23 de junio de 2012
De haber leído Missing de AF
2 de junio de 2010
Un viaje que terminó

Los lugareños de Arizona son verdaderos camaleones tratando de enmendar sus errores; en Utah se respira tranquilidad; los texanos tienen en su mayoría historias duras; la excentricidad de los residentes de Oklahoma es capaz de perturbar a cualquiera; en Arkansas y Georgia Dios está en primer lugar; Alabama es un rincón que se niega a dejar el pasado; en las Carolinas son tolerantes, aventureros y soñadores; Virginia, Pensilvania, Michigan y Ohio son lugares de gente pesimista y recta en su comportamiento; en New York las personas tienen algo de bohemio; en Tennessee la tradición manda; para los de Indiana el mundo es el paraíso; en Wisconsin los sueños no existen, sólo trabajar; Iowa parece una película de motociclistas con un bar abierto 24/7; en Minnesota las leyendas se toman en serio; Wyoming es un desierto de casas donde sus habitantes no paran de irse; y los de Montana no le encuentran sentido al materialismo.

Son 121 episodios contados en primera persona. El entrevistado habla acerca de su pasado, lo que es vivir en su localidad, sus arrepentimientos, esperanzas y la forma en la que le gustaría ser recordado; con primeros planos de sus rostros, sus manos, además de tomas de sus hogares, de las calles llenas de secretos, objetos que podrían decir mucho de su vida, acompañada de música folk que le da el toque estético a cada video que dura entre tres y cinco minutos. Desde personas que les gustan los cachorritos hasta mujeres que han sido violadas por sus padres, pasando por veteranos de Vietnam y la Segunda Guerra Mundial, otros que dedican su día a ver las nubes y uno que intentó prenderse fuego. «La gente cuenta sus historias. Es tan fascinante mirarlos hablar, conocerlos. Es algo humano, no pueden quedarse afuera de eso» nos explica David Lynch en la presentación. Pasando del conócete a ti mismo de su libro Atrapando al pez dorado a conocer al resto. La materia prima de sus obras, como tan bien lo menciona VG, tratando de captar lo bizarro del american way of life.
Thoreau decía que «en vez de amor, dinero o fama, dame la verdad». ¿Cómo encontrarla? ¿Viajando igual que él? ¿Construyendo una cabaña en la mitad del bosque? ¿Y si es así en qué bosque, a través de qué carretera? Lynch está ayudando a contestar esas preguntas y espera que nos unamos en su recorrido.
P.D. En Youtube se encuentran pocos videos de Interview Project, acá la página con el viaje completo.
25 de octubre de 2009
Quieren tu dinero

Aquel manual de administración también era utilizado (y lo continúa siendo) en sermones acerca de cómo manejar el dinero, y el predicador siempre te señalaba que el sueldo que ganabas no era producto de tu esfuerzo sino una bendición, por lo que el diezmo (un impuesto voluntario) era un acto de justicia y la ofrenda una prueba de amor, y ambas permitirían que el mensaje de salvación se expanda. Lo irónico es que en la religión evangélica lo que más abundan son pobres (a excepción de esa América profunda que retrata David Lynch, donde además de esa carga de intolerancia por otras ideas, racismo, xenofobia y homofobia, muchos de los conservadores norteamericanos son hombres prósperos).
Los diezmos y las ofrendas son un camino hacia la prosperidad y la salvación en las religiones, digamos protestantes, y eso lo utilizó el Obispo Edir Macedo, creador de la Iglesia Universal del Reino de Dios, para amañar una inmensa fortuna gracias a las permisivas leyes que tienen las iglesias en materia tributaria, y que ahora es investigado por la Fiscalía de Brasil (la revista Vistazo presenta un excelente artículo de estos hechos). Basándose en una fe que predica que mientras más das más recibirás, los pastores de esta iglesia han puesto de moda la comercialización de la religión. Uno puede adquirir el agua bendita traída de Israel y así sentirse más cerca del reino de Dios.
La religión, si se quiere, es un gran negocio (no necesita marketing). Eduardo Galeano escribía que en Colombia las tasas de matrimonios variaban de acuerdo a los precios del café. Con las crisis aumentan el número de fieles y en lugares como Nobol parece no existir (desde su santificación, las limosnas hacia Narcisa se han duplicado). Y es verdad que uno puede hacer con su dinero lo que le da la gana, y ante consejos de que te compres un auto y no te vayas de mochilero a Argentina uno puede mandar a esas personas a la reputaquelosparió; pero eso no implica que no existan controles de cómo estas instituciones gastan su dinero, o sea imposible investigar si han instigado a sus fieles a que donen sus casas o realicen grandes contribuciones, que en esta vida o en la otra serán devueltas. Recordemos que son organizaciones sin fines de lucro y no de lucro sin fin.
P.D. Dejo las mejores canciones que he escuchado en las que se nombra a Jesús y que se deberían corear en cualquier misa, culto, salón del reino o congregación, aunque la verdad ya no asisto a ninguna de ellas. Pero ojalá las toquen.
28 de junio de 2009
Retratos comunes

