30 de octubre de 2010

House, la séptima

Adiós Vicodin. Hola Cuddy. El último jueves de octubre estrenó la nueva temporada de House M.D. Ahora el misántropo doctor tiene novia y está en camino a encontrar la felicidad que empezó a buscar después de salir de un hospital psiquiátrico. Bien por él. ¿Bien por los seguidores? Difícil de predecir si se toma en cuenta que su narcisismo, su arrogante personalidad, su miseria interna – elevadas a la décima potencia de cualquier ser humano normal – lo convertían en el máximo antihéroe de la televisión. Queda el sarcasmo y humor negro, la compulsión en sus actos, la obsesión en sus ideas y la verdad universal: todo el mundo miente. Queda esperar en qué extremas y caóticas situaciones son puestos los protagonistas. Confiar en los guionistas, radicales que al final de cada temporada siempre tratan de mover las fichas, las bases sobre las que está sostenida la historia principal; aunque en más de una ocasión el círculo se ha restablecido y todo vuelve a la normalidad, cortesía de la destructiva naturaleza de Gregory House. Solo, pero con varias voces hablándole en su cabeza.

En el primer episodio de la séptima temporada no hubo enigma médico, la cosa fue más por el lado de los personajes. Puede que las ideas para rarísimos síntomas de enfermedades se estén acabando, una transición para una serie que empezó con un parecido a CSI – solo que un hospital – para pasar a algo más personal, enfocando más las vidas de los protagonistas; o tal vez el final esté cerca; o puede que lo de Huddy – House y Cuddy – tan solo dure unas semanas (no sería primera vez si, repito, se recuerda que en la sexta únicamente estuvo un capítulo en el loquero, y en la ocasión que recuperó el uso de su pierna el dolor terminó volviendo). Pase lo que pase cada acción tiene su consecuencia, y en House M.D. sus creadores y el resto del equipo, como si se tratara de una bomba panfletaria, saben la forma de crear el caos con ellas.

27 de octubre de 2010

El Rey y su novela del fin del mundo



Cuenta el elogio criminal de Chuck Paliahniuk que durante una firma de libros, Stephen King garabateó tantas veces su autógrafo que las manos se le rajaron y empezó a sangrar; terminando el día pálido y débil porque los fanáticos pidieron, además, manchas rojas en sus ejemplares. Con The Stand, si resulta cierta la anécdota, el rey del terror debió haber derramado, también, mucha sangre – y necesitado varias transfusiones – para escribir las más de mil catastróficas páginas contadas a un frenético y desesperado ritmo. Una devastadora novela, que como el ángel de la muerte acaba con todo, y al terminarla me ha dejado la sensación de no querer leer nada hasta que se me pase el efecto, la paranoia y obsesión por algo que te llega hasta el fondo del cerebro y lo seca, que realmente te ha gustado y tienes ganas de más, pero no sabes si podrás aguantarlo.

Publicada en los ochentas, dividida en tres partes, que transcurren durante nueve meses, The Stand tiene los elementos de un best-seller – hay un cómic y una miniserie de tv -. Vender, vender, vender… Iniciando con una fuga – todo éxito de cine comienza con una secuencia de acción –, y una trama bastante exprimida, se relata la propagación de un virus de influenza diseñado en California y conocido como “Capitán Trotamundos”. 99.40% contagiosa y 100% mortal la plaga acaba con la sociedad conocida. A primera vista un texto para devorar, que me hubiera gustado encontrar en época de gripe porcina, y que a largos ratos, en su primer capítulo, parece más un guión de película que una novela.

Y ese escenario de fin del mundo, de ciudades llenas de cadáveres pudriéndose, saqueos, autos abandonados, contingentes militares, masacres ejecutadas por dementes sin nada que perder, escrito de manera épica, es el enganche para mostrar una batalla entre el bien y el mal. Así como los expertos de Discovery interpretan la visión de Ezequiel, de un búfalo alado, con la de un Black Hawk en Irak, King tiene su versión del apocalipsis bíblico. Sólo que a diferencia de la primera parte, el panorama mostrado no es el del exterior, de lo que queda del mundo, sino uno más interior, zen. Se enfocan a los sobrevivientes sosegados ante tanta muerte, algunos deseando morir, enterrando familiares, sintiéndose solos, buscando sobrevivir, marchando para encontrar a otros y juntarse… Tranquilos, el asunto no va por lo teológico de rescatar almas. La pelea entre ángeles y demonios es el contexto donde todo se pone al límite. Tal vez no haya mañana.

Asediado por pesadillas, sintiéndose culpable por el suicidio de su compañera, con el temor a matarse si utiliza una moto, espantado por la incertidumbre y sin esperanzas, Larry Underwood, un tipo que sabe cuando hace mal a otros, pero que no se considera una buena persona, que ha cometido excesos y trata de reparar el daño sin éxito según él, es el mejor ejemplo de la lucha interna de los protagonistas contra todos sus miedos, que se materializan en la figura de Randall Flagg. Y al final deberán elegir un bando. Si dirigirse a Boulder con la tierna Madre Abigail, o a Las Vegas - no solo los decentes han sobrevido - para formar parte del batallón del demonio llamado Legión que busca armamento nuclear.

El escritor con esta novela construye un mundo lleno de detalles y lo moldea a su forma, invitándote a pasar, haciendo sentir al lector que camina con los protagonistas que parecen salidos de la mente de David Lynch, tipos normales con secretos; y las situaciones en las que los coloca, por extremas que sean, más una atmósfera repleta de referencias culturales – que recuerdan a las canciones de Bruce Springteen –, terminan siendo verosímiles por la humanidad de cada acto. The Stand resulta una realidad paralela de la que cuesta despegarse, que te deja pensando en ¿Qué pasaría si…? King destruye para crear, deja un paisaje desolador para plantar una semilla que se extiende hasta el infinito.



