28 de noviembre de 2008

Sobre héroes y tumbas: Un vistazo de la historia argentina, desesperanza y ciegos

La historia argentina en 475 páginas, el espíritu de una nación encerrado en el cuerpo de una mujer, en aquella muchacha descendiente de unitarios y sin embargo partidaria de federales, en aquella contradictoria y viviente conclusión de la historia argentina, parecía sintetizarse, antes sus ojos, todo lo que había de caótico y de encontrado, de endemoniado y desgarrado, de equívoco y opaco. Alejandra y Argentina, ambos nombres de 9 letras que comienzan y terminan con la misma. Al leer Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sabato, esta es mi primera impresión. Un viaje mezclado entre ficción y realidad por un país que por herencia de sangre también me ha inyectado algo de endemoniado, desgarrado, equívoco y opaco, ¿qué es nuestra patria sino una serie de enajenaciones?, y que además nos muestra el tortuoso descenso al infierno de sus protagonistas.


El texto de Sabato transcurre durante la década de los 50 hasta 1961, antes y durante el primer peronismo, y estos hechos son el entorno sobre el cual se materializa la obra, los altoparlantes de la Alianza amenazaban con incendios y horcas… Los argentinos somos pesimistas porque tenemos grandes reservas de esperanza y de ilusiones… Además, entre diversos capítulos, se cuenta la historia del ejército del General Lavalle, asesinado en Jujuy, y por el cual su batallón (dentro de la época de independencia y Rosas) escapa hacia Bolivia con el cuerpo putrefacto de su General, tres días de marcha a galope tendido, con el cadáver que hiele y destila los líquidos de la podredumbre…

Estos hechos del pasado argentino son complementados con la metáfora que se hace sobre la familia Olmos (antigua oligarquía argentina), familia que en los tiempos de la novela se encuentra en decadencia y representa todo lo que murió con la revolución y Perón, aquella familia constituyó para mí, como para otras personas, un conmovedor y melancólico símbolo de algo que se iba del país para no volver más… También se hacen presentes Borges: Caminaban por la calle Perú... Borges tartamudeó con un aire entre culpable y malicioso, con ese aire que suelen tomar los paisanos argentinos irónicamente modesto, mezcla de secreta arrogancia y de aparente apocamiento… Tratando de escribir alguna página que sea algo más que un borrador, ¿eh, eh?...; la huelga del 21 en la Patagonia: En el veintiuno yo trabajaba de peón en Santa Cruz, cuando la huelga grande. Hubo una gran matanza...; Lenin y la revolución rusa: Nadia era fascinante, o quizás a mi me fascino tanto por su historia. Su madre había sido estudiante de medicina en San Petersburgo y junto con Vera Figner uno de los fundadores del movimiento “Tierra y libertad” (grupo terrorista que realizaba atentados contra los zares rusos)…; Marx participa escondido en el personaje de Max, era uno de esos judíos blandos y perezosos, con tendencia a engordar… Más tarde advertí que no tenía el menor sentido práctico ni la menor idea de cómo manejar su dinero… ambos estaban desprovistos de sentido práctico…; y aquellos que representan distintas costumbres argentinas y coincidentemente son los que más aprecio (La guerra podría ser absurda, pero el pelotón al que uno pertenecía era algo absoluto): Bucich y su pasión por Boca Jrs. (Y ahora vo decime si a este paí no estamo todo loco), Hortencia Paz con su pobreza y felicidad (los sufrimientos y el trabajo, la pobreza y la desgracia no habían podido borrar del rostro de aquella mujer, una expresión dulce y maternal), y Molinari (un hombre respetable, un pilar de la nación. En otras palabras: Un perfecto cerdo, un notable hijo de puta), un anarquista en su juventud ahora convertido en empresario.

Pero este, como señale anteriormente, solo es el entorno sobre el que transcurre Sobre héroes y tumbas. El libro está constituido en cuatro grandes apartados en el que se relata la atroz historia de amor de Martín y Alejandra, la obsesión y el caos de Fernando Vidal Olmos (padre de Alejandra) y las esperanzas de Bruno (Sabato escondido dentro de la obra).


Hace tiempo conseguí una versión en PDF, aunque reconozco que es bastante difícil así de leer, posteo mis episodios favoritos, para que alguien los aproveché, de este libro que es mi iniciador en la literatura, del cual nunca me cansaré de leer, que traerá grandes recuerdos de estar ahí, solo en mi cuarto o cualquier lugar, leyéndolo acompañado de un cigarro, un vaso de vino o la simple luz, sumergiéndome y acompañando a los personajes en una soledad y desesperanza absoluta, rodeado de una Argentina de la que solo quedan algunos vestigios en las historias de abuelos, que nos recuerdan que todas esas letras y el espíritu que las acompaña, alguna vez recorrieron desde Jujuy hasta la Patagonia.

Existe algo hermoso dentro del horror, fueron más o menos las palabras de Sabato que escuché una vez. No existe mejor descripción para Sobre héroes y tumbas.

La princesa y el dragón:

La primera parte es La princesa y el dragón. Nos muestran a dos seres completamente diferentes. Martín, siempre se había considerado feo y risible… su espíritu reinando sobre su cuerpo como un dictador austero… hijo de un pintor y madre de alguien a quien odia, mi madre es una cloaca…, algo parecido a un Greco, según lo descrito por el libro, es un ser atormentado, abúlico y triste que un día decidió escapar de su casa y antes de encontrar a Alejandra trabajaba en una imprenta y vivía en los parques. Alejandra es otro ser atormentado, pero ella por demonios que al parecer la poseían, quizá sea la encarnación de alguno de esos demonios menores que son sirvientes de satanás… ¿no ves que soy enferma, que sufro cosas atroces?... Martín dijo que para ella no era adecuada la palabra linda, ni siquiera hermosa; quizá se le podría decir bella, pero sobre todo soberana… Y ahí entre los dos empieza una historia de necesidades que poco a poco se va desgastando. Sufrí tanto con ella que muchas veces estuve al bordo del suicidio… Ha sido el periodo más maravilloso de mi vida… él, Martín, estaba de verdad siendo necesario a aquel ser atormentado y sufriente…




Mi episodio favorito de este apartado es cuando, después haber contado Alejandra su historia de niñez (lujuria, odio a sus padres y sed de venganza, y otros), dentro de la casa de Barracas, Alejandra le comenta, a Martín, la anécdota de la cabeza:

Se sentía el intenso perfume a jazmín del país… Se oyó un clarinete: Una frase sin estructura musical, lánguida, desarticulada y obsesiva… El tío Bebe, el loco… Oyó la risa seca y maligna… Esto es muy bueno para ciegos. Sintió que Alejandra se detenía como paralizada por una descarga eléctrica. ¿Qué te pasa, Alejandra?, preguntó Martín alarmado. Nada (respondió con sequedad), pero hacéme el favor de no hablarme nunca de ciegos… “Esto es el antiguo mirador”. ¿Mirador?... Aquí venían a pasar los fines de semana los Olmos, los Acevedo. Se rió. En la época en que los Olmos no eran unos muertos de hambre y unos locos. ¿Los Acevedo? (preguntó Martín) ¿Qué Acevedos? ¿El que fue vicepresidente? Sí, esos… Martín recorrió con su mirada la pieza como si recorriera parte del alma desconocida de Alejandra… Alejandra prendió un calentador de alcohol y se puso a hacer café. Mientras se calentaba el agua puso un disco. Escuchá (dijo, abstrayéndose y mirando al techo, mientras chupaba su cigarrillo). Se oyó una música patética y tumultuosa. Luego, bruscamente, quitó el disco. Bah (dijo), ahora no lo puedo oír. Siguió preparando el café. Cuando lo estrenaron, Brahms mismo tocaba el piano. ¿Sabés lo que pasó? No. Lo silbaron. ¿Te das cuenta lo que es la humanidad?... ¿Acaso no crees que la humanidad no es pura chanchada?... ¿Te das cuenta, Martín, la cantidad de sufrimiento que ha tenido que producirse en el mundo para que haya hecho música así?... En el silencio de pronto, a través de la ventana abierta, se oyó el clarinete, como sin un chico trazase garabatos sobre un papel. ¿Dijiste que está loco?... ¿No te das cuenta? Esta es una familia de locos. ¿Vos sabés quién vivió en el altillo, durante ochenta años? La niña escolástica. Vos sabes que antes se estilaba tener algún loco encerrado en alguna pieza del fondo… Mirá: Son restos de la legión de Lavalle, en la quebrada de Huamaca… Y ese otro barbudo, a la derecha, es el coronel Acevedo. Bonifacio Acevedo… Antes de nacer (Escolástica), Bonifacio se unió a la legión y nunca vio a la chica, porque la campaña duró dos años, y de ahí, de Huamaca pasaron a Bolivia, donde estuvo varios años… En el 52, después de 13 años de no ver a su mujer, que vivía aquí en esta quinta, el comandante Bonifacio Acevedo no dio más de tristeza… Llegó a Buenos Aires y lo pescó la Mazorca. Lo degollaron y pasaron frente a su casa y cuando abrieron tiraron la cabeza a la sala. Encarnación se murió de impresión y Escolástica se volvió loca… ¿Sabés que hizo Escolástica? La madre se desmayó, pero ella se apoderó de la cabeza y corrió hasta aquí. Aquí se encerró con la cabeza del padre desde aquel año hasta su muerte, en 1932… ¿Y qué pasó con la cabeza?... Pues muy simple: la cabeza quedó en casa… ¿Quieres verla? Por amor de Dios (exclamó Martín). ¿Qué tiene? Es una hermosa cabeza y te diré que me hace bien verla de vez en cuando, en medio de tanta basura…


