25 de diciembre de 2008

Voluntariado, emprendimiento, empatía, solidaridad y algo más...

Hoy en día, los jóvenes más admirables son los emprendedores sociales, los que ven un problema en la sociedad y se remangan las mangas de la camisa para hacerle frente en formas nuevas… En enero de este año que ya se acaba, apareció en el diario EL UNIVERSO uno de las columnas más inspiradoras que he tenido oportunidad de leer, escrita por Nicholas Kristoff bajo el título: La época de la ambición, en ella se hace referencia al emprendimiento social como otra vía (además de la comercial) de promover el desarrollo. Al artículo le sumo un libro que me regalo un amigo cubano, Jorge (un abrazo a la distancia y en Pinar del río el año que viene nos encontramos) llamado Con otra mirada, que hace referencia a los programas de voluntariado de la diputación de Córdoba – España, donde se detallan los ventajas de crear, apoyar y vigilar estas actividades beneficiosas para las comunidades y las personas que prestan sus servicios en ellas.

Tradicionalmente, el voluntariado se ha identificado con las organizaciones no gubernamentales (además de motivos religiosos o de caridad) pero a través del tiempo, en España, entidades públicas también se han interesado por estos emprendimientos. Con este objetivo, añadido a las políticas de cooperación, se han destinado montos del presupuesto local a actividades que sirven para: 1) el establecimiento de relaciones entre las organizaciones de la sociedad civil beneficiaria y la sociedad civil donante. 2) Sentar bases para futuros programas de cooperación al desarrollo humano. 3) Dar respuesta a la creciente participación voluntaria en programas de cooperación al desarrollo.

Estos programas de voluntariado y emprendimiento social, y las personas que los desarrollan no solo responden a actos románticos o idealistas, deben estar sustentados en programas de ayuda humanitaria y de cooperación internacional, con fondos previstos para actividades relacionadas, planificación, seguimiento y un diagnóstico geográfico (en áreas con alta predominación de indígenas, lugares con altos índices de inequidad de género, etc.) y por temáticas (educación, creación de microempresas, protección y sostenibilidad ambiental, gobernabilidad, desarrollo rural, patrimonio histórico, etc.) de los sectores donde se pretende trabajar.

En Guayaquil y la provincia del Guayas el concepto de progreso y desarrollo ha estado expresado en términos de cemento (obras arquitectónicas). Sería importante que las autoridades locales impulsen estos programas para cubrir otras necesidades relacionadas con el bienestar humano en los lugares con mayores índices de pobreza u otras necesidades. No será sencillo por lo que los implicados deben comprometerse adaptando políticas de cooperación y desarrollo; otorgar recursos (a través de subsidios) para emprendimientos y actividades de voluntariado; leyes que protejan a las personas que participen; análisis de los sectores donde, basado en la experiencia de la alcaldía o la prefectura, se pueda colaborar con mayor eficacia; invitar a participar en alianzas a entidades experimentadas en la temática (Programa de Voluntariado de las Naciones Unidas u otras ONGs por ejemplo), entre otras cosas que el dinero no puede comprar. Pudiendo en un futuro expandirse a destinos nacionales (fuera de la provincia).

Siempre he creído que el desarrollo no está únicamente ligado a aspectos comerciales, sino que se deben atacar diferentes puntos que eliminen la pobreza y creen libertad y oportunidades a las personas. Con los programas de voluntariado y emprendimiento además de mejorar el bienestar de las comunidades afectadas también se están creando plazas de trabajo para las personas interesadas en la cooperación, además de otros beneficios como el de reducir las zonas periféricas (disminuyendo la migración hacia las grandes ciudades), concienciar a la sociedad de las realidades existentes en otros lugares y el principal (y que es el de mayor carencia en Guayaquil), el construir ciudadanía.

Hace unos meses trabajé en un Programa de Voluntariado en la serranía ecuatoriana, programa gracias al cual tuve un acercamiento a la realidad, y en palabras de Antonio Zurita (un abrazo también a la distancia): A vivir esa realidad de la pobreza económica y la riqueza humana.

PD: En la foto Jorge y Antonio en algún mítico bar de Córdoba entre mezquitas y catedrales/. Jorge esperando contarnos a mí y a Johanna alguno de sus viajes por Argelia/. Una vaga foto con el mentor de Anastasio (que me incentivó a tomar el Programa) el día de la sustentación de tesis (Anastasio es aquel bonachón a la izquierda).





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