Se levantó y conectó el televisor, aunque lo observó sin ver nada. El miedo lo recorría por dentro como un elefante desbocado. Hacía dos días que esperaba el momento en que empezara a estornudar, a toser, a arrancar flema negra y a escupirla en el baño. Se preguntó si alguno de los demás se encontraría ya tan mal como el propio Campion. Pensó en la mujer muerta y en su niña, en aquel viejo «Chevy». Y siguió viendo el rostro de Lila Bruett en la mujer y el rostro de la pequeña Cheryl en la niñita.

Harry, un hombre sociable y enamorado de su trabajo, contagió la enfermedad a más de cuarenta personas durante ese día y el siguiente. Es imposible determinar a cuántas otras contagiaron esos cuarenta. Sería igual que preguntar cuántos ángeles pueden bailar sobre la cabeza de un alfiler. En una estimación conservadora de cinco por cada uno, se podían obtener unas doscientas personas. Empleando la misma fórmula conservadora, sería fácil establecer que aquellos doscientos contagiarían a un millar, las mil a cinco mil, las cinco mil a veinticinco mil..

Bajo el desierto de California, y pagando con dinero del contribuyente, alguien había inventado al fin una cadena de cartas que funcionaba a la perfección. Una cadena de cartas que era letal.

Había una palabra que aprendió en el cine, en su infancia. La palabra era INCOMUNIC ADO. Un vocablo que siempre tuvo para Nick connotaciones fantásticas propias de Lovecraft. Un término abominable que repercutía y rebotaba en el cerebro. Una palabra que condensaba todos los matices del miedo que sólo viven fuera del universo cuerdo y dentro del alma humana. Había estado INCOMUNICADO toda su vida.

–¡Soldados y hermanos! Hemos tomado la emisora de radio y el cuartel general de la Jefatura de mando. ¡Vuestros opresores han muerto! Yo, el Hermano Zeno, hasta hace unos momentos el sargento de primera Roland Gibbs, me proclamo primer presidente de la República de California del Norte... ¡Tenemos el control! ¡Tenemos el control! Si vuestros oficiales pretenden contrarrestar mis órdenes, disparadles como si fuesen perros... ¡Como a malditos perros! Tomad el número, el rango y el número de serie de los desertores... Haced una lista de los que hablen de sedición o traición contra la República de California del Norte... Está naciendo un nuevo día. ¡Los días del opresor han acabado! Somos... Ráfagas de ametralladora. Gritos. Ruidos sordos y de porrazos. Disparos de pistola, más gritos, una ráfaga sostenida de ametralladora. Un quejido prolongado y moribundo. Tres segundos sin transmisión.

Cuando tuvo la rata suficientemente cerca, se arrodilló y la pasó a su lado. La levantó por la cola y la dejó oscilar delante de sus ojos. Después la metió bajo el colchón, donde las moscas no pudieran alcanzarla, colocándola separada de los otros víveres. Contempló la rata muerta antes de dejar caer el colchón, que la ocultó piadosamente.

–Por si acaso –le susurró Lloyd Henreid al silencio –. Por si acaso, simplemente.

Un hombre joven, con una gran maleta, se acercó a ellos y le dijo a Larry que le pagaría un millón de dólares por follar a la mujer durante quince minutos. Era de suponer que el dinero estaría en la maleta. Larry se descolgó la carabina y le dijo que se llevara su millón a otra parte.
–Vale, tío. No tienes por qué ponerte así. No puedes culparme por intentar follar, ¿no te parece?

Que tengas un buen día.

Ha sido siempre durante las últimas tres décadas del siglo que fuese cuando los maníacos religiosos presentan hechos y cifras que muestran que Armagedón ya está cerca. Naturalmente, esas personas siempre han existido; pero al finalizar cada siglo, sus filas parecen aumentar... y son tomadas en serio por un gran número de personas. Aparecen monstruos. Atila el huno, Gengis Kan, Jack el Destripador, Lizzie Borden. Charles Manson, Richard Speck y Ted Bundy en nuestro tiempo, si te parece bien. Algunos colegas, más fantasiosos que yo, han sugerido que el hombre occidental necesita una buena lavativa, una purga, y esto se da al acabarse un siglo para que podamos enfrentarnos al nuevo, limpios y llenos de optimismo. En este caso nos han aplicado un superenema. Si se piensa bien, es muy lógico. A fin de cuentas, esta vez no sólo nos aproximamos a una nueva centuria. Nos estamos acercando a un auténtico nuevo milenio.

Madre Abigail es como ellos me llaman. Me hago cuenta de que soy la mujer más vieja al este de Nebraska y todavía hago mis bollos. Venir a verme tan pronto como podáis. Hemos de irnos antes de que nos gane por la mano.

El hombre oscuro. Él esperaba a Trashcan en Cíbola, suyos eran los ejércitos de la noche, los pálidos jinetes de la muerte que surgirían por el oeste en la misma cara del sol naciente. Ellos llegarían delirantes y apestando a sudor y pólvora. Habría alaridos, cosa que a Trashcan le gustaba muy poco, habría violación y sojuzgamiento, que le gustaban menos todavía; habría crimen, que era una cuestión insustancial.

Y habría un gran incendio.