Los rostros invisibles:

Los rostros invisibles empieza con la agonía de la relación entre Martín y Alejandra, dando paso a los tormentos del primero, sus persecuciones y manotazos de ahogado para recuperar esos momentos con Alejandra, que ahora trabaja en una peluquería y tiene menos tiempo para verlo, no comprendía el placer que puede encontrarse ganando dinero con algo que uno desprecia. Al rescate de Martín viene Bruno, Así se da la felicidad, en pedazos por el momento, que también mantiene cierta obsesión por Alejandra (pero porque ella se parece a su madre, Georgina, de la cual si estuvo verdaderamente enamorado). Bruno es un filósofo que entabla diversas conversaciones con Martín para que este se olvide de Alejandra, escribir al menos para eso, para eternizar algo pasajero… La obra de arte es un intento, acaso descabellado, de dar la infinita realidad… Tal vez a nuestra muerte el alma emigre…

Ahora, un Genial fragmento que sucede antes de la separación definitiva entre Martín y Alejandra:


Así que todo era parecido pero nada igual… El pacto establecido confería una melancólica paz al nuevo encuentro: hablaban suavemente como dos buenos amigos. Pero por eso mismo resultaba tan triste para Martín… Miraban los barcos, las nubes. También observaban las hormigas, que trabajaban con esa acelerada y empeñosa seriedad que las caracteriza. Mirálas como producen (comentó Alejandra). Segundo plan quinquenal… Unas hormigas tienen que transportar una pata de langosta hasta la cueva. Prueba de que son los bichos más zonzos de la creación… Pero las gallinas son peores… Son tan idiotas que al final te da rabia. ¿No te da rabia la idiotez?... Volvieron al silencio, pero quizá imaginando cada uno cosas diferentes… Alejandra busco su cartera y sacó una libreta de direcciones. De su interior extrajo una fotografía. Te gusta (preguntó)… Claro, como no me va a gustar, ¿quién te la sacó?... Martín se emocionó al mismo tiempo que sentía pena, como si tuviera algún significado de despedida… Yo me separé de vos, pero nunca creas cosas equivocadas de nuestra relación (dijo Alejandra)… Sintió que la mano de Alejandra le tomaba el mentón. Vamos (le dijo). Levantá esa cara. Pero Martín con fuerza y tozudez lo evitó. No, Alejandra, dejáme ahora. Quiero que te vayas y me dejes solo. No seas tonto, Martín. Maldito el momento en que viste esa carta estúpida. Y yo, maldigo el momento en que te encontré. Ha sido el momento más desdichado de mi vida… Alejandra se quedó callada. Después de un rato se levantó del banco y dijo: Caminemos un momento junto, al menos… Una lenta y grisácea paz fue descendiendo con esas palabras sobre el alma de Martín. Pero ¡cuánto mejor era la tempestad de los peores momentos de ella que esa calma gris sin esperanzas!... Aquel bar era el primero en que había conocido la felicidad… ¿vas al centro? (preguntó Martín), pensando con dolor que todo terminaba ya…No, a casa. ¿Querés que te acompañe?... Bueno, si querés (respondió ella, después de una vacilación)… empezó a tomar en uno de los boliches del bajo… Estaba inquieta, como si tuviera que tomar un tren y fuese necesario vigilar la hora… Finalmente entró en un cafetín en cuya vidriera había fotografías de mujeres semidesnudas y de cancionistas… Sobre el estrado apareció entonces una mujer de unos cincuenta años, pintarrajeada, con pelo platinado. Sus enormes pechos parecían estallar como dos globos a presión, debajo de un vestido raso. En las muñecas, en los dedos y en el cuello estaban cargadas de fantasías que refulgían a la luz roja del entarimado. Su voz era aguardentosa y canallesca. Alejandra observaba con fascinación. Qué (preguntó Martín, ansioso). Pero ella no respondió; sus ojos siempre clavados en la gorda. Alejandra (insistió, tocándole un brazo), Alejandra. Qué (volvió a decir). Es tan derrotada. No sirve para cantar y tampoco ha de servir ya gran cosa en la cama, salvo para hacer fantasías; ¿quién cargaría con semejante monstruo? Volvió nuevamente sus ojos a la cantante y murmuró, como si hablara consigo misma: ¡Cuánto daría por ser como ella!... Así que cuando ella volvió sus ojos hacía él, aquellos ojos vidriosos del alcohol, sabía que ya de sus labios tensos y despreciativos le saldrían palabras duras y vengativas… ¡No te quiero ver acá! ¡Ahora mismo te vas y me dejás sola!...

Informe sobre ciegos:

¿Cuándo empezó esto que va terminar ahora con mi asesinato?, se pregunta Fernando Vidal Olmos (padre de Alejandra) al principio del Informe sobre ciegos, la parte más surrealista de Sobre héroes y tumbas. El Informe… relata la paranoia de su autor por los no videntes y su creencia que ellos controlan el mundo, Sí, como dicen, Dios tiene el poder sobre el cielo, la Secta tiene dominio sobre la tierra y sobre la carne. Y al mismo tiempo descubrimos la personalidad de Fernando en esta cruzada llena de hechiceros, espiritistas, complots y enajenación: Soy un investigador del mal. ¿Y cómo podría investigarse el mal sin hundirse hasta el cuello en la basura?... Si estos cieguitos me temen es porque justamente soy un canalla… Felizmente tengo la propensión a imaginarme lo peor…

Son absolutamente geniales las dos pesadillas que tiene Fernando después de haber seguido a su antiguo compañero, y ahora ciego: Celestino Iglesias, y encontrarse más cerca del abismo:


No vi más, pero parecí despertar en una realidad que me pareció, o ahora me parece, más intensa que la otra… Estaba yo sobre una barca y la barca se deslizaba sobre un inmenso lago de aguas quietas, negras e insondables… era vigilado y contemplado por seres que no podía divisar… Pájaros a quienes yo había arrancado los ojos en aquellos años sangrientos parecían volar en las alturas, planeando sobre mí como si vigilaran mi viaje; porque, sin pensarlo, ya que estaba como desprovisto de pensamiento, yo remaba en una dirección que parecía ser la dirección en que aquel sol nocturno se pondría horas o siglos después. Me parecía oír el batir de sus grandes alas, cómo si aquellos pájaros de mi niñez se hubieran convertido ahora en enormes pterodáctilos o en murciélagos gigantescos. Arriba y a mis espaldas… presentía un anciano, que lleno de resentimiento, también vigilaba mi marcha… Su presencia, que yo sentía en forma casi intolerable, hasta el punto que podría describir la expresión horrible de su rostro, me impedía volverme hacía atrás… Yo trataba de concentrarme en mi dura tarea, no queriendo imaginar la forma y el horror de los monstruos, que, estaba seguro, poblaban aquellas aguas abismales e infectas… Ya aquel astro estaba cercano al horizonte cuando sentí que mi barca tocaba fondo… Sospechaba que me dejaban agotar en un esfuerzo inútil, durante años de estúpida y agotadora marcha, para, cuando yo creyera que al fin estaba en mis manos, arrancarme con los ojos la desatinada esperanza… vi como los grandes pájaros planeaban lentamente sobre mi cabeza. Advertí a uno de ellos que bajaba desde atrás … Sentí que aquel pico entraba en mi ojo izquierdo, y por un instante percibí la resistencia elástica de mi pupila, y luego cómo el pico entraba áspera y dolorosamente, mientras sentía cómo empezaba a bajar el líquido sobre mi mejilla… “Ahora tendré que soportar en el otro ojo”… Nada veía ahora, pero con el inmenso dolor y la curiosa repugnancia que sentía ahora por mí mismo no cejé en mi propósito de arrástrame hacia la gruta…

Mientras fui avanzando, aquella claridad aumentaba… Uno de esos astros que, con los últimos restos de su energía, bañan frígidos y abandonado planetas… ¡Comarca de la melancolía!... Todo habría comenzado y terminado por un incendio planetario. Entre las torres se levantaba una estatua tan alta como ellas. Y en su ombligo brillaba un faro fosforescente que parecía parpadear… El ojo fosforescente parecía llamarme y de pronto seguí que estaba destinado a marchar hacia la gran estatua… En el centro del colosal polígono distinguía ya con nitidez la estatua de la Gran Deidad, terrible y nocturna, con poder sobre la vida y la muerte… Sus manos y sus pies terminaban en garras. No tenía rostro… Yo sabía que debía haber una entrada para que yo pudiese pasar, y quizá solo para eso. En ese momento mi espíritu estaba dominado por la certeza de que todo aquello (las torres, la desolada comarca, muralla, el astro declinante) había estado esperando mi llegada… Miles de escalones habría de subir… Y cuando por fin llegué ante El, caí de rodillas, y permanecí de ese modo largo rato. Hasta que una voz que salía o parecía salir de aquel ojo, dijo estas palabras: “Ahora entra. Este es tu comienzo y tu fin”…

Un Dios desconocido:

La última parte de Sobre héroes… es relatada en su mayoría por Bruno, aquí conocemos más de la personalidad e historia de Fernando (su participación en grupos de asaltantes, su relación en su infancia, dentro de la mansión de Barracas, con Georgina, mamá de Alejandra, y su capacidad para engañar a las personas): Era todo lo contrario, en suma, de lo que se estima por una persona equilibrada… Era algo así como un terrorista de ideas… Fernando fue fundamentalmente una persona trágica, pero hay momentos de su existencia que bordean el humor… También se hace referencia a la huida de la legión Lavalle (cargando el cuerpo del General niño hacia Bolivia): En la noche silenciosa y helada se podían oír los cascos de la caballería en retirada. Siempre hacia el norte… Esta misma noche debemos estar en tierra boliviana...; y del viaje de Martín hacia la Patagonia buscando algo de paz: Iniciando el viaje interminable hacia el Sur… Allá, donde Martín imaginaba todo blanco y helado… lugares que parecen no haber sido ensuciados aún por los hombres y sobre todo por las mujeres… una paz purísima entraba por primera vez en su alma atormentada…