Cada vez que me voy de un lugar (son algunos a los 25, sin dejar que esa palabra “algunos” sea sinónimo de cantidad), mientras tomo el metro o el bus que me lleve hacia el lugar que me sacará de ahí, empiezo a escrutar y a mirar a la gente, no con el ánimo de juzgarlos sino de conocer la historia detrás de aquel rostro, de esas arrugas, de esos ojos. Pienso que tienen algo que contar, sólo que nadie se atreve a preguntárselo. Y no es la excepción el trayecto desde que tomo el metro hacia a la estación San Martín, donde tomaré un bus hacia el lejano y estéril aeropuerto de Ezeiza. En el metro observó aquel señor barbado que no suelta una bolsa, como si esta fuera el único recuerdo de una vida previo a un desastre; también poso mi vista sobre una madre impaciente por llegar a algún lugar en una ciudad desierta en día domingo de sus tumultuosas soledades de otras fechas.
Una anécdota cuenta que previo al estreno de la primera “Star Wars”, George Lucas le había mostrado la película a sus amigos David Lynch o Brian de Palma (no recuerdo cual de los dos), además de Steven Spielberg. El creador de E.T. le dijo que sería un éxito de taquilla mientras el otro le vaticinó un fracaso completo. En caso de que ese pesimista haya sido Lynch, esto se puede comprender viendo que su filmografía es una obsesión por la vida cotidiana y lo escondido detrás de ella. Lynch cuenta historias alejadas de las grandes ciudades, las suyas tratan de vecinos que salen a podar el césped de sus jardines, de madres que acompañan a sus hijos a los partidos de beisbol, de huraños y solitarios ex militares, en fin, un retratista de la “América profunda”. “Se lo considera un director oscuro, o al menos uno capaz de filmar la oscuridad para volverla aterradoramente visible” escribe Violeta Gorosdicher en el Página 12 que compre en Ezeiza (puede que sea un periódico oficialista, pero es el de mejor sección cultural), y Violeta también escribe sobre el último proyecto de Lynch: “Interview Project”.


En “Interview Project”, al igual que el resto de sus películas y series, David Lynch cuenta las historias de seres al parecer comunes. La diferencia está en que aquí las historias no se deforman como en el resto del universo de Lynch, o por lo menos eso no lo podemos ver. La idea es sencilla: Un equipo recorre por setenta días 30 mil kilómetros por todos los Estados Unidos entrevistando personas que conocen en el camino. Todo, supuestamente, sin libreto alguno. El proyecto no es de primera mano. David Lynch no dirige, ni está presente en las entrevistas, sino las hacen diferentes cineastas. Son 103 episodios que comenzaron a circular a partir del 10 de junio y aparece uno nuevo cada 3 días. Hasta la fecha 10 están colgados en internet. Todos están filmados al estilo de documental. Con ese ruido, esa suciedad que se siente en el ambiente y la cual me encanta por estar tan alejada de la perfección. Los planos que se ven pueden ser de un viejo canoso de gorra y gafas, al lado suyo un bastón o una van como sus únicos compañeros. Tal vez la ruta por segundos, pero la voz nunca deja de hablar. Tomas del lugar donde viven. De casas con techos vetustos y perros en la calle. Y aunque por el tiempo de 4 minutos, que dura el episodio, sólo se puede escarbar superficialmente la vida de alguien que está contando su historia, la filmación de estos objetos, o un águila volando cerca, (imagino a Bob Dylan viendo lo mismo mientras iba a New York) completan el cuadro.
Debido a los realities, que por volverlos interesante o rentables se trastoca la naturalidad que en principio tenía la idea, maquillándola (en “Interview Project” también se añaden efectos y la música folk, esa de carretera, aparece al principio y al final), uno poco a poco va perdiendo la fe en su sinceridad. Sin embargo por la sencillez que tiene esta idea de Lynch, como un homenaje a la gente común, su fuente de inspiración, a uno le dan ganas de creer que algo de los cuatro minutos es verdad, y también dan ganas de hacer lo mismo y tomar las maletas y emprender un viaje sin saber las personas que uno encontrará. Es casi una obligación hacerlo para así dejarse de prejuicios y generalizaciones de grupos e individuos que supuestamente nada tienen que ver con uno, y saber que hay un mundo más allá de nuestras narices, pero mejor dejo que los expertos hablen y acá la reseña de Página 12 y la página donde se proyectan los episodios.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-5362-2009-06-14.html
http://interviewproject.davidlynch.com/