Había marcado la página por donde iba con un billete de diez dólares que encontró en la calle. Había mucho dinero por las calles; el viento lo arrastraba a lo largo de los bordillos. Le sorprendía y le divertía ver cómo muchas personas, él mismo entre ellas, se agachaban todavía para coger los billetes. ¿Para qué? Ahora los libros eran gratuitos. Las ideas eran gratuitas. Unas veces este pensamiento le exaltaba, otras le aterraba.

– Madre Abigail le llama íncubo del demonio. Tal vez no sea más que el último mago del pensamiento racional, reuniendo las herramientas de la tecnología para usarlas contra nosotros. O acaso sea algo mucho más siniestro. Yo sólo sé que está ahí y que no creo que la sociología, la psicología o cualquiera otrao l o gí a acaben con él. Estoy convencido de que sólo la magia blanca sería capaz de hacerlo... y nuestra maga blanca anda vagando sola por alguna parte. –Su voz casi se quebró y Glen bajó la vista.

La embargó una extraña certidumbre paralizante como una lenta anestesia, la de que acabarían en un baño de sangre. Aquella idea le hizo llevarse las manos al vientre en actitud protectora y se encontró recordando su sueño por vez primera desde hacía semanas. El hombre oscuro con su mueca siniestra.

– Es como cualquiera que se cruza contigo por la calle. Pero cuando sonríe los pájaros caen muertos de los cables del teléfono. Si te mira de determinada manera, la próstata deja de funcionar y la orina te escuece. Dónde él escupe la hierba se seca. Está siempre fuera. Nació del tiempo y ni él mismo sabe de dónde. Tiene el nombre de mil demonios. Jesús lo arrojó a una piara de cerdos. Su nombre es Legión. Nos teme. Nosotros estamos dentro. Sabe magia. Puede llamar a los lobos y vivir en los cuervos. Es el rey de ninguna parte. Pero nos teme. Teme al... interior.

Tom se calló.

Stu recordó de repente una palabra que Nixon empleaba mucho, y al aferrarse a ella comprendió de dónde provenía su desesperación y su desorientación: «mandato». El mandato de ellos había caducado. Se había desintegrado dos noches atrás con un fogonazo y una detonación.

Pensó: Si hubiera hecho el esfuerzo de saltar una vez, sólo una vez, quizá no estaría aquí.

Bueno, pues la última vale por todas. Contó mentalmente: Uno... dos... ¡tres! Apretó el gatillo.

La pistola disparó.

El cuerpo de Harold dio un brinco.

Mientras miraba a Peter pensó: Quizá si le contamos lo que sucedió, él lo transmita a sus hijos. Les avisará. Queridos hijos, las armas son mortales, producen quemaduras y enfermedades por radiación y una peste negra, asfixiante. Son muy peligrosas. El diablo implantado en el cerebro del hombre guió las manos de Dios cuando se fabricaron. No juguéis nunca con ellas, hijos míos, por favor. Nunca más. Aprended la lección. Que este mundo vacío sea vuestro cuaderno de deberes.

25 de octubre de 2010

SALESMAN (We want you)


Lunes otra vez/ sobre la ciudad/ la gente que ves/ vive en soledad… cantan Nito y Charly. El día en que los desempleados e inconformistas con sus actuales trabajos, después de haber revisado los avisos clasificados del domingo, envían sus hojas de vida por mail y/o recorren la ciudad carpeta en mano. Se los puede ver en la Metrovía o cualquier bus, también caminando a pasos acelerados por las grises calles; los que optan por un puesto administrativo vestidos con camisa manga larga, recién afeitados, el cabello brillante y rígido como un casco por el gel. Siempre con la frente en alto y actitud positiva, sin saber – o esperando que no vuelva a suceder – que varios de ellos están siendo engañados.

Cuando el presidente Rafael Correa, en uno de sus enlaces sabatinos semanas atrás, criticó y ordenó a los diarios no publicar los avisos clasificados en que, directamente e indirectamente, se promovían la prostitución y el chulco, olvidó, también, prohibir los anuncios de empleo contratados por ciertas empresas, en los que los cargos solicitados e impresos en el papel nada tienen que ver con lo que en realidad buscan.

Al que caí como cojudo la primera vez, hace siete años, decía necesitar administradores, recepcionistas, contables y otros puestos más. El mismo continúa apareciendo y mencionando la contratación inmediata para los que acudan a Calicuchima y otra calle más - no faltarán nuevos bachilleres, jubilados, profesionales desempleados, migrantes de otras provincias que se creerán el cuento -. A la hora de la verdad lo que requieren es vendedores de cursos para aprender a leer rápidamente. Otros: En La Garzota frente a la Mobil, con la misma estrategia de diapositivas, la fila de sillas y la charla de tener un negocio propio y aumentar los ingresos te invitan a participar en la comercialización de purificadores de aire; en el edificio Fórum está la gente de Herbalife esperando hasta el último para hablar de lo que se trata el asunto; en los Bosques del Salado, después de tres días de charlas, te dicen que el puesto requerido es el de ejecutivo de ventas de cursos de inglés; en Aventura Plaza te propondrán un negocio de alimentos saludables para vender a tus amigos y familiares. Esos y muchos más en lugares con oficinas casi clandestinas, con las frases motivadoras y las estrellas de cartulina para representar las metas, y que son la marca insigne de las compañías pirámides.

CONSEJO: Si en un clasificado te dicen acudir a entrevista inmediata, o la solicitud te la hacen por mensaje de texto o correo electrónico, o si te llaman y al preguntar cuál es el cargo que están requiriendo te contestan que en el lugar te notificarán, ya sabes lo que quieren.