Aunque tiene un alto tinte político, lo que más disfrute de este apartado fue la descripción del anarquismo antes de la revolución de los 50 y de que Fernando escriba su Informe sobre ciegos:


Max entró en relaciones con Fernando la noche de un sábado del año 1928… Por aquel tiempo se debatía ásperamente el problema, sobre todo como consecuencia de los atentados y asaltos de Di Giovanni… el anarquismo está dividido en fracciones que se odiaban a muerte. Porque es error imaginar, como a menudo suponen los que ven a un movimiento revolucionario desde lejos o desde fuera, que todos sus integrantes ofrecen un tipo de personas; error de perspectiva semejante al que cometemos cuando adjudicamos atributos al que podría considerarse el Inglés, con mayúscula, poniendo candorosamente en un mismo casillero a personas tan disimiles como el hermoso Brummell y un estibador del puerto de Liverpool; o como cuando afirmamos que todos los japoneses son iguales… Pero la gama era infinita. Había el tolstoniano que se negaba a comer carne porque era enemigo de toda muerte violenta, y que muy a menudo era esperantista y teósofo; y el partidario de la violencia hasta en sus formas más indiscriminadas, ya porque sostuviera que el Estado sólo puede combatirse mediante la fuerza, ya qué, como en el caso de Podestá, daba así salida a sus instintos sádicos. Había el intelectual o estudiante que llegaba a través de Stirner o Nietzche, como Fernando, generalmente individualistas acérrimos y asociales, que muchas veces terminan apoyando al fascismo. Había resentidos que volcaban así su odio contra el patrón o la sociedad, y que a menudo terminaban convirtiéndose en despiadados patrones cuando lograban alguna fortuna o en miembros del cuerpo policial: y seres purísimos, llenos de bondad y de grandeza, y que aun siendo bondadosos y puros eran capaces de llegar al atentado y la muerte, como en el caso de Simón Radovitsky, llevados por un cierto tipo de espíritu justiciero, al destruir al hombre que juzgaba culpable de la muerte de mujeres y niños inocentes. Existía el vividro que con el cuento del anarquismo la pasaba muy bien, comiendo y durmiendo gratuitamente en casa de compañeros, a los que en ocasiones terminaba robándoles algo o quitándoles la mujer, y que cuando por sus excesos recibía alguna tímida recriminación del dueño de casa contestaba con desprecio “pero qué clase de anarquista es usted, camarada”. Y existía el linyera, partidario de la vida libre del pájaro, del contacto con el sol y el campo, que salía con su bulto al hombre a recorrer países y a predicar la buena nueva, trabajando en alguna cosecha, arreglando algún molino o algún arado, y de noche, en el galpón de la peonada, enseñando a leer y escribir a los analfabetos explicándoles en palabras sencillas pero fervientes el advenimiento de la nueva sociedad donde no habrá ni humillación ni miseria para los pobres, o leyéndoles páginas de algún libro que llevaba en su hatillo…

24 de noviembre de 2008

Recorrido ni tan a lo hondo del Azuay

Día sábado, en un memorando todos convocados a reunión extraordinaria de trabajo. Maldición, el viaje a Guayaquil o Quito, según las circunstancias, quedó en la nada. El motivo de la reunión lo conocemos los invitados pero el sitio de su celebración no. SE DEBERÁ ASISTIR A LAS 8 Y MEDIA DE LA MAÑANA A CHAULLABAMBA PARA LUEGO IR UNA HACIENDA DONDE SE LLEVARA A CABO EL COMITÉ, era más o menos el mensaje que contenía el itinerario. Así que en una mañana brumosa y con lluvia copiosa, digna de cuento de Allan Poe, y con aires de responsabilidad laboral, digno de libro de Donald Trump, me dirigí al encuentro pactado.

Durante los trayectos de ida y vuelta a Cuenca los vehículos nunca tocaron asfalto, todo el camino fue a través del barro. El barro era de todos los colores y densidades, se tenía del arcilloso de pigmentación rojiza, el gris y espeso que nos hizo patinar algunas ocasiones, y seguramente uno que otro mezclado con deyecciones de vacas, cerdos o cualquier otro animal de granja. Con una temperatura menor a diez grados y la lluvia cayendo en el piso, sintiendo filtrarse en la calcetas para llegar a los pies, el orinar al aire libre era una experiencia provocadora de sentimientos de semidiós atrapado en la nada, en la nada porque se veían personas cada tantos kilómetros, personas que te veían como a un alienígena dentro de un platillo que va de visita al lugar cada 100 años, pero la vegetación era abundante; no solo pastizales para ganado o llanuras como las del Cajas, sino se podían ver frutales y árboles variados que junto a varias cascadas, el cruce de puentes de madera en medio de tranquilos y cristalinos ríos, minas en una remota localidad de casas cariadas y a medio pintar llamada Chucharqui (de lo que conozco de Azuay lo sumo a lista donde también está: Cuenca, Sigsig, Camilo Ponce, Paute, Gualaceo, Certag, Jadán y otras más), escuchando gaitas colombianas promocionadas por el chofer proveniente de San Bartolo con anécdotas de carnavales y guarapos en pueblos remotos, completaban un paisaje de un lugar y personas que estás totalmente seguro que no volverás a ver, razón para detenerse y contemplar un segundo, recordando la revolución de la cotidianidad que promulga Juanele.

Este recorrido de rally amateur, con caminos que uno piensa de un Ecuador 50 años atrás y escenarios dignos para una película que recree la Batalla de Pichincha o para Pasado y Confeso, era el que se debía recorrer hace una década cuando la Josefina se desbordo en Paute abnegando una parte del país. La distancia que nos separaba de la carretera nunca pasó de los 10 kilómetros, pero esos diez kilómetros fue para creerse estar en lo hondo, en la esencia de algún lugar, un viaje en el tiempo, un regreso a Cumandá.

De regreso a Cuenca: parrillada uruguaya, partidos de fútbol, el resto de la reunión y todo lo demás que ya es otra cosa...

21 de noviembre de 2008

Ya que estábamos hablando de cine: Lecciones de Nueve Reinas

Con la finalización del Festival Internacional de Cine de Cuenca, a pesar de los problemas organizativos en la funciones, quedan ganas de seguir hablando de cine:

Nueve Reinas es una película argentina estrenada en el 2000, a mí parecer una de las mejores que ha producido el país de los asados, el tango, Sabato, Cortázar y el dulce de leche (y a mi viejo). No toca ninguna temática social como la pobreza, la migración o la dictadura. Es una historia urbana llena de mentiras y engaños (incluso los espectadores somos víctimas, cuando la vean se darán cuenta y el que ya lo ha hecho me dará la razón) que nos recuerda que un buen film de acción no necesariamente se traduce en disparar un millar de balas.

Todo transcurre en un día, 24 horas en la vida de Marcos, interpretado por Ricardo Darín (Kamchatka, El hijo de la novía), un clásico del cine gaucho y por Juan, interpretado por Gastón Pauls (Ser urbano, uno de mis programas favoritos). El primero es un ladrón y estafador experto sin escrúpulos que salva a Juan de que lo arresten después de haber intentado hacerle la uruguaya (truco) a una empleada de estación de gasolina. Después de salvar de que vaya en cana Juan, Marcos le ofrece laborar todo el día junto a él. Mentiras para afanarle anillos a abuelitas y gritos e insultos a camareros para que les entregue el cambio por tazas de café que nunca pagaron les permiten ganar lo justo para vivir, hasta que se presenta un antiguo socio de Marcos que les hace una propuesta que no podrán rechazar. Las nueve reinas son unas estampillas de colección de mucho valor, que el ex socio falsificó y se las piensa vender a un empresario español de negocios (ilícitos, claro está) por el Río de la Plata. Marcos por supuesto se aprovecha de la situación (incluso se aprovecha de su familia) y decide venderlas por su cuenta. De ahí en más comienza lo mejor.

Fabián Bielinsky se graduó con la dirección de esta película (Nueve reinas es su primera), con un guión entramado y excelentes diálogos entre porteños, siempre mostrando esa otra cara, subterránea, de Buenos Aires que muchas veces no nos presentan. Lo mejor: ¿Te das cuenta? Putos no faltan, faltan prestamistas.




Nueve reinas también causo revuelo fuera de América Latina, tanto que el otro día viendo la televisión me encuentro con una hermana norteamericana del film argentino. Está protagonizada por John C. Reilly (The aviator, The hours) en el papel de Marcos y Diego Luna (Y tu mamá también, The terminal) como Juan. El guión es casi el mismo, con un par de diferencias que nos quedan como lecciones: Al final de la versión yanqui no hay canción de Rita Pavone, El baile de los ladrones, es decir que no hay realismo mágico; Marcos no le pide sacar dinero a su abogado sino que vende su auto (difícil un fraude tan grande en Norteamérica) y sobretodo, en EUA no existió corralito, Marcos simplemente es denunciado a la policía.



