6 de octubre de 2009

La caníbal chica Almodóvar como un avance a Los abrazos rotos

“Lo mejor para fabular es nuestra propia naturaleza” dice Pedro Almodóvar durante una entrevista en Cannes. A eso habría que añadirle todo lo que también uno ve, lee y vive. Por ejemplo un día antes de terminar su última película (de las 17 hasta hoy), de improviso, inspirado en la energía de Carmen Machi, en una jornada realizó el corto “La concejala antropófaga”. Que en el característico mundo multicolor de Almodóvar con refrigeradores de color tomate, mujeres mayores con trajes chillones, más una licuadora estrambótica, presenta una de esas escenas tan típicas en la obra del director manchego, con personajes que deberían estar en un psiquiátrico pero que su actuar parece de lo más normal. El corto dura cerca de ocho minutos y recuerda a Mujeres al borde… En él, Carmen Machi, a través de un ininterrumpido monólogo, interpreta a una Concejala de Asuntos sociales de Madrid (políticamente conservadora) que piensa que el sexo es un asunto de interés social (y piensa en una ley que incentive la promiscuidad) y que confiesa sus ganas de algún día comerse desde los pies a sus parejas (todo lo dice mientras, a ratos, inhala cocaína). La añadidura de lo mejor para fabular…, viene al caso porque seguramente Almodóvar tuvo la idea después de haber escuchado de la vida de Issei Sagawa (un japonés parecido al Gregorio Samsa de Kafka en medio de su transformación – mitad humano, mitad cucaracha -, que estudiaba en la Soborna, y un día mató a una compañera de clases y se comió, literalmente, varias partes de ella; pero eso no es lo aterrador: gracias a las influencias de su padre pudo salir de la cárcel en París y volver a Japón, lugar donde ahora, Issei, predica el canibalismo en entrevistas en las que describe el acto de probar carne humana y tiene una columna en un diario), o mejor aún leyó el espeluznante texto de Julio César Ribeyro que explica el impulso del caníbal japonés; además que la concejala, aunque no causa escalofríos, tiene algo de Hannibal Lecter en su burgués estilo de vida; y el monólogo recuerda el prólogo de Gracias por el fuego de Mario Benedetti, donde un grupo de uruguayos en New York se pasan hablando mal de su país, y donde no falta el intelectual de derechas que para impresionar al resto y dar cuenta de la buena vida que posee, habla de cosas que el resto jamás ha pensado. En este caso de la antropofagia. En el de Benedetti de la necesidad de inocencia para que exista la sensualidad. O algo así. La cuestión es que hay mucho para inspirarse sin necesidad de, literalmente, comerse a alguien (que sería la propia naturaleza).

Y también viene al caso que lo mejor para fabular…, porque con la película “Los abrazos rotos” (mamá de “La concejala antropófaga), Almodóvar homenajea al cine. “Jamás he hecho una declaración tan expresa de amor al cine” fueron sus palabras. Es la primera vez que hace cine negro. Existencialista, con personajes llenos de dudas, con femme fatales, bandas sonoras con muchos violines e intensas escenas dramáticas. Pero que por capricho del manchego parten de una idea que ya había rodado Woody Allen en una comedia.

No la he visto aún. Por ahora sólo especulo. Y aunque no soy un seguidor de la obra de Almódovar (sin embargo “Hable con ella” me pareció una cosa de locos; una película en la que no pude dejar de pensar en un tiempo porque es tan buena, tan bizarra, tan bien hecha), esta es una de las películas que más he esperado este año. Precisamente porque es un homenaje al cine. Ahí están Bergman, Fellini, Audrey Hepburn no únicamente montados sino como parte de la historia. Es decir que ahí espero encontrar todas las emociones que me ha provocado el cine. Muchos de mis recuerdos porque, por ejemplo, tengo más memoria de cuando a Simba se le muere su padre en el Rey León que cuando se me cayó mi primer diente.


P.D. Acá parte del monólogo de la fogosa pero poco atractiva concejala, y acá una buena crítica a la película.

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