En Guayaquil tener un negocio propio o vender algún producto es algo por lo que cada uno de sus habitantes debe pasar - sin importar si es profesional, sexo, edad o posición económica -. Una cuestión geográfica al tratarse de un puerto; o un gen que rechaza tener jefes; consumismo; o simple y hambrienta necesidad. Cinco panaderías en una misma calle, peluquerías por doquier, centros comerciales con la mayor parte de locales ofertando la misma ropa para la disco o de playa; carameleros que se suben a los buses en cada esquina; dueños de casa en avenidas principales que mandan a construir locales para alquilarlos y que seguramente serán restaurantes. Para los desesperados está OMNILIFE, YANBAL y las otras cadenas que hacen lo mismo. Se estima que en esta navidad las importaciones aumentarán en un 30% y la venta de vehículos en 25%. Vendedores abriendo camino que no necesitan empleados sino más vendedores y que le venden su mercancía a otros vendedores que ofertan más artículos, pasando el mismo dinero por las mismas manos, siendo más el comercio que la producción.

Te vendo este celular porque quiero comprarme uno nuevo. Los actuales galardonados con el Nobel de Economía recibieron el premio por sus contribuciones para explicar el fenómeno del desempleo. En la ciudad se puede explicar que las tasas no son tan altas porque siempre habrá un letrero gritando: SE NECESITA VENDEDOR y alguien con la viveza guayaca para sacar plata de donde parece no haber.

P.D. Para los creyentes la crónica de Etiqueta Negra: Mandamientos para ser el mejor vendedor del mundo.

23 de octubre de 2010

Dos de zombies


Hoy a las 16 desde el parque de Urdesa parte la marcha zombie guayaca. Pana de la u, Carlos Reyes, la organiza al igual que la del año pasado; sólo que se espera mucho más personas. Que acudan como no muertos los diseñadores, freaks, cinéfilos, fanáticos de las películas de Romero y los demás que quieran, desmembrándose la piel y regando chorros de salsa de tomate por las calles de Guayaquil. El que haga muchas preguntas del porqué de una caminata zombie y exija una excusa – por ahí está Halloween –, es seguramente el que no irá. Al resto ahí los vidrios…

En plan buena onda, también un calentamiento para no hacer tan larga la espera de The walking dead, la serie que se estrenará a nivel mundial el 1 de noviembre en FOX, y que promete mucho con ese tráiler que trae harto de cine B y blaxploitation a lo Tarantino y Rodríguez – la televisión se ha convertido en la dueña de las mentes con guiones creativos –, además del alucinante soundtrack que lo pone la épica The sun ain´t gonna shine anymore para demostrar que hasta el fin del mundo tiene ratos majestuosos.

Después de haber terminado de leer, cosa que he hecho, la super novela The Stand, de Stephen King’s, es imposible no agarrarle (o volverle a agarrar) respeto y gusto a las historias pos – apocalípticas, en las que quedan unos pocos sobrevivientes buscándose unos a otros entre los escombros y el desolador paisaje que ha dejado una plaga, guerra nuclear o un basto grupo de zombies que buscan comer cerebros, y que, al final de cuentas, no son la más importante en la trama como sí lo es - y lo hacen los aún vivos - enterrar a los familiares para continuar, sentirse solos, no volverse locos y empezar largas caminatas hasta conformar una sociedad de consuelo, que recuerde lo que alguna vez se tuvo, y después ver qué pasa. De eso va el cómic de Richard Atkins en el que está inspirada la nueva serie que verá luz el día de los muertos.



20 de octubre de 2010

Una película, un país


¿Qué es un ecuatoriano? Una pregunta absurda e inútil si la atención se centra en una respuesta inexistente - y si la hay son millones de pequeñas soluciones –; pero que sirve de espejo para vernos y recordarnos de dónde venimos, el papel que ocupamos dentro del país, y enseñarnos las realidades, vivencias y costumbres que suceden a una montaña o selva de distancia. Un ejercicio para conocernos del que existen varios intentos documentados. Están las señas particulares de Adoum, el maldito país de Cueva, el viaje de Hermida y ahora la historia de aeropuertos de Prometeo deportado. La mejor propuesta, artísticamente hablando, que trata de descifrarnos. Sin embargo ¿es eso suficiente para poder llamarla “película”?

Una terminal aérea es un lugar de espera. No se ha llegado ni se ha salido. El cuerpo se pone en pausa y la mente divaga. Charly García escribió canciones sobre aeropuertos y Alberto Fuguet está pronto a publicar un libro sobre sus ratos en las salas de espera. Con Prometeo deportado Fernando Mieles le da vida a un espacio en el que normalmente las cosas apenas se mueven. Lo lleva a cabo tratando de contestar la absurda e inútil pregunta, creando una miniatura de país. Su versión de un ecuatoriano no es la de un ser imaginario, como uno de sus personajes menciona, sino la de un individuo que cuando se junta con otro, o más, de su misma especie, sin importar en que parte del mundo se encuentren, terminará junto al resto haciendo las mismas cosas y comportándose de igual forma que en su tierra natal. Haciendo patria con procesiones católicas, cuys asados y cangrejos hervidos, golpes de estado y el resto de elementos que en conjunto forman eso llamado Ecuador.