Estas pequeñas y grandes diferencias recuerdan las emociones y las aventureras que debe pasar millones de latinoamericanos durante el transcurso de su vida, emociones que no existen solo en un tercio del mundo. Grandes y excitantes guiones se podrían escribir de las situaciones diarias que deben afrontar muchas personas de escasos recursos. Y la realidad nos deja seguir comparando: Mientras en Colombia muchos se quedan sin sus ahorros por su ambición de depositar dinero en pirámides, y queda esto para un posible relato de Fernando Vallejo o del autor de Sin tetas no hay paraíso (que incluya linchamientos y orgías); en Wall Street, por los mismos motivos de codicia y ambición, los especuladores son salvados en Washington y es probable que un nuevo René Magritte pinte otro The son of man que también valga muchos millones de dólares.



Tony brutal

En el último día del FICC, los organizadores no podían dejar de decepcionarnos en cuanto a la logística. La película programada para las 17 horas en el Park Cuenca era la española: Unas fotos en la ciudad de Silvya de José Luis Güerín. Nunca tuve la chance de ver La jeteé de Chris Marker (elogiada por varios conocidos), y una película que usa la misma técnica, la fotografía fija, para contar una historia era mi primera opción de miércoles soleado de fuga del trabajo. Por cierto: el camello que siempre deseé desde mi juventud, fue el ser fotógrafo. De National Geographic, de UNICEF, corresponsal de guerra, de alguna revista o cualquier otra labor necesitada de captar imágenes. Así Unas fotos... era una buena ocasión para homenajear viejos anhelos.

Las otras opcionadas de día miércoles soleado de fuga de trabajo eran: El lugar donde se juntan los polos (ecuatoriana), Este maldito país (ecuatoriana), La oveja negra (venezolana), El pez que fuma (venezolana).

Lastimosamente (palabra que se vuelve recurrente al hablar del FICC) se decidió pasar Tony Manero, película que no pude ver del día miércoles por las mismas causas. Pero para mi suerte, esa lástima se volvió en una agradable y brutal sorpresa de la cual agradezco a todos las deidades cinéfilas.

Leyendo la sinopsis, cuando realmente quería verla, creí que iba a presenciar una comedia en medio de una época atroz, una suerte de La vida es bella mezclada con Full monty. Pero qué iluso fui. Mi tocayo Raúl Peralta es el protagonista del film, un cincuentón que trabaja en un club de bailarín y que es un obsesionado admirador de Tony Manero, personaje de Saturday night fever, interpretado por Travolta. Raúl es un tipo al cual uno le siente lástima desde el primer instante, resulta algo patético, como un niño atrapado en el cuerpo de un cincuentón, un niño bailarín de disco encaprichado con ser alguien que ya existe. Todos esos pensamientos y sensaciones se derrumban cuando Raúl está dispuesto a hacer lo que sea con tal de parecerse y ser Tony Manero.




Los otros personajes que se incorporan a la trama son un conjunto de bailarines que lo apoyan en sus presentaciones y la dueña del local donde actúa Raúl y su grupo. Si todos estos personajes fuera una familia, y los Borgia fueran una referencia para calificarlas: Raúl y su grupo tendrían excelentes notas. Imágenes de sexo explícito con cierto toque bizarro y la violencia de los militares del Chile de los 70 complementan el escenario en el que se envuelve el relato.

Una analogía de la falta de moralidad de un país hundido en el terror para lograr el orden, resulta el brutal personaje de Raúl. Recordemos que el director Pablo Larraín no tiene ningún reparo en llamar asesino y ladrón a Pinochet, un ícono de la maldad chilena junto a Paul Scheafer.




De los recursos técnicos: los primeros planos son exquisitos, y las escenas de la persecución de Raúl a un comunista y de la llegada de la policía al bar son de tal ansiedad que sientes que el propósito del director es volar tu mente. La falta de una banda sonora (a excepción de las canciones de Saturday night fever) y la escasez de diálogos son parte infaltable de este arriesgado proyecto.

31 años tiene este director chileno. Lo más parecido a un Scorsesse latinoamericano.

20 de noviembre de 2008

Este maldito país

Mi primera opción de día miércoles en el FICC era Tony Manero, una película ambientada en la década de los 70´s, en plena época de Saturday night fever. Un joven chileno, imitador de los pasos de baile de John Travolta, lidera un grupo de bailarines que se inscribe en un concurso de talentos donde esperan demostrar todas sus habilidades. Desde esta perspectiva cómica, el director Pablo Larraín, pretende insertarnos en el ambiente de terror que se vivía en Chile durante la dictadura de Pinochet.

El resto del menú consistía en: El infiernillo (ecuatoriana), Ángeles negros (chilena), Carmen la que contaba 16 años (venezolana), Unas fotos en la ciudad de Silvia (española), La quema de Judas (venezolana), La orilla que se abisma (argentina) e Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo (mexicana).

Para mi maldita suerte, la película no salió de aduana, es decir que reposaba en el manso Guayas, así que los organizadores del festival decidieron proyectar: Este maldito país del director Jorge Martín Cueva.

Este maldito país lleva por nombre un verso de un poema del notable escritor ambateño Jorgenrique Adoum y el documental trata de descubrir la verdadera identidad de los ecuatorianos y nos pregunta: ¿Qué realmente somos los ecuatorianos?


Jorgenrique Adoum no lo sabe al ser hijo de libanes y madre ecuatoriana; Lourdes Tiban tampoco, al revelarse como una mestiza, porque su abuela había tenido un romance con un terrateniente, romance del cual salió su madre; “Papá roncón”, algo así como un Mozart de la marimba, nos cuenta que aprendió a interpretar esas melodías de indígenas esmeraldeños y no de afros; Jaime Guevara cantando en Quito por los hermanos Restrepo, y así, otros personajes desconocidos: Gays, inmigrantes japoneses y el resto de esos ecuatorianos comunes, que son extranjeros para el resto, nos cuentan cada uno su historia y lo que para ellos significa el Ecuador.

Cueva, con su obra y gracias a su jato original de sociólogo, trata de realizar algo más didáctico que estético, mostrando como en un territorio tan pequeño podemos ser tan diversos: Una persona no dice soy un cuerpo, sino tengo un cuerpo y un ecuatoriano no dice soy un país, sino tengo un país, relata la voz en off.

Y con todos estos testimonios, la mente comienza a preguntarse: ¿Quién definió lo que es ser un ecuatoriano?, ¿Quién es más ecuatoriano: Aquella qué está cargando tomates en el mercado o el guardia que lo mira con sospecha?, ¿Qué tanto conozco el Ecuador y qué tanto me identifico con un negro esmeraldeño, con indígena de Cocha, o con alguien que decidió inmigrar a Galápagos?




Delirium tremens después de esa última pregunta llegan recuerdos de infancia viajando en tren a Huigra entre gallinas, cerdos y personas; escenas con amigos comiendo en un pueblo llamado Barcelona, escala de un viaje hacia Esmeraldas; comiendo chochos en Otavalo; caminando entre heladerías y heladerías en el Chota, porque ahí la distancia no se miden en kilómetros sino entre heladerías. La tía de Guerrón, ese tieso marcador izquierdo de la selección ecuatoriana de fútbol me decía: Usted pasa dos tiendas de hela´o y antes de ver el puente llega al Juncal; recogiendo habas a caballo en Cajas – Imbabura, entre antiguas vías de ferrocarril; aprendiendo Huorani en Tabacundo; y en un bus preguntándole a un viejo: ¿Cuánto falta para llegar al lago San Pablo? Y él respondiéndome: Poco... ¿Usted es turista?, ¿de qué parte del extranjero viene? E inmediatamente de mis entrañas sale: Yo soy ecuatoriano, tan ecuatoriano como el encebollado y la fritada.

Dan ganas de agarrar una mochila, lo poco que tienes en la cuenta de ahorros y perderse en lo hondo del Ecuador.

19 de noviembre de 2008

Terapia de cine orgánico con Gustavo Fontán: La orilla que se abisma

Estamos todos cansados
y nos olvidamos del oro del otoño.
Quizá la revolución consista en lo que el hombre
ha estado postergando por siglos,
la necesidad del verdadero descanso,
el que permite ver cómo crecen
día tras día las florcitas salvajes.
Esa belleza, la que queda en los ojos,
es la que queda para siempre.

Juan L. Ortiz.

De La orilla que se abisma, film que ayer se presentó en el Festival de Cine de Cuenca, los que la presenciaron solo pueden hablar un 50 por ciento de ella, ello debido a que algún mequetrefe de la sala de proyección se olvidó o no probó el sonido. Sin embargo, a razón de experimento de cine mudo, La orilla... se presenta cautivante y en palabras de un asistente: “Si pudiera llevarme aunque sea ese cincuenta por ciento a mi lecho de muerte, me bastaría”.

La película, para ser sincero, es bastante rara. Comienza con el poema arriba escrito y después se traslada a la imagen de un gato, un gato en todos los ángulos y perspectivas que el lente pudo captar, para luego la cámara llevarnos a un viaje entre diversos paisajes de la provincia de Entre Ríos, notando claramente desde ahí que el propósito de el director es relacionar al espectador con la lírica del poeta Juan L. Ortiz (Juanele de aquí en más).

Juanele fue un poeta nacido en el siglo pasado en Entre Ríos – Argentina. A diferencia de los escritores de la época, que iban a realizar su aprendizaje a París o cualquier otra parte de Europa, él nunca salió de su provincia natal y ella, como toda relación simbiótica, le sirvió de musa para su obra (suerte que no vivió en estas épocas, porque si no le estaría escribiendo versos a las papeleras y odas a la empresa Botnia):

Fui al río, y lo sentía
cerca de mí, enfrente de mí.
Las ramas tenían voces
que no llegaban hasta mí.
La corriente decía
cosas que no entendía.
Me angustiaba casi.
Quería comprenderlo,
sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
con sus primeras sílabas alargadas,pero no podía.

Regresaba-¿Era yo el que regresaba?...

