4 de diciembre de 2008

Noctámbulos

María Laura tiene 26 o 27 años (no recuerdo). Ella es misionera, a sus 21 años fue candidata a “Señorita Selva Amazónica”, aunque con su metro cincuentayalgo y su cuerpo de quinceañera, escaso de curvas amazónicas, no creo que haya deslumbrado a un jurado que lo único que premiaba era la carne y el libido que ella como selvática mujer debería despertar; actualmente reside en Buenos Aires. Inti tiene la misma edad pero es uruguayo de Rocha, ferviente hincha del Rocha Fútbol Club (Rochita como él lo llama). Biólogo, adicto al cannabis y con un léxico sumamente difícil de entender. Vía mail me acabo de enterar que ahora María Laura e Inti son pareja, una pareja con un alto gasto telefónico y varios kilómetros de recorrido para seguidamente visitarse y así no olvidarse de sus rostros.


Cuando estudiaba en España, hace casi un año, en un pequeño lugar de Andalucía (a una hora de Sevilla) llamado La Rábida, en El claustro, como nosotros llamábamos al antiguo monasterio que ahora sirve como residencia universitaria, junto a este par y Peter (rockero guatemalteco, que odia a Arjona y está secretamente enamorado de Rigoberta Menchú) formábamos una especie de club de noctámbulos que rondaba todas las noches el siniestro edificio. Una botella de jerez, yoga, juegos de cartas y películas, primordialmente, era los que nos permitía tener algo que hacer hasta casi el amanecer.

Siempre he sido uno de esos noctámbulos que piensan que dormir es una perdida de tiempo, solitario entre noche y noche la mayoría de ocasiones, y allá en España, tan lejos de casa, fue la única vez que tuve un grupo de desvele. El viernes pasado, durante otra noche de largas y exageradas horas, previo a un viaje hacia Puerto López que empezaba a las cinco, decidí compartir tiempo con el mayor de los noctámbulos, Travis Bickle. Travis Bickle es una creación de Paul Schader tras ser abandonado por su mujer y ser echado de su casa. Paul en este periodo recorrió un camino que incluía la pornografía, el alcohol y un bizarro gusto por las armas. Así nació Travis que es el personaje principal de Taxi driver, guión de Paul Schader (Mishima y Afliction) y dirigida por el demente de Martín Scorsese.

Al pensar y respirar cine, siempre he tenido un dilema sobre lo que es más importante: El guión o la dirección. Aún no lo descubro pero sé que cuando ambos son notables, somos testigos de la perfección. La película esta ambientada al final de la época de los 70, en el derrumbe del sueño hippie, con un Robert De Niro en el papel de un ex marine recién llegado de Vietnam y alienado de nuevo a la sociedad con un flamante trabajo de taxista. Travis no puede dormir por lo que va constantemente a cines pornográficos para pasar el rato y trabaja hasta doce horas del día en su taxi, embarcándonos en el asiento de atrás, con una música de ensueño gracias a Bernard Herrman (famoso por Psicosis) para un viaje por un New York lleno de putas, chulos, adictos y asesinos, donde a través de su diario, lo único que Travis puede decirnos es: Llegará una lluvia que se llevará toda esta mierda...


Y ahí entre bostezos y pupilas dilatadas a uno le llegan impresionantes imágenes de parejas en los cine porno, una Cybill Shepard que parece un ángel pero será el detonador de la locura de Travis, la escena donde Travis se disculpa por haberla llevada a un cine XXX a Cybill y Scorsesse abruptamente nos muestra un pasillo vacío, ¿simbolismo de lo que es Travis?, el comerciante que en la máxima expresión distorsionada del capitalismo vende armas y drogas como si estuviera negociando juguetes, Travis como una bomba a punto de explotar le pide un consejo a su compañero y este dice uno de los diálogos más estúpidos que debe existir en la historia del cine, la improvisación entre De Niro y Havey Keitel (Sr. Lobo en Pulp fiction), la aparición de Scorsese que pretende asesinar a su adultera esposa con una mágnum mata elefantes, una grandiosa Judi Foster que con 14 años, trabajando como prostituta (así como Sabato en sus libros se burla de los comunistas, anarquistas feministas y críticos, Scorsesse aquí se burla, con el personaje de Foster, de algunas mujeres que en aquel entonces creían que la liberación femenina únicamente consistía en escaparse de casa y prostituirse) tiene más presencia que en El silencio de los inocentes, y la infaltable: Are you talkin´to me?...

Taxi driver es el retrato de uno de esos locos que un día empiezan a dispararle a todo el mundo, es decir un perfecto hijo de la sociedad. Y eso es lo que tiene la película, que de alguna manera (por rechazo o soledad) el público entiende a Travis. Claro que en ese año prefirieron darle el Oscar a ese sueño americano llamado Rocky Balboa.

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