Una metáfora nacional que tomó diez años; con imágenes influenciadas en cortos de Buñuel; un ambiente de encierro a lo Ensayo sobre la ceguera; y la sensación tragicómica de autocrítica que recuerda la escena del restaurante de Gracias por el fuego. Imagino a Mieles, antes del rodaje, llenando el cesto de basura con hojas de ideas descartadas, borrando párrafos y queriendo añadir situaciones, sin darse cuenta en lo que se había metido. Y aunque a Prometeo deportado le cuesta despegar, sabe cuándo iniciar y dónde terminar. En lo del medio y en el cómo es donde falla. La musicalización es nula, varias de las escenas parecen más una obra de teatro y los diálogos con mayor intensidad resultan forzados, dando la impresión que los personajes no fueron trabajados como individuos sino que al estilo VIVOS se pusieron en pantalla varios estereotipos que juntos y revueltos son parte de un éxito que hace que los ecuatorianos nos reíamos de nosotros mismos y que seguramente traerá nostalgia a los migrantes cuando se proyecte en el exterior. Espectacular como un todo con una excelente dirección, puesta en escena, llegando al nervio patriota, y con la mejor campaña publicitaria que he visto en el país,pero mediocre en los detalles. Si ésta es una película, es de ecuatorianos para ecuatorianos.

En Barajas, desesperado por un cigarrillo y sin un euro, un otavaleño me regaló uno de los suyos al rato que me contaba su vida en Holanda. Años atrás, después de hacer fila por cinco horas en el consulado español, terminé panísima de un quevedeño y un zarumeño, celebrando con bielas el sello en el pasaporte. A punto de irnos, pienso, es cuando mostramos lo mejor de lo que es un ecuatoriano - no tenemos tiempo para armar el paro y el golpe de estado -. Y a pesar de haber salido del cine con una sensación agridulce, porque las películas que me quedan grabadas vienen con trama, dirección de fotografía, varios escenarios, y personajes con pasado, de carne y hueso, al día siguiente, al pasar por la Av. Quito y estar detenido varios minutos por una procesión familiar que se dirigía hacia el cementerio, y cerca de la Laica escuchar a una señora insultar al chofer del bus que no le había parado bien, no podía dejar de reírme. Entendí lo que quería mostrar Mieles.




P.D. Ahora toca esperar Rabia de Cordero. Ojalá se estrene durante las ocho semanas en que se tiene previsto mantener a Prometeo deportado en cartelera. Dos obras ecuatorianas al mismo tiempo en la salas de cine son una esperanza de que tan mal no estamos haciendo las cosas.

17 de octubre de 2010

Conociendo el porqué de las contradicciones...


De acuerdo a las declaraciones del presidente Rafael Correa, publicadas en el diario EL UNIVERSO el 12 de octubre, cien mil ciudadanos acudieron a rescatarlo el día de la sublevación policial. Lo que resulta extraño de escuchar porque ese 30 de septiembre, en las imágenes mostradas por la televisión, se podían estimar como mucho dos mil personas en las afueras de la Plaza de la Independencia, en horas de la mañana, con las banderas verde limón de PAIS y en señal de apoyo; luego, a la tarde, la televisión pública que había monopolizado la sintonía no trasmitió en ningún momento dicha marea humana en las afueras del hospital, un acontecimiento que sin ninguna duda hubiera sido positivo para el régimen; y en la noche, con el Mandatario llegando triunfante, tampoco se podría calcular que hubiera dicha cantidad de simpatizantes. Ni siquiera en la marcha del viernes tan publicitada por radio y correos electrónicos, para defender la Revolución, se habla de una cifra de cinco ceros.

Además en la misma edición de EL UNIVERSO se publica que el Gobierno no decretó feriado al lunes 1 de noviembre. Pero dos días después aparece una rectificación por parte del Secretario de la Presidencia para señalar que el 1 será considerado parte de las festividades que se extenderán hasta el miércoles 3.

PERSONAL: Tal vez la razón de estos datos erróneos y contradicciones se deba a que la información fue suministrada por los Servicios de Inteligencia de los que depende el Ejecutivo, los mismos que no fueron capaces de detectar las inconformidades de la policía y no supieron prever las tamañas protestas que se avecinaban con sus lamentables consecuencias.

Unos organismos que son el reflejo de quienes lo crearon, reestructuraron y les dieron su apoyo. Después de todo hay que recordar que este es un Gobierno que quiere quedar bien con todos y para eso debe caer en muchas contradicciones, llevándolo en varias ocasiones al olvido de sus propias declaraciones, como muestra basta traer de la memoria el suceso de ¿Quién fue el estúpido que dijo eso? – Usted señor Presidente, usted. Lo no previsto es que las personas difícilmente olvidan las promesas.

Una lástima la mayor caída en el populismo porque muchos de los que votaron por Correa lo hicieron debido a que en sus propuestas había una planificación y cierta coherencia en sus ideas. Algo que se ha perdido para empezar a tratar de retrasados a las personas, viviendo de las encuestas de popularidad y no de la búsqueda del desarrollo.

15 de octubre de 2010

33


622 metros no suenan a nada. Es la distancia que se que se camina para comer el encebollado favorito. Parte de la rutina. Y sin embargo a un grupo de mineros chilenos, ayudados por un exitoso equipo de rescate y un país entero, les tomó 70 días y un elaborado plan salir del lugar donde se encontraban atrapados, en un suceso que a ratos suena más a milagro – aunque el sitio es una ratonera y los culpables deben ser sancionados, dentro del refugio lograron sobrevivir 17 días; lo que indica que, a pesar de negligencias, las cosas en Chile no se están haciendo del todo mal –.