Con la premisa: Muchas veces a lo largo de mi vida me hice una pregunta: ¿Qué se puede conocer del otro?, el director Gustavo Fontán (que a leguas se nota que no es un director convencional) despliega varias escenas entrerrioanas, yendo de lo específico a lo abstracto (con una serie de puntos borrosos y difuminados, pinturas de Van Gogh y otras maravillas) que nos conectan con la cotidianeidad y nos pone a meditar lo que el resto piensa de cada una de las cosas que ve.

Una experiencia que despierta todos los sentidos. Una terapia de cine orgánico que nos devuelve a la tierra, con un Fontán que parece un director de orquesta, con su milimétrica edición, resaltándonos la grandeza de ciertas nimiedades.

Para destacar son las escenas a blanco negro en la casa de Juanele, el viejo pescando en la nada (¿pescándose a sí mismo?) y el poema, arriba escrito, con que termina su ópera prima.

Esquirlas: Entre Ríos será destino fijo en mayo/. las otras películas de día martes fueron: Bolivia para todos (boliviana), varios Cortos ecuatorianos (ecuatoriana), de El rebaño los ángeles (venezolana), ¿Es la economía idiota o cómplice? (argentina), El pez que fuma (venezolana), Este maldito país (ecuatoriana), La matinee (uruguaya).

18 de noviembre de 2008

Antes que la prohíban

En Cuenca, entre aburrimientos y monotonía de una ciudad taciturna, desde el jueves pasado hasta el jueves que sería pasado mañana, se está realizando el 7mo festival internacional de cine (FICC). Más de 40 películas, la mayoría latinoamericanas; es decir una chance para ojear al nuevo y viejo cine que difícilmente llega a esta localidad rodeada de valles.

Por motivos de sorna, recién ayer decidí asistir, ahora arrepintiéndome de no haber presenciado las funciones de fin de semana. Los rincones cuencanos apartados para el festival son el Teatro Sucre y el Park Cuenca (un antiguo cine demolido para convertirse en parqueadero, todo en aras del progreso, pero con la condición de dejar un pequeño cubo en el 4to piso para que los cinéfilos conserven un ghetto).

El menú de comienzo de semana te ofrecía seis filmes para disfrutar, lamentablemente, por motivos de rutinario trabajo, mis opciones se vieron reducidas a tres películas. De las que no tenía ninguna chance estaban: Surfing favela (brasileña), Bolivia para todos (boliviana) e Historias extraordinarias (argentina, la cual ya había visto anteriormente y recomiendo a aquellos que les gustan los relatos sencillos). Y de las opcionadas la lista consistía en: Carmen la que contaba 16 años (venezolana), El colombian dream (colombiana) e Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo (mexicana).

La elegida fue la colombiana, por la razón de que no tenía mayor interés en escuchar los relatos de un asesino en serie de México D.F., menos una historia de un policía que asesina a la muchacha que antes había salvado (me suena a culebrón venezolano). Así que sin más preámbulos, y con ganas de algo diferente a las pelis de Arturo Ripstein, a las 21 horas me dirigí al estacionamiento convertido en cine para ver El colombian dream.



La historia te la cuenta Lucho, un feto abortado hace 14 años, que como todos los muertos, todo lo puede ver. La película comienza en el Colombian Dream (un antro de propiedad de Lola, la madre Lucho, que le puso ese nombre a su local porque a ella le negaron la visa a EUA y nunca pudo lograr el American Dream), con una música pegajosa y vertiginosas escenas que te invita a seguir expectante de la trama.

El Colombian Dream entonces vendría a ser ese sueño de colombiano (expandiéndolo a latinoamericano) de tener un negocio propio y hacer plata fácil (así como en Colombia ahora hay protestas por esas pirámides, que así como las hormigas pueden levantar varias veces su peso, estas te devuelven tres veces el valor que depositaste).

Pepe y Enrique Arango (gemelos, hijos de un español que le teme a la muerte y por eso vive del sexo, y sobrinos de Lola) y Rosita (hija de Lola), además de formar un triángulo amoroso, un día conocen, en el American Dream, a un, denominado por Lucho, “Ángel” y este último, a los tres, les presenta una pastillitas de felicidad, curiosamente amarillas (la riqueza de nuestras tierras), azules (el vasto mar que rodea a las tierras) y rojas (la sangre de los próceres).

Este acercamiento a las drogas, conducirá a estos teenagers a una historia de narcotráfico, sicarios, cuernos y más.


Pero lejos de ser un drama al estilo de “El cartel” u otras de esas novelas colombianas que tratan una problemática social, Colombian dream está llena de recursos técnicos que la vuelven surrealista y psicodélica, parecida a una alucinación por consumo de éxtasis, LSD o a algún video musical de los tiempos de Beavis & Butthead, e hilarante, aunque después de los primeros cuarenta minutos la película resulta agobiante por el abuso del humor y chiste fácil.

El director Felipe Aljure, con la trillada, pero brutal, temática de las drogas, trata de alejarse del realismo mágico colombiano de Macondo (claro está que no logra superarlo) y ser pionero en una nueva narrativa en Colombia (dejando mucho que desear con este segundo intento) sobre los valores de la nueva generación.

16 de noviembre de 2008

En todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío...

Desde las primeras páginas de esta atroz historia de autoría de Sabato, te sorprende que el narrador de la historia sea un tipo vil lleno de rencor y desgracias provocadas por él mismo. Debo confesar que ahora lamento no haber aprovechado mejor el tiempo de mi libertad, liquidando a seis o siete tipos que conozco… Siempre he mirado con antipatía y hasta con asco a la gente… La humanidad me pareció siempre detestable. Y es más impresionante que esta historia transcurra en los años 50, época que nuestras madres nos resaltan como ejemplo de lo bueno, galantes y caballerosos que eran los hombres de aquel entonces, aunque si lo piensan bien, muchos de esos hombres son los racistas, xenófobos y prepotentes que dejaron una huella de la que recién nos estamos librando, pero como lo dice el principal personaje del “El túnel”: Siempre he pensado que no existe la memoria colectiva… El pasado me parece tan horrible como el presente…


Juan Pablo Castel es el personaje principal del libro de Sabato, un abyecto y despreciable pintor, el cual cuenta su historia a manera de monólogo desde la cárcel después de haber asesinado a María Irribarne, por lo que de todos los personajes introducidos en la novela: no sabemos nada, porque a estos los vemos con los ojos del asesino pintor.

Juan Pablo pinta para una exposición y fuera de la temática central del cuadro, existe una escena de una ventanita que da a una playa con una mujer mirando al mar. Era una mujer que miraba como esperando algo, quizá algún llamado apagado y distante. María es el solitario ser que se detiene a observar detenidamente la escena y Juan Pablo, viéndola a ella, siente que es la única persona que ha llegado a entenderlo, y ahí, el lector creyendo que comienza una historia de amor y nace un poquito de esperanza en este despreciable hombre, simplemente presencia como sucede lo peor.

Mi cabeza es un laberinto oscuro… Juan Pablo hace lo imposible para contactar a esta mujer y se imagina como serán sus conversaciones con ella y como llegará a conocerla, torturándose a él mismo en todo este lapso. Una vez que la conoce, sentía que en esa casa (María) renacían en mí los antiguos amores de la adolescencia, la trama cada vez se va volviendo más oscura y la locura de Juan Pablo se desata por una desconfianza carente de sentido hacia María. Las peores cosas de María las imaginaba precisamente con esas sombras anónimas… y kafkianamente, ante nuestra impávida mirada, este hombre poco a poco, y a veces violentamente, se transforma. El hombre aquel comenzó a transformarse en pájaro.

La desesperanza es total en el libro y ni siquiera el suicidio es una salida para el atormentado personaje: La vida aparece a la luz de este razonamiento como una larga pesadilla, de la que sin embargo uno puede liberarse con la mente, que sería así, una especie de despertar. ¿Pero despertar a qué? Esa resolución de arrojarse a la nada absoluta y eterna me ha detenido en todos los proyectos de suicidio.

Desde el existencialismo viene Sabato para acompañarnos en un cavernoso viaje hacia las peores y más recónditas sensaciones del ser humano.


Para destacar, aunque viole alguna ley de derechos de autor: Uno de los mejores pasajes que debe existir en la literatura.

Y era como si los dos hubiéramos estado viviendo en pasadizos o túneles paralelos, sin saber que íbamos el uno al lado del otro, como almas semejantes en tiempos semejantes, para encontrarnos al fin de esos pasadizos, delante de una escena pintada por mí, como clave destinada a ella sola, como un secreto anuncio de que ya estaba yo allí y que los pasadizos se habían por fin unido y que la hora del encuentro había llegado.

¡La hora del encuentro había llegado! Pero, ¿realmente los pasadizos se habían unido y nuestras almas se habían comunicado? ¡Qué estúpida ilusión me había sido todo esto! No, los pasadizos seguían paralelos como antes, aunque ahora el muro que los separaba fuera como un muro de vidrio y yo pudiese verla a María como una figura silenciosa e intocable… No, ni siquiera ese muro era siempre así: A veces volvía a ser de piedra negra y entonces yo no sabía que pasaba del otro lado, que era de ella en esos intervalos anónimos, que extraños sucesos acontecían, y hasta pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo deformaba y que quizá había risas cruzadas con otro y que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío...

15 de noviembre de 2008

Caretas

Para algunos expertos, la palabra persona proviene del griego prosopón, término con el que se denominaba a las máscaras utilizadas por los actores de las tragedias griegas.

“The Yes men” (activistas) se encargan de mostrar el verdadero rostro de las corporaciones e instituciones globales. Así han asistido a invitaciones de congresos simulando ser representantes de la OMC que defienden la esclavitud (esto como ejemplo de sus variadas acciones).


