9 de octubre de 2008

Bob

El día en que muera, sin que eso importe mucho para el lívido y maltrecho cuerpo anteriormente mío metido en un catafalco de pino sin respeto a mi ya difunta claustrofobia, durante el funeral no quisiera disparos al cielo ni discursos que conmuevan, sino que se escuche en el orbe de los aún vivos esta melodía:

Old pirates, yes, they rob I;
Sold I to the merchant ships,
Minutes after they took I
From the bottomless pit.
But my hand was made
strongby the and of the almighty.
We forward in this generation triumphantly.
Won’t you help to sing these songs of freedom?
cause all I ever have:
Redemption songs;
Redemption songs.

Para muchos, Bob Marley no pasa de ser un rato en la playa, en Montañita sentados en la arena siendo parte del breve ambiente epicúreo, con hippies del momento que se pasan los porros (los fasos diría Spinetta en su lunfardo) y esperan el final de la semana para volver a sus rutinas, a sus modas. Esos céfiros momentos también los sentí yo, pero entendí que mi realidad no es lo que determina a Bob y lo que fue él.

Bob Marley no es solo el símbolo de los bohemios del mar, de los adictos al elixir (entiéndase esto por alucinógenos) o de los aventureros con un montón de kilómetros y una mochila en la espalda, también es una influencia directa (aunque muchos no se den cuenta) en la gente que propone un cambio, en los que tenemos de profesión permanente al idealismo (sin que el idealismo sea excluyente de las tres actividades anteriormente mencionadas), esto siempre y cuando dejemos atrás los tabúes y las criticas a expresiones culturales que no entendemos.

Bob fue un activista no – político, brindaba conciertos gratis en su Kingston, Jamaica para promover la paz amenazada por los gángsters. Un 3 de diciembre de 1976, dos días antes de una de sus gratuitas presentaciones (Smile Jamaica), sufrió un intento de asesinato, provocado por los que en la Jamaica de entonces vivían del terror, donde fue gravemente herido junto a su productor y su esposa, Rita. A los dos días, a pesar de tener heridas de bala en el pecho, se paró en el escenario y cantó frente a 80 mil personas en el Smile Jamaica. Su justificación fue: “La gente que está tratando de hacer este mundo peor no se toma ni un día libre, ¿cómo podría tomarlo yo? Ilumina la oscuridad”.

Dos años después, luego de un exilio para evitar otro atentado, fue invitado por los dos candidatos a la presidencia de Jamaica para que participara en el evento “Concierto de la paz un solo amor”, evento realizado para confirmar la tregua entre las bandas criminales de Kingston. Durante el acto, Marley hizo posible que los dos principales líderes opositores se dieran la mano frente a 100 mil personas, demostrando una vez más que la música es el camino ideal a la convivencia pacifica. Por sus acciones de esa noche y su lucha contra la opresión, recibió la Medalla de la Paz de las Naciones Unidas y fue invitado por varios mandatarios africanos a las celebraciones de independencia de sus naciones; en un continente africano donde aun se respiraba esperanza, pasó por Kenia, Etiopia y Zimbawe.

No solo por su activismo Bob Marley es un referente para el idealismo, solo escuchando sus canciones tenemos un grito de libertad. ¡Que mejor himno que Get up stand up para las Naciones Unidas! y Redemption Songs para expresar lo que es dejar los rencores y el pasado a un lado; mientras mi memoria aun recuerda las incontenibles emociones que rezumaban de mi cuerpo que escuchaba a Gilberto Gil (ministro de cultura de Brasil) cantando Kaya (canción de Bob) frente a Kofi Annan en el día mundial de la paz.

Ahora que estamos en época de premios Nobel: propongo un Nobel póstumo de la paz para Marley y su obra.


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