Poco queda para decir de lo ocurrido en la Mina San José dos días atrás, luego de la excesivamente amplia cobertura mediática que hacía del lugar un pequeño Woodstock – pronto se vendrán entrevistas, documentales, películas, libros y más –, con un final de los eventos que deja a los chilenos y al resto del mundo una excelente imagen de la nación, de ser capaces de lograr lo que deseen, de trabajar con la mayor eficiencia, profesionalismo y paciencia para llevar a cabo las operaciones de manera satisfactoria, y generando envidia a cualquier potencia; además un inmenso capital político para su presidente, que sin parecerme del todo ético la forma en que lo consiguió al aprovecharse de un acontecimiento catastrófico, se debe resaltar que no escatimó recursos en el rescate, demostrando su compromiso con la igualdad y el bienestar de cualquier chileno.

Anteriormente a Chile se lo consideraba un cementerio por todos los desaparecidos y muertos en la época de Pinochet; ahora son otros tiempos, los de maternidad en que nacen excelentes ideas y mejores condiciones para los hombres. Todo perfecto hasta enterarnos que el día de ayer falleció un trabajador en otra mina de Chile - además dos mineros, sin esperanzas de vida, se encuentran atrapados en Colombia y cuatro en Ecuador –. Hay cosas que en ninguna parte deberían volver a suceder.

P.D. De todo lo escrito en estos días, y que es mucho – en serio – me quedo con el artículo de Martín Granovsky para Página 12. Varias cosas que no se han mencionado y otras para recordar.

Urzúa, el minero 33.

Se paró frente al presidente Sebastián Piñera y, de jefe a jefe, le dijo: “Espero que esto nunca vuelva a ocurrir”. Y también: “Estoy orgulloso de vivir en este país”. Después, Luis Urzúa se abrazó con Piñera, abrazó fuerte al ingeniero Andrés Sougarret, de la Corporación del Cobre, abrazó muy fuerte a su hijo, habló con ellos y con otros y rompió el protocolo médico. Nada de camilla. Nada de apuro. Terminó de pie cantando ese himno que pone a Chile como “tumba de los libres” o como “asilo contra la opresión”.

Si fuera por la vida de Urzúa según la contó para el diario El Mundo de España el periodista Jorge Barreno, hasta anoche su país fue más tumba que asilo. Su padre era dirigente sindical del Partido Comunista. Está desaparecido desde el comienzo de la dictadura de Augusto Pinochet, que el 11 de septiembre de 1973 derrocó a Salvador Allende. Su padrastro, Benito Tapia, era dirigente sindical de los mineros del cobre y miembro del Comité Central de las Juventudes Socialistas. En octubre de 1973 lo asesinaron en el cementerio de Copiapó y lo enterraron en una fosa común sin ataúd junto a dos compañeros. Fue una de las víctimas de la Caravana de la Muerte, el escuadrón de exterminio que partió de Santiago en helicóptero al mando del general Sergio Arellano Stark y fue matando selectivamente a dirigentes sociales y funcionarios de Allende. Tapia tenía 32 años. Luis Urzúa, 17.

Luis, a quien los asesores de la NASA caracterizaron como “un líder natural”, tiene 54 años y es minero desde 1979. Era el más experimentado de los 33 mineros que quedaron bajo tierra, fue quien los organizó desde el derrumbe y quien resolvió, como lo narró con elegancia a Piñera, “administrar las provisiones”. También contó que lo primero que se preguntaron, cuando las piedras taparon el fondo de socavón, fue qué habría pasado con los demás. Se habían salvado, pero ellos lo ignoraban. Estaban bajo un mar de polvo que tardó tres horas en disiparse. Y además, con razón, no confiaban en los propietarios. “Cuando escuchamos ruido, unos días después, pensamos que estaban trabajando en la mina”, contó Luis. Es decir, imaginaron que no buscaban mineros vivos sino más cobre justo ahora, cuando el mineral que Allende llamaba “el sueldo de Chile” alcanzó su precio internacional más alto en los últimos cincuenta años.

La historia no es una línea recta. Allende nacionalizó la gran minería del cobre (no la San José, que en Chile es considerada minería mediana) en 1971. Designó al frente de la empresa estatal Codelco a uno de sus asesores jóvenes, Jorge Arrate. La nacionalización aceleró el golpe. Pinochet dio marcha atrás con buena parte de las decisiones económicas de Allende, pero no reprivatizó el cobre, que siguió asegurando divisas a Chile y financiamiento a las Fuerzas Armadas. Lo estableció una cláusula por ley. Codelco siguió formando cuadros técnicos y transmitiendo oficios y saberes y durante los últimos dos meses organizó con éxito el rescate que el sector privado chileno era incapaz de afrontar. Ahí abajo, a 622 metros de la superficie seca de Atacama, un hijo de víctimas de la dictadura escribió un día un papelito informando que los 33 estaban vivos y organizó la rutina cotidiana sin dejar de alertarse cuando decaía la moral del grupo.

Nelly Iribarren, su madre de 78 años, relató que “yo me imaginaba cómo mi negro debía estar dando vueltas por el refugio pasando lista a sus compañeros, racionando la comida y entregándoles labores, porque él es así, mandón pero ordenado”. Describió a Urzúa como “muy disciplinado” y dijo que “en la casa era el que llevaba la batuta entre sus seis hermanos”.

Sociedad con tradición autoritaria, que a veces parece fragmentada en castas, Chile no trató bien a sus trabajadores y se ensañó con ellos –con su vida, con sus organizaciones, con su salario, con sus condiciones de trabajo– desde 1973.

Para un minero no es novedad la vida de otro. Mario Castillo, dirigente de los estatales de Río Turbio, recordaba ayer que cuando él empezó en el oficio todavía largaban un pajarito a las galerías. “Si vivía es que había oxígeno sufriente”, dijo. “O prendíamos una llama y veíamos el color para darnos cuenta de si había gases peligrosos en el ambiente”, dijo también. En junio de 2004 murieron en Río Turbio 14 trabajadores. La empresa que había sido concesionaria hasta 2002 perteneciente a Sergio Taselli, deslindó responsabilidades. “La seguridad mejoró después del accidente”, dijo Castillo.