Pero existen algunos personajes que no necesitan ser desenmascarados, sino que cambian de careta según las circunstancias e intereses. Como se tiene una máscara para el rol de hijo, o en el trabajo, José María Aznar (ex presidente de España) ha mostrado diferentes máscaras en su faceta de líder y personaje público.

Este madrileño, de joven sindicalista conservador, durante su mandato firmó el Protocolo de Kyoto y ratificó su adherencia ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, sin embargo el 22 de octubre del 2008, dentro de la presentación del libro del presidente checo Vaclav Claus, “Planeta azul (no verde)”, editado por la Fundación FAES de la cuál Aznar es el máximo directivo, durante su discurso expuso sus dudas sobre el fenómeno del cambio climático.

Duras críticas ha recibido el anteriormente mandatario español, e incluso el Partido Popular (con el cual llegó al poder), a través de su actual líder, Mariano Rajoy (criticado por la misma razón), eludió hablar del tema, señalando que esa era la opinión personal de Aznar y no del partido.

Leyendo el discurso, publicado en la página web del diario El País de España, se puede notar que los medios de comunicación han sobredimensionado las expresiones, y que lo pretendido por Aznar es involucrar a otras voces en el debate sobre las consecuencias de la actividad humana en el calentamiento global; aunque son de analizar varias comparaciones que hace entre los comunistas y los defensores del medio ambiente, y sus palabras sobre la crisis financiera y el Partido de Gobierno, Partido Socialista Español (sin olvidar que Aznar es dueño de una empresa especuladora que financia papeles tóxicos).

Ante todas estas palabras es necesario preguntar: ¿Por qué un hombre que durante su presidencia firmó el tratado global más importante en temática ambiental, ahora apoya un libro que critica que financien recursos a esta causa?.

Aznar, después de su presidencia, comenzó una interesante y exitosa carrera empresarial, siendo parte del consejo de News Corporation, de propiedad del multimillonario texano Rupert Murdoch, donde también tiene como patrones a Faved Sarofim y Charles Wilson, los dos fuertemente relacionados con la industria petrolera. En un excelente reportaje de la revista Interviú, se menciona que Aznar también es invitado de honor y exponente de instituciones filantrópicas de carácter neoconservador en Washington D.C. como la American Enterprise Institute for Public Policy Research (AEI), a la que pertenece Dick Cheney (vicepresidente de Bush) y la Heritage Foundation, ambas con lobbies negacionistas del cambio climático financiados por Exxon Mobil.



Este hombre que durante su mandato mostró pruebas de que en Irak existían armas de destrucción masiva (España fue atacada por Al Qaeda en el 2004), pero que ahora niega que las haya (al igual que lo hace con lo discutido en el Kyoto), con la FAES mantiene amplia influencia en América Latina.

Sin importar si las amenazas que presentan los temas discutidos en los foros de la FAES son reales, como el neoestatismo, populismo, militarismo e indigenismo, es necesario detenerse un segundo y ver la verdadera careta de quienes quieren adoctrinarnos.

13 de noviembre de 2008

Ciudades vivas por la tiza

Un capítulo de la Rayuela de Cortázar (pág. 480) comienza con Pola (la amante de Oliveira) mirando al suelo y medio mundo mirando al suelo. La imágenes descendentes que se presentaban eran, desechables, obras de arte pintadas con tizas, espectáculo que perduraría hasta el siguiente día, para luego trasladarse a otras calles, esto si los jóvenes o viejos artistas reciben unas pocas monedas de los curiosos presentes.

Julian Beever (artista británico callejero), los días miércoles en Film & Arts, presenta un reality show llamado Arte urbano, en el que viaja por distintas ciudades alrededor del mundo para conocer a los mejores artistas (y sus técnicas) callejeros de las localidades visitadas, además de realizar una obra con tiza en tres días que represente, a su parecer, la idiosincrasia del lugar. En noviembre podremos verlo por New York, San Francisco, París y Ciudad de México.


Durante el periodo desde que se terminó de redactar la nueva Constitución hasta el referéndum de aprobación, uno de los gratos sabores que dejó la oposición y algunos activistas que apoyaban el Sí, fue la muestra de imaginación a la hora de hacer campaña. Olvidando a las personas que paseaban un borrego por las aceras o la viudas que se vestían de negro, el haberle vendado los ojos a varias estatuas alrededor de Quito o el pegar afiches parecidos a los de clausura que coloca el SRI a los locales que no cumplen con las disposiciones, pero estos irreverentes con contenidos alusivos a la propiedad privada, simplemente fueron ideas geniales.

En Guayaquil, aparentemente la imaginación únicamente se desata en el salón octubre y en el salón de julio (además de los eventos políticos), con algunas obras que te puede volar la mente. Galerías de arte como DPM (se recomienda el blog de Rodolfo Kronfle: http://riorevuelto.blogspot.com/) también mantienen notables exposiciones.

Sin embargo, el arte en Guayaquil, pareciera necesitar una fuerte dosis de comunismo para que esta salga a las calles y esté dispuesta a expresarse y revelarse ante todo el mundo y no permanecer en remotas islas con pocos visitantes.

En una ciudad donde cansa la monotonía y rigidez de la arquitectura, no vendría nada mal darle algo de vida, y no hay que referirse únicamente a los grafitis, que en la mayoría son asociados con pandillas o "lacras sociales", aunque varias de las más sabias frases que he escuchado o leído están retratadas en paredes alrededor del globo, como las famosas del mayo del 68: “Prohibido prohibir” o “Debajo de los adoquines, la playa”.

Si se comienzan a rayar las paredes del cabildo porteño, varios grupos de urbanidad y ciudanía, seguramente encabezados por Margarita Arosemena, empezarían a marchar y protestar, por según ellos, dañar el ornato de la ciudad, entonces para que todos seamos felices, podrían invitarse a artistas locales y/o extranjeros que trabajen bajo la técnica de Julian Beever, donde sus obras de arte sean perecederas, retratando las costumbres y estilos de vida de los guayaquileños, donde incluso después de un tiempo, por propia decisión de los moradores de los sectores, la imagen podría quedarse permanentemente (en Gran Bretaña, vecinos de barrios han pedido que no se borren ciertos grafitis porque los sienten parte de la comunidad).
El mismo Julian, y se puede verificar mientras vemos su programa, señala que estos dibujos crean un aire de confraternidad entre las personas que se detienen a observarlos y varias ciudades alientan a su exposición. En Guayaquil debería buscarse otras formas de que los ciudadanos disfrutemos de los lugares públicos.

11 de noviembre de 2008

Aciertos y desaciertos de ciegos

En un mundo donde las biografías, libros de auto - ayuda, textos para encontrar la bonanza financiera, literatura Light (Paulo Coelho) y otras aberraciones conforman el listado de los más leídos, definitivamente Saramago va en contracorriente de las tendencias actuales. A contracorriente también del microcosmo de intelectuales literarios, que tienen como principio básico, que los buenos sentimientos son sinónimos de mala literatura.

Lo de los buenos sentimientos es para la discusión, porque en algunas de las entrevistas que le han realizado, Saramago siempre se ha considerado un ateo profundamente enamorado de la utopía de Jesús, y en sus pensamientos se expone su convicción de igualdad y justicia en el trato entre seres humanos; aunque en sus palabras también se nota cierto misántropo pesimismo de que estamos condenados a vivir en un egoísta mundo de mierda gobernado por personas, y tiene la certeza de que si se da un cambio en el mundo, este será para peor y a la civilización humana no habría que apostarle ni un céntimo.

Este encuentro mezclado de demonios pesimistas y esperanzados se refleja en Ensayo sobre la ceguera, la principal obra de este autor portugués que se define a él mismo como un autodidacta orgulloso y comunista libertario (intrigante). Ensayo... nos transporta a un abyecto mundo de personajes sin nombres, donde se puede apreciar lo peor y lo mejor de las personas.

Entre las frases subrayadas que tengo en mi texto, son de destacar, para esta ocasión (y antes de ver la película, para no olvidar las primeras imágenes que me dejó este mundo sin ojos), a las que mejor representan esta metáfora de una sociedad sin respeto y sin solidaridad, donde para Saramago todos nos hemos quedado ciegos:

Es como si hubiera caído en un mar de leche... Estamos aislados, más aislados de lo que probablemente jamás estuvo alguien anteriormente... Ningún perro reconoce a otro perro por el nombre... Un simple atasco en el retrete, solo uno, y esto se convertirá en una cloaca... Hay muchas formas de convertirse en animal y esta solo es la primera...

El mundo caritativo de los cieguitos se ha acabado, ahora es el reino duro, cruel e implacable de los ciegos... La mayor dificultad para poder vivir razonablemente en el infierno es el hedor que allí hay... La ceguera también es esto, vivir en un mundo donde se ha acabado la esperanza... Estamos ciegos porque estamos muertos, o estamos muertos porque estamos ciegos...

Espléndido relato desgarrador de este hijo de la localidad de Azinhaga, que mientras más viejo se vuelve, más radical piensa (palabras que él mismo mencionó en alguna ocasión).

Pero, oh! Decepción, esta senil radicalidad o la desesperanzada ceguera parece haberlo envuelto en el mundo real, al darle su apoyo a Hugo Chávez, del cual Saramago dijo el año pasado: que el poder que tiene es porque se lo ha dado la gente al votar en varias ocasiones por él, apoyo que se mantiene hasta el día de hoy y que se podrá apreciar en la próxima Feria del Libro en Caracas, donde se presentará una versión del Quijote de Cervantes con un prólogo escrito por el portugués, en lugar del redactado Mario Vargas Llosa (de derecha y liberal). Parece que Saramago no se ha enterado de las advertencias de Chávez hacia la oposición, en caso de que esta gane en alguno de los principales departamentos, dentro de las próximas elecciones seccionales.

