo/ Debe ser una lágrima caída de tus ojos/ Todo va a salir bien/ Me pareció notar la dulce brisa/ Del verano: tal vez es que suspiras/ No te preocupes, vamos a encontrar el camino...



It’s rainin’ but there ain’t a cloud in the sky
Must of been a tear from your eye
Everything’ll be okay
Funny, thought I felt a sweet summer breeze
Must of been you sighin’ so deep
Don’t worry we’re gonna find a way.

I’m waitin’, waitin’ on a sunny day
Gonna chase the clouds away
Waitin’ on a sunny day.

Without you, I’m workin’ with the rain fallin’ down
I’m half a party in a one dog town
I need you to chase these blues away
Without you, I’m a drummer girl that can’t keep a beat
An ice cream truck on a deserted street
I hope that you’re coming to stay.

I’m waitin’, waitin’ on a sunny day
Gonna chase the clouds away
Waitin’ on a sunny day.

Hard times, baby well they come to us all
Sure as the tickin’ of the clock on the wall
Sure as the turnin’ of the night into day
Your smile girl, brings the mornin’ light to my eyes
Lifts away the bleus when I rise
I hope that you’re coming to stay.

I’m waitin’, waitin’ on a sunny day
Gonna chase the clouds away
Waitin’ on a sunny day.

10 de noviembre de 2010

Cortes


Desde la época en que se debatía la Ley de Aguas en la Asamblea Constituyente, y cada vez que ha podido, el Alcalde de la ciudad, como si se tratara de una cuestión personal, ha defendido la gestión de INTERAGUA, advirtiendo que se llegarían hasta las últimas consecuencias si en algo se ve afectada. Pobre. La empresa no le ha devuelto el favor. Es casi media noche y desde la mañana gran parte de Guayaquil sigue sin el servicio. Además del diseño de planes en que se ha puesto en último lugar a los sectores populares y que han demorado lustros en llegar a zonas marginales, y las críticas en varios barrios por el olor del líquido, los extensos cortes del suministro – de casi 24 horas – se han vuelto comunes. El viernes antes del megaferiado un día sin el servicio. Hoy es otro. En menos de quince días. Abro el diario y ninguna notificación, solo una pequeña noticia redactada por el mismo medio de comunicación. Mencionaba que la suspensión era hasta las cuatro de la tarde. Que se jodan.

En años de escuela recuerdo un boom en la construcción de cisternas y la compra de bombas para los hogares. “Diarrea y vomito” decía la propaganda del títere acerca de la prevención del cólera. Una razón. La otra los constantes cortes. Ahora parece que toca agrandar la cisterna. En Guayaquil con su pesado calor un día sin agua es una mierda. Podrán decir los de INTERAGUA – y el alcalde – que las incomodidades de ahora permitirán un mejor acceso y servicio en el futuro. En algo tienen razón. Sin embargo no pueden negar la pésima planificación, la poca comunicación, y el irrespeto y nulo interés hacia los habitantes de la ciudad. Con privatizadoras como estas quienes proponen las ideas de Gobiernos más pequeños - servicios públicos en manos de empresas - quedan en ridículo. Valdría citar una columna del no tan gracioso Rafael Lugo, publicada en Soho, que parafraseando señalaba que en Ecuador las buenas, nobles, justas y eficientes iniciativas como los sindicatos y la tercerización laboral, las hemos terminado corrompiendo, volviéndolas veneno, en un producto tóxico que ya nadie quiere tocar. Hasta encontrar y exigir algo mejor baldazo.

8 de noviembre de 2010

Lo cool: el autoritarismo y la intolerancia


Hu Jintao según Forbes: “A diferencia de sus colegas occidentales, Hu puede cambiar el curso de ríos, levantar ciudades, encarcelar a disidentes y censurar internet sin interferencias de latosos burócratas y tribunales”.

Palabras de amor de la importante revista financiera, que acaba de designar al mandatario chino como la persona más influyente en el mundo. Aunque: Aguanta, aguanta… ¿China no es una dictadura donde muchas libertades civiles se irrespetan y un par de masacres del pasado todavía el Gobierno las niega? ¿El actual Nobel de la Paz no es un preso político de ese país? Al parecer el autoritarismo ahora la pega.

Pragmatismo: Deshacerse de la fiscalización civil, amedrentar a los oponentes, pasar por encima de las leyes, hacer como si no existieran otras voces. Un manejo gerencial en el lado más déspota de la palabra, el dark side. Las cosas rápidas, efectivas, que se muevan, como a uno le gustan. Que en buen plan sirven para acciones específicas, en la que no se pueden perder tiempo. Por ejemplo Piñera poniendo todos los recursos a disposición para rescatar a los mineros atrapados – después vendrían, en forma de daños colaterales, los reclamos por la clausura de la mina, y la cansina publicidad y giras del presidente chileno –. No para imponer una ideología y un proceso particular.

Cosa que en distintos decibeles resulta común en Latinoamérica, amante de caudillistas. No en los Estados Unidos – tierra de libertades –; aunque desde la reciente victoria de los republicanos la impresión es que la intolerancia ha empezado a propagarse como el cólera en Haití. Declaraciones de sus miembros: “El Partido Republicano tiene como principal objetivo impedir su reelección - del presidente Obama – en el 2012” y “si el gobierno desea la cooperación deberá empezar a maniobrar conforme y hacia donde lo hagamos nosotros”. Los acuerdos y la cooperación, en estos tiempos, no son populares.