Según la OIT, que encabeza el chileno Juan Somavía, existe constancia de que más de dos millones de personas mueren por año en el mundo por causa directa de sus condiciones de empleo o por enfermedades contraídas en él. Nadie puede decir seriamente que la simple exposición de un problema a mil millones de personas a la vez, en transmisión desde Copiapó, dejará ese problema resuelto. Pero si la política y la acción sindical se sumaran con eficacia a la exposición pública contarían a su favor con un dato evidente: el rescate que terminó anoche hizo más visible para el mundo cómo es la vida de un minero y qué riesgos corre cuando aumenta la desproporción entre la rentabilidad empresaria y la seguridad de los trabajadores.

Por eso Luis Urzúa, el minero 33, el último del grupo que dejó el socavón, el último al que le gritaron “Chichichi/lelele/ Minerosdechile”, se merece un buen pisco.

13 de octubre de 2010

Rock oriental para celebrar


Cagada y media que dos viernes, atrás por motivos archiconocidos y a los que ahora no vale la pena volver, no tocaron los locos charrúas de El Cuarteto de Nos en Guayaquil. El Pescado Andrade en su blog lo había posteado, diciendo que su banda estaría abriendo el concierto. «Bacán loco, por fin algo de rock entre tanto reggaetón y salsa que abundan en estas fechas». La falla. No hubo chance de escuchar las demenciales letras que cuentan las historias, como los describe Gabriel Peveroni en la Rolling Stones, de alocados, enfermizos y juveniles personajes provenientes de la imaginaria localidad de Tajo, que traen al presente esa bizarra etapa de teenagers – del pobre Andamio que se quedó dormido a pleno sol todos tenemos algo – y que mi hermano me los puso por primera vez, con “Invierno del 92” a todo volumen, mientras recorríamos en su auto las coloniales calles de la conservadora Cuenca, a la que de seguro el Cuarteto la pondría patas arriba. El terror de cualquier mamá.



Dale loco… uno – dos – tres – cuatro…. toca…


Para quitarme la pica, como si se tratara de un estuche para abrir en caso de emergencias, me queda ese disco en vivo de Buitres que me regaló una gran amiga en Montevideo después de llevármelos a escuchar en Velódromo por motivo de los casi veinte años que llevaban (llevan) tocando. Una banda nacida para estar sobre los escenarios, que a manera de misión se ha dedicado a propagar el virus del rock por todo su oriental país, recorriendo las rutas y presentándose en esos lugares donde los buses y viajantes únicamente paran poner gasolina y que la gente aproveche yendo al baño. Buitres mantienen el perfil bajo al igual que muchas de las locaciones donde se presentan.

Varias de sus canciones, las que prefiero, tienen algo de los Ramones en sus melodías, con ese punk clásico y pedagógico; y sus letras son relatos sencillos, de las que fácilmente se puede deducir que fueron escritas en la carretera, en la parte de atrás de una van, después de haber bebido un par de cervezas y haber arrojado las latas al gris asfalto, recordando amores pasajeros y borracheras en la playa. Esas cosas mundanas que al final son las que se guardan en la memoria.

Tener una banda como Buitres parece sencillo, algo que cualquiera con una guitarra podría formar. Convertir esos temas, triviales en manos de otra agrupación amateur, en himnos coreados por enfermos junkies del rock solo lo pueden hacer quienes tienen tantas horas de vuelo y un criminal cariño a la música. La fama injustamente no les ha llegado, pero el roll de estos charrúas es del bueno.

Brindo por volverte a ver...







P.D. Buena forma de celebrar estos tres años del blog, 50 mil visitantes y más de 300 posts.

7 de octubre de 2010

Un Nobel para Don Mario

El eterno candidato al fin ganó. Habrá comentarios diciendo que se tardaron en reconocerlo y otros que la justicia aunque demora siempre llega. Lo cierto y comprobable es que la valía dada a estos premios, por cada uno, va de acuerdo a la simpatía que le tengamos al galardonado. Un asunto más de sentimiento. Si es de nuestro agrado lo celebramos, lo brindamos; caso contrario, incluso, podemos desestimar algo como un Nobel, embadurnando en mierda a los jueces por su decisión, tildándolos de snobs y de vivir en algún hueco lejano a la realidad – recordar el año pasado cuando varios se preguntaban quién diablos era Le Clézio y qué había escrito –. Ahora que Mario Vargas Llosa entró al grupo selecto de la literatura no sé cuál sería la reacción apropiada ante la noticia.

A pesar que a los dieciséis – CARA: - leí y repetí una decena de veces Los Cachorros, estremeciéndome con la mordedura contra Pichulita Cúellar, enganchándome con la historia del grupo de amigos jugando pelota después de clases, aprendiendo a bailar mambo para conquistar señoritas, creciendo todos a excepción del pobre Pichulita que se resistía por no sentirse hombre; y a pesar que gracias a Pantaleón y las visitadoras pudimos ver a Angie Cepeda como se debe – un libro obligatorio para las escuelas de administración: el negocio perfecto –, al resto de la obra de Mario Vargas Llosa no la seguí mayormente. No han llegado a mis manos La casa verde, ni La tía Julia y el escribidor. Tal vez – SELLO: – se deba a que al autor lo considero más como el activista liberal, analista político, candidato a la presidencia del Perú, intelectual que le dio la espalda a la revolución, individuo que golpeó a García Márquez por una mujer y el resto del polémico personaje que es en la vida real – no faltará el cubano, venezolano e izquierdista dogmático quejándose por la designación –, que como el escritor, creador de La ciudad y los perros y otras reconocidas obras. APARTE: Por lo que seguro hay que aplaudirlo es por no quedarse en su escritorio viendo como el mundo se mueve.