No soy partidario de que por estos hechos debamos quemar o prohibir a nuestros conocidos los textos de Saramago. La obra literaria de Günter Grass no vale menos por su pasado nazi, ni la de Milan Kundera por el supuesto delato que le hizo a un compañero de universidad y al cual encarcelaron por 22 años en una mina de uranio.

Los libros son las ventanas que nos permiten ver y disfrutar como otras personas piensan distinto, sin embargo también se debe manifestar y discernir cuando uno no esté de acuerdo con los actos e ideas de los autores.

Seguiré con la ficción de Saramago (me falta La caverna) porque la disfruto y porque tengo el mismo de derecho de hacerlo, como lo tiene cualquiera de criticarlo o criticarme a mí por leerlo.

Mientras en Kenia se baila, ¿Qué pasa en el Congo?

El martes 4 de noviembre, la villa de Kogelo, Kenia fue una fiesta con el triunfo electoral de Barack Obama. Los residentes del lugar donde de niño se crió, pastoreando cabras, el padre del 44avo presidente de los Estados Unidos de América ofreció sacrificar un buey si se daba la victoria, y la promesa se cumplió en una celebración donde estuvieron presentes la abuela, Sarah y el hermanastro, Malik del flamante mandatario hawaiano.

Las celebraciones llegaron a Nairobi (capital de Kenia) y otras localidades del país, el presidente keniata mando a asfaltar la carretera que conduce a Kogelo y dispuso de una mayor seguridad para la familia africana de Obama (lo que me recuerda a las discusiones que se mantienen sobre el tema de la seguridad en Guayaquil entre las Cámaras de turismo, un modelo de seguridad que no está enfocado hacia el ciudadano, sino al turista y del que colateralmente se podrían beneficiar los guayaquileños).


Y ya que África está tan de moda en estos días, trasladémonos un poco al sur de este continente y veamos lo que está sucediendo en la República Democrática del Congo (donde el Che Guevara estuvo en los años 60): Desde 1997, según OXFAM, 3.8 millones de personas han perdido la vida (por causas relacionadas con el hambre y enfermedades prevenibles) en una de las más crueles guerras civiles, conflicto provocado por la oposición hacia el dictador Mobuto, el genocidio en Ruanda y la violencia desatada en Burundi (hechos que provocaron que miles de desplazados se trasladen a lo que antes se conocía como Zaire y apoyen la insurrección).

La guerra civil finalizó en el año 2003 con un gobierno de transición y el 23 de enero del 2008, se firmó un acuerdo de paz entre el Gobierno congoleño y 22 grupos armados. Sin embargo, el 29 de octubre del presente año, unas 20 mil personas de la zona de Kibumba fueron desplazadas por enfrentamientos entre el Ejército y el grupo de oposición: “Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo” liderado por Laurent Nkunda.

José García Botía, que pertenece a uno de los “Comités de Solidaridad con África Negra”, duda de la presencia de cascos azules de las Naciones Unidas en suelo congoleño y la masiva cobertura de los medios a un país, que durante su más cruento periodo, no se le dio mayor importancia. Una prueba es la reciente manifestación en las localidades de Goma y Bukavu en contra de la presencia militar internacional.

Las razones para este rechazo del pueblo congoleño y la duda del investigador español, se debe a que varios residentes de las localidades donde se están dando los enfrentamientos, han visto a los soldados de la ONU cargando helicópteros con minerales hacia Ruanda y entregándoles armamento a las tropas de Nkunda. El apoyo hacia este señor de la guerra, tiene su razón de ser, porque el Congo es uno de los países con mayores riquezas minerales dentro del África: Oro, cobalto, diamantes, cobres y estaño son sus principales reservas, pero la joya de la casa es el coltán, el cual produce tantalio, que es esencial para la fabricación de teléfonos celulares y el Congo, debido a su escasez mundial, es un monopolio en cuanto a las reservas.



La sospechosa, reciente, intervención a cargo de Francia y Bélgica con los cascos azules, viene por la presencia de empresas y el Gobierno chino en negociaciones con los dirigentes del Congo para la compra del coltán, a cambio de porcentajes mayores de los que ofrecen actualmente las multinacionales occidentales, peligrando, además del negocio de las telefónicas europeas, también las ganancias de traficantes ruandeses que sacan las materias primas por sus fronteras y de las que se beneficia el presidente de Ruanda (a la que internacionalmente se declara como un ejemplo de desarrollo), Paul Kugame, que a su vez financia a Nkande.

Para África, con la llegada de Obama a la presidencia de EUA, también se esperan winds of change.

Fuentes:
Alguna de las claves para saber lo que está pasando en la R. D. del Congo, por José García Botia.
http://www.revistapueblos.org/spip.php?article1453
Oxfam da la voz de alarma sobre la escalada de violencia en el Congo.
http://www.oxfam.org/es/pressroom/pressrelease/2008-10-29/oxfam-da-la-voz-de-alarma-sobre-la-escalada-de-violencia-congo

7 de noviembre de 2008

El Kevin Carter que algunos llevamos por dentro

Existen fotografías que dan la vuelta al planeta por su crudeza y atrocidad. Su fama proviene del despertar que provoca en el resto de la humanidad, de que existe una realidad a varios miles de kilómetros de distancia.

Imágenes de la masacre de My Lai en Vietnam despertaron al mundo de lo que realmente sucedía en esa guerra, de igual forma; y para los almanaques de nuestra memoria tenemos escenas de los campos de concentración nazis en la Segunda Guerra Mundial. Solo para nombrar unos pocos ejemplos de los horrores, retratados, que han sido autores y víctimas los seres humanos.


Pero, ¿quiénes son los personajes que inmortalizan estos momentos? No aliento a que los veamos cómo héroes, sino simplemente como testigos presentes, en vivo y en directo, de momentos cruciales que quedarán grabados en la historia y preguntarnos: ¿Cómo afectaron estos hechos en sus vidas?



Kevin Carter nació en Sudáfrica en 1960, en plena época de apartheid. Cuando cumplió los 24 años y a sabiendas de los enormes privilegios que tenía por haber nacido blanco y de las enormes injusticias que esta diferenciación conllevaba, empuñó su cámara fotográfica como arma para luchar contra el racismo de aquel entonces.

Con la liberación de Mandela en 1990 y durante los 4 años siguientes, tiempo en el cuál se iniciaron los procesos de paz que llevarían hacia la democracia sudafricana, a causa de los opositores de este proyecto, se vivió el período más violento en este país. En las periferias de Johannesburgo diariamente se produjeron masacres en las que murieron cerca de 12,000 personas. Ahí, copiando las palabras del fantástico John Carlin (periodista el cual sería mi referente si me dedicara a esa profesión), Carter se presentaba, todos los días por las mañanas, a esos campos de la muerte, como se presentan los oficinistas a su trabajo.

John Carlin estuvo también presente en estos sitios como corresponsal de guerra (razón por la qué tomo de su historia los principales hechos para este post) y vio como el fotógrafo sudafricano, por realizar su trabajo, se exponía a los mayores peligros con tal de obtener una imagen. Kevin trabajaba junto a tres compañeros más, a los cuáles denominaban “el Bang Bang Club”. Dormían poco y consumían drogas de todo tipo para adaptarse de la mejor manera, en ese mundo frenético al que debían asistir durante el tiempo que duró el conflicto.


En marzo de 1993, Carter viaja de vacaciones a Sudán y apenas llega al lugar, ve la escena de una niña, que si no supiéramos que se trata de un ser con alma, podríamos decir que era un famélico saco de carne buscando como sobrevivir, acechada por un buitre. Carter tomó varias fotografías durante veinte minutos esperando que el ave carroñera extienda sus alas para darle más dramatismo a la foto. Que el animal extienda sus alas no fue necesario, porque la imagen dio la vuelta al orbe y le sirvió a Carter para ganar el Pullitzer en 1994.

Para él, el compromiso profesional era realizar la mejor foto posible, porque con esto despertaría la sensibilidad de los que la vieran, pero Carter fue comparado con el buitre por su egoísmo de no haber corrido a auxiliar a la niña, además de la constante pregunta que le realizaban sus conocidos: ¿Ayudaste a la niña?

Esta constante y agobiante persecución, sumada al asesinato de uno de sus compañeros del “Bang Bang club” y al cese de la guerra en Sudáfrica, que lo puso a Carter en una situación de trabajo estable, provocó que el 27 de julio de 1994, en el sitio donde pasó los mejores momentos de su niñez, el fotógrafo sudafricano se quitara la vida.



Esta historia me recuerda a una conversación que tuve a principios de año, con una persona que trabajó en la organización “Médicos sin fronteras”, durante la guerra civil en Angola. Me contó las barbaries que presenció en ese lapso, y como al final se sintió en un estado donde trataba a sus pacientes como objetos a los que no debería prestársele mayor interés, porque no sabía si seguirían vivos el día de mañana, y si embargo, cuando quiso regresar a su hogar junto a su familia, vio que su vida no era la misma y a los dos meses compró un ticket de avión, solo de ida, con destino a África.

No sé si esté dispuesto o mi carácter sea el suficiente para trabajar dentro de una zona de conflicto donde el único aire que se respire es el de la muerte, pero el ejemplo de Kevin Carter, a pesar de todos sus errores como ser humano, me recuerda como algunas personas estamos dispuestas a ir a lugares lejos de nuestro hogar y en situaciones adversas, por cumplir una labor que realmente apasione, y cuando nos preguntan el por qué lo hacemos, no sabemos que responder, solo sentimos que es algo innato.