Los ojos y críticas letras de Gómez Lecaro, Gabriela Calderón, el Nobel Vargas Llosa y otros columnistas liberales que constantemente escriben acerca de la poca disposición a llegar a acuerdos y la intolerancia contra sus opositores, de los Chávez, Correa, Morales y más, deberán empezar a dirigirse a lo planeado por el ala ultra – derechista, hiper – conservadora y otros super fuckin' prefijos que expresan algo de ese fundamentalismo norteamericano, del que hoy explica algo Simón Panchano.

5 de noviembre de 2010

De turistas


UNO. Guayaquil, dos sábados atrás: La chica de Puerto Rico es bastante simpática. No parece ser de las que se arreglan por horas, se visten apretadas - combinándolo todo - y huelen a Victoria´s Secret, con Black Berry a la mano y el Pa Panamericano sonando con cada mensaje; más bien es un poco llenita, usa lentes de carey, arete en la ceja, y lleva puesta una holgada chompa y un cintillo de colores. Le dan un aspecto rasta sólo que sin las rastas. De forma tranquila y buena onda, en su stand de la Feria del libro, habla acerca del movimiento cartonero y explica que por esta vía cualquiera puede publicar un libro, levantar su editorial. La cosa es saber promocionarlo. El trabajo de ella. Pienso en Lisa Simpson creando su propio periódico.

«No me gusta la poesía» le digo a Marcela discretamente. La editorial sólo publica a poetas. Marcela tampoco es de versos, pero se enamora de la idea y compra un poemario: LSD. Una francesa adquiere otro que de la portada sobresale la mitad de un ala. No sé cómo lo llevará a Francia. No le digo nada. Es hora de irse. Damos las gracias a la puertorriqueña y aparece uno de los organizadores, con tono de “así es la vida”, preguntándole si es cierto lo del secuestro express. Fernando Balseca en su columna escribe del hecho, en el que él también estuvo. Nos quedamos callados. Nos vamos. Caminamos y Marcela me susurra que turro que le pase eso a un turista extranjero. Le pongo la expresión del organizador. Buscamos la salida. Me hago de las memorias de Velasco Mackenzie y firmamos, con pocas esperanzas, el libro para salvar el Yasuní. A Marcela le revisan el bolso. Estamos con las justas para cruzar el MAAC y llegar a Los amantes del cine – o algo así –, que en movida underground proyecta películas que rara vez se exhiben en la ciudad. Comento que el próximo año tengo ganas de ir al Cuyabeno. Es probable que no exista en la siguiente década. Hacer turismo para la nostalgia. Se lo propongo. Salimos.


DOS. Cuenca, durante un muy largo feriado: «6 y 30 de la mañana» se advierte. Quejas. Bromas. «¡Que hijueputa!». Quedamos así. Salir temprano. Domingo, 7 y 15, y nada. Llamo. En veinte por tu casa me contestan. Abro LA REVISTA y encuentro un especial de turismo gastronómico. Penipe, Cayambe y Puerto Hualtaco. Tortillas de piedra, locros y platos de mariscos son los productos estrellas. De los sitios he estado sólo en Cayambe. Comí los biscochos. Muy secos. A los productos los he probado todos. En otros lugares. Sigo esperando… Vamos para Cuenca, la ciudad con la mejor comida en el Ecuador, pienso. 111.92 kilómetros como dicen los letreros de la Revolución Ciudadana a partir de Tamarindo. Vías para volar. Llegamos en menos de tres horas.

Full Guayacos. Morlacos cabreados. Morlacos felices. ¡Vivan las fiestas! Pongamos todo caro. El Cafecito de ocho a quince dólares. Las discotecas, farándulas para monos, por entrar, sin consumo mínimo, veinticinco dólares. Viví más de un año en Cuenca. Primera vez que me siento turista. Yendo a sitios con hiper – inflación. Tiremos la plata en farra. Consuelo: Ruinas de Ingapirca. Visitar el Cajas. Despejar la mente. Resetearse. Buen paisaje. Hartos cigarros. Suerte, también, por la comida. De lo mejor para probar: Tigrillo cerca de la Artes del Fuego. Humitas en la Plaza de las Flores. Hot – dogs y pizza buenísima por el estadio. Hornado en Gualaceo y Sertag. No debe haber mejor ceviche que el manaba. Fritada que la de Atuntaqui. Pero en conjunto Cuenca, no por ser amante del cerdo y el cuy, sin precios exagerados, debe tener la mejor gastronomía ecuatoriana. Excelente sazón. Todo parece cocinado por artistas. Desde el mortal San Cocho hasta platos hindús en el centro. No hay economías a escalas.

Cinco días es exagerado para un feriado. Julio Verne decía que un hombre puede estar máximo dos años de vacaciones. Por lo económico un feriado debería tener límite de tres días. Cuatro para carnaval. Disfrutar el silencio de las afueras. Casi que regalar la plata durante las noches. Al regreso tocó reunir monedas para pagar el peaje. La cuenta del banco tiene un obeso cero. Se me ríe.

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