El mes que viene, si el bolsillo deja, pensaba viajar a Lima en plan road trip con varios amigos. No sería mala idea, aunque sea en uno de los mercados piratas, hacerme de un par de novelas del nuevo Nobel de Literatura. Por el momento al menos una sonrisa ante la noticia. Tan mal no me ha caído...



Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos, entre todos los deportes preferían el fútbol y estábamos aprendiendo a correr olas, a zambullirnos desde el segundo trampolín del Terrazas, y eran traviesos, lampiños, curiosos, muy ágiles, voraces. Ese año, cuando Cuéllar entró al Colegio Champagnat. Hermano Leoncio, ¿cierto que viene uno nuevo?, ¿para el “Tercero A”, Hermano? Sí, el Hermano Leoncio apartaba de un manotón el moño que le cubría la cara. Ahora a callar. Apareció una mañana, a la hora de la formación, de la mano de su papá, y el Hermano Lucio lo puso a la cabeza de la fila porque era más chiquito todavía que Rojas, y en la clase el Hermano Leoncio lo sentó atrás, con nosotros, en esa carpeta vacía, jovencito. ¿Cómo se llamaba? Cuéllar, ¿y tú? Chingolo, ¿y tú? Mañuco, ¿y tú? Lalo. ¿Miraforino? Sí, desde el mes pasado, antes vivía en San Antonio y ahora en Mariscal Castilla, cerca del Cine Colina. (+)

4 de octubre de 2010

Pasando la página (parece que nada hubiera pasado)

Pasó el fin de semana. Y pasó bastante tranquilo. Como si nada hubiera sucedido, como si no hubiera nada que lamentar. El viernes, después de una mañana cautelosa, se podían ver otra vez policías en las calles – con operativos a lo largo de Guayaquil –, se volvían a escuchar las propagandas del Gobierno – un nuevo rap circula por las radios –, las calles retomaban su ritmo, los cines y las cafeterías atendían. En las redes de internet se hablaba de ir a la playa o de salir a farrear más tarde. Fui a jugar fútbol ese día y los bares estaban abiertos, repletos.


Siendo parte de ese bizarro escenario, ahora no me resultan tan descabelladas las imágenes que años atrás veía, cuando jóvenes en Beirut salían a discotecas, bares y sitios de diversión, mientras aviones israelíes bombardeaban la ciudad. Así como los libaneses están acostumbrados a estas situaciones, pareciera que los ecuatorianos tenemos un gen, o en parte de nuestro inconsciente colectivo, que nos hace inmunes a lo que viene después de estas radicales protestas. El mundo continúa girando. C´est la vie.

Con el transcurrir del tiempo las cosas se verán más claras. Todos esperamos saber por qué se produjo la batalla afuera del hospital de la policía, si supuestamente le iban a hacer una calle de honor al Presidente; saldrán a la luz los responsables de los violentos hechos; conoceremos si Correa en realidad estuvo secuestrado – se dice que él siempre estuvo despachando, pero es de recordar que la razón por la cual terminó en el hospital se debió a las agresiones sufridas en el Regimiento y a que no lo dejaron tomar un helicóptero cuando pensaba marcharse – .

Por el momento – cuatro días son una mejor fecha para comprender los eventos ocurridos - se puede señalar que llamar intento de Golpe de Estado a la sublevación del jueves pasado resulta exagerado, aunque el caldo de cultivo estaba servido para acabar con la democracia si otros grupos se hubieran sumado a las protestas - sin olvidar que los policías nademás de paralizarse cerraron vías de acceso a las ciudades y se tomaron calles principales –; y que la suspensión de la transmisión televisiva constituyó un abuso de parte del Gobierno a los ciudadanos al imponer su visión de los hechos, así se indique que esto se llevó a cabo para mantener el orden y evitar la radicalización de otros sectores.


A las lamentables muertes y millones de dólares, se suman como pérdidas la desconfianza en la institución policial por parte de la población; las reacciones del Ejecutivo señalando que no van a dar marcha atrás, siguiendo con su prepotente y avasallador estilo para gobernar; la imagen que se le da al exterior de país inseguro e inestable; y la contribución a una mayor degeneración de la sociedad – es increíble ver en la foto al ladrón a sus anchas en plena Perimetral con un arma de tan grueso calibre –, compartiendo con la bloggera Princesa Quil que es lamentable que necesitemos de alguien vigilándonos para permanecer controlados.

En la primera película de El Padrino, antes de que Michael Corleone asesine al Jefe de policía McCluskey y al turco Sollozzo en la escena del restaurante, Clemenza le dice al personaje interpretado por Al Pacino que no se preocupe por lo que va a hacer, que estas cosas pasan cada diez o veinte años. De igual forma las protestas generadoras de caos son tan comunes en el Ecuador que cuatro días después ningún dirigente nacional, la alcaldía, la policía o sectores sociales han sentido la necesidad de discutir estos graves hechos y sus consecuencias. Como si nada hubiera sucedido no nos vemos intentando juntar las piezas de ese simpático florero llamado Ecuador que todos quebramos.

Y porque el viento se mueve, porque empieza a apestar, porque así es la vida o porque es algo intrínseco en los ecuatorianos, con un mal sabor, este blog empieza a pasar la página…
Powered By Blogger