Fuentes:
La fotografía de la pesadilla, por John Carlin.
http://www.elpais.com/articulo/paginas/fotografia/pesadilla/elppor/20070318elpepspag_10/Tes

Kevin Carter, por Rubén Pinella.
http://elsenialador.blogspot.com/2006/04/kevin-carter.html

Winds of change

En 1947, Friderich A. Von Hayek (Premio Nobel de economía en 1974 y autor del famoso libro “Camino a la servidumbre”) convocó a una reunión en el hotel du Parc en la villa Mont - Pelerin, Suiza con la finalidad de discutir la actual situación y el posible destino del liberalismo teórico y práctico. Asistieron 36 intelectuales, entre economistas, historiadores y filósofos, destacando la presencia de Milton Friedman (Premio Nobel de economía en 1976).

Al finalizar los debates y discusiones, como en toda reunión o convención, se realizó una declaración de principios, en la cual se plasmó la preocupación por los valores de la civilización, donde según los miembros de la sociedad, en la mayoría de países no existían las condiciones esenciales para la dignidad humana y la libertad.


Al estar Friedman y Von Hayek presentes en la localidad de Mont Pelerin, ya se podrán imaginar la resoluciones o caminos a seguir elegidos para dejar en el pasado estos problemas (además del constante desprecio hacia Keynes y el modelo de bienestar): Liberalismo al máximo, algo parecido al Consenso de Washington y al resto de políticas del dúo dinámico de los ochentas: Thatcher – Reagan.

Sin querer poner a un lado los problemas discutidos en la villa suiza, los cuales creo que son acertados, resalto esta historia porque siempre me ha parecido desagradable que en estas convenciones se reúnan únicamente personajes con el mismo pensamiento, que comparten las mismas ideas y visión. Sean estas reuniones de liberales como la sociedad de Mont - Pelerin, que en el 2005 se celebró en Guatemala; o de socialistas como el Foro de Sao Paulo, donde son miembros los presidentes: venezolano (Chávez), boliviano (Morales), brasileño (Lula da Silva), ecuatoriano (Correa) y otros (Ortega, Lugo, Vásquez, etc.). Lamentablemente este fenómeno de segregación, ya no solo se da entre grupos de intelectuales (como la sociedad Mensa, si dejamos a un lado las ideologías políticas), sino que ha pasado a formar parte de las actividades cotidianas.

Las cámaras de comercio, para sus convenciones, solo invitan a personajes como Vicente Fox o Aznar para que expongan sus ideas; la moda de las ciudadelas burbujas reúne a familias con similares estilos de vida (se recomienda ver Desperate Housewifes), así que ya sabemos en el futuro como pensaran sus hijos; los bares o sitios de esparcimientos ahora son segmentados (bares solo para rockeros, bares solo para “gente bien”, bares para homosexuales, y otros); los colegios y universidades parecen tener una única ideología, donde se congregan estudiantes pertenecientes del mismo estrato; incluso las playas de Brasil, único lugar en uno de los países más desiguales del mundo, donde no existía ningún tipo de discriminación por raza o condición socioeconómica, ahora se puede apreciar como los diferentes grupos han elegido ciertas áreas para congregarse entre sus pares; y entre otras semejanzas que recuerdan el odio de Juan Pablo Castel (personaje de El Túnel, libro de Ernesto Sabato) hacia los grupos, en el que los actores de estos conglomerados mantienen las mismas conversaciones y actúan de forma similar, desenvolviéndose como enajenados que piensan tener la verdad absoluta.

Personalmente, creo como forma de encontrar solución a los problemas, el camino de los consensos, el respeto y la tolerancia entre personas y grupos con diferentes ideas (sin que esto signifique dejarlas a un lado), y no en la adopción o imposición de determinada ideología o visión por todos. Esta vaga esperanza, casi extinta, por suerte, ha sido revitalizada por la nación que menos pensaba.

Los Estados Unidos, a pesar de la libertad y anhelos que inspira, frecuentemente me ha dado la sensación de un país dominado por los lobbies y élites económicas, en el que el resto de los ciudadanos esperan que nos se los moleste, un apartheid disimulado, donde cada grupo por no fastidiarse el uno al otro no ha ido en la conquista del total de los espacios.



Sin embargo, el martes 4 de noviembre, esta nación que antes tenía entre sus principales cualidades la solidaridad y el trabajo duro, y no la especulación y acumulación, no le importó votar por un presidente de color (de una minoría que representa el 12% del país), y esta elección no se dio por un sentimiento de culpa causado por una deuda social e histórica hacia los afroamericanos, sino por la necesidad de unidad, tolerancia y diálogo, que la administración Bush, hombres de traje negro en Wall Street y otros grupos de poder nunca entendieron.

Winds of change se escuchaba cuando el muro de Berlín fue derribado y Winds of change es lo que se siente en los alrededores gringos ¿O es Yes we can?

Esquirlas: Del saludo y felicitaciones de los republicanos hacia Obama no comento nada, porque si lo hago, también debería aprobar que Rafael Correa hable de unidad después de insultar a todos sus rivales de turno./ En el 2006, Alianza País me era lo más parecido en Ecuador, a un movimiento de personas con diferentes pensamientos, algo de eso queda, pero ya se sabe quién es el que decide al final/. De Obama, por ahora solo podemos opinar del efecto que resulta su elección, a partir del 20 del enero podremos hacerlo de su gestión.



1 de noviembre de 2008

Estragos de la monotonía: El Cajas, Hemingway, Vargas Llosa y Lawrence of Arabia

Bentley: Oh. Well, I was going to ask...eh; what is it, Major Lawrence, that attracts you personally to the desert?; Lawrence: It's clean.

Una extraordinaria escena, donde T.E. Lawrence contempla el vasto desierto, acompaña a este diálogo de Lawrence of Arabia, en el que Peter O´Toole (personificando a T.E.) responde a las preguntas de su compañero (Bentley). Son las pláticas de películas como esta, que a uno lo ponen a pensar en todo lo que lo rodea y debió pasar para llegar a presenciar ciertos momentos en particular.

Son tres meses de monótono recorrido, cada quince días, Cuenca – Guayaquil los viernes y Guayaquil – Cuenca los domingos; cuatro horas de agobiante trayecto junto a desconocidos de los que nunca sabré algo y no recordaré después del fin de semana, todo con el motivo de visitar a la familia y amigos. Así, en esa soledad de cuatro horas, los únicos compañeros de recorrido son libros que ya forman una pequeña biblioteca en la memoria, pero estos textos quedan a un lado una vez que el bus o automóvil que me transporta entra al valle del Cajas, y el escenario ahora presente ante todos, sin contemplaciones, nos arroja fuera del orbe; algo parecido a cuando recordamos nuestra mortalidad porque vemos un atropellado, pero en este caso, lo contrario.

La verdad no sé que tiene este lugar pero nunca me he cansado de apreciarlo, se puede verlo en la mañana gris y húmedo, al medio día en un cielo celeste con aspecto de mar que rebosa espuma con forma de nubes, en el atardecer bañado en sangre y acompañado de una bola de fuego con vagos tintes violetas que poco a poco se va extinguiendo, y en la noche negro salpicado con millares de puntos blancos que brillan como luciérnagas. Además de conocer la ubicación de cada una de las lagunas y otros puntos perfectos para admirar la obra de arte, llena de colores, que es la naturaleza, el aprecio personal hacia el Cajas es porque permite que despierte una imaginación que nunca hubiera creído.

Durante la última travesía, este lugar por el que he pasado un centenar de veces y que juega con mi mente, me ha permitido reconocer que he vuelto a la monotonía, ahí hace siete días, mientras fumaba un cigarro frente a una cascada, apenas visible por la neblina, tuve la certeza de que la vida me era más parecida a un cuento de Hemingway, agradable pero común, como Los asesinos o Las nieves sobre el Kilimanjaro donde todo sucede sin sobresaltos; y no a un relato de Mario Vargas Llosa, como Los cachorros donde a Pichulita después de jugar fútbol y cambiarse para volver a casa, se encuentra con un perro que lo muerde en la entrepierna, ¡paf! le amputan el falo (aunque en Ecuador esto es más común de lo que pensé) y se acaba toda la vida que el pobre Pichulita había conocido y soñado hasta el trágico cercene.

Y aún con los estragos de la intoxicación que causa la monotonía del Cajas, a cuatro mil metros de altura, como el inventar mil relatos y pensar en los millares de historias mudas existentes en estos lugares, hablando para dentro digo: Al mismo tiempo que busco algo parecido a lo que esperaba encontrar Lawrence of Arabia, pero al igual que el británico, solo sigo cabalgando por el desierto; si la monotonía me trae estos pensamientos: No está tan mal, creo, al menos hasta que encuentre algo menos estable.

Y en el instante en que apago el cigarrillo, que era la única luz entre la niebla, los pensamientos continúan tratando de descifrar qué es eso de la monotonía. ¿será algo parecido a lo de aquellos hombres que tienen la valentía de pasar toda la vida con una mujer y saben que todos los días se encontraran con el mismo lunar sobre aquel hombro femenino o con ese repetitivo brillo rojizo en su cabello a cierta luz del día? Y que al final eso, para aquellos valientes hombres, es algo que solo podríamos describir como belleza o como felicidad o la muerte que cada uno posee una diferente y tan propia, que te comprende mejor que nadie porque es la única que conoce tu destino o mejor dejémoslo ahí, y disculpen por los vagos pensamientos, que mejor se traducirían como delirios, ustedes saben, son los estragos de la monotonía.
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