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21 de octubre de 2008

En un café

En un café se vieron por casualidad, cansados en el alma de tanto andar, ella tenía un clavel en la mano. Él se acercó y la preguntó si andaba bien, llegaba a la ventana en puntas de pie y la llevó a caminar por Corrientes.

Miren todos, ellos solos pueden más que el amor y son más fuertes que el Olimpo. Se escondieron en el centro y en el baño de un bar sellaron todo con un beso.

En un café – Fito Páez.

Café: El territorio neutral para los apátridas del alma.

Rayuela – Julio Cortázar.

Entre sueño y realidad y otro sueño mezclado con realidad, una vieja gitana viene hacia mí, me agarra la mano y se hace de mi futuro. Yo no se lo comparto, sino que ella me lo brinda por un instante, como un voyeur en mi mano, drogado por sus palabras, a través de esas líneas, creo que voy a conocer todo mi destino, pero ella solo egoístamente me dice: Veo un café.

Entonces un nuevo sueño entra y no me apuñala con un botella rota, como lo hacen la mayoría de estos engendros, esperando que uno reencarne en la realidad que el subconsciente desea, este sueño se presenta como un tren que me embarca en un viaje de primera clase, lo hace amablemente para que no se pierda el yo del sueño de la gitana y la mano, y al final del recorrido me empuja a ese nuevo laberinto que no ha sido conquistado.

Las primeras nuevas imágenes son del café inventado por la Gitana, palabra Gitana con aires de vieja, que comienza con mayúsculas porque dejó de ser objeto – adorno y ahora se convierte en ser, en parte de mi memoria. El local no tiene paredes, solo largos pretiles para evitar que aventureros caigan al limbo, mesas con patas de caballo, sillas hechas de cannabis. Quien atiende es la Gitana, que cobra una rupia para acceder a tu futuro, y con su milenaria magia puede reproducirse y atender a los clientes que entran y salen de mi nuevo sueño con aires de añagaza.

En una de las mesas está sentado Sartre con Danny “el rojo”, hablan de la pasividad y la falta de lugares para conversar de los guayaquileños y como lenta y tácitamente se van convirtiendo en corderitos de un pastor que no recuerda el nombre pero comienza con N y termina en T, y mientras continua con el discurso, Van Gogh lo interrumpe entrando a tropezones al local con su otra oreja en la mano, buscando a Paris Hilton para dársela como regalo. La música es animada por la chica tatuada Winehouse con nariz judía. Janis Joplin la aplaude y Satchmo se enamora de ella, y al lado Charly García discute con Mozart del por qué las personas están obstinadas con la repetición y que con la música del hoy, basta con ir una canción y ya lo habrás escuchado todo.

Sábato y Borges llegan juntos y la Gitana les ofrece una mesa, pero ellos prefieren sentarse en las barandillas porque es un mejor lugar para continuar sus charlas sobre el suicidio, Virginia Wolf que bastante experiencia tienen en estas situaciones, los escucha y decide unirse, pero Sarah Palin la muerde, cual pitbull con lápiz de labio, representando a las buenas mujeres, para que no siga cometiendo vergüenzas de la que las vivas, preocupados en el buen nombre, tienen que hacerse cargo quemando sus libros.

Con la quema de libros aparece Marx, que al escuchar las conversaciones entre Friedman y Goldwin, que lleva en sus brazos a una pequeña Mary Shelley, y por tanto a un Frankestein de peluche, solo se limita a decir: Enajenados y su tocayo Groucho le sirve un vodka de Siberia, que lo tomó el mismo Trotsky con Dostoievsky en alguna de mis pesadillas de Gran Inquisidor.

Allan Poe se emborracha con Pisco y Ron que Hemingway trajo después de pescar en Cabo – Blanco y Cuba, y Tim Burton le ruega un autógrafo al primero. Marilyn Monroe sale de un pastel y le canta cumpleaños feliz a Saddam Hussein, que en una silla alejada se siente solo y triste hasta que llega su compadre de caos, Marulanda. Attila el Huno se une al dúo y Bram Stoker se inspira para escribir Drácula, y Rembrandt, el padre de la luz e hijo de un ciego, enfurecido con Saramago, le reclama el por qué de su fascinación con los no videntes. García Lorca huyendo de España, se refugia en el café con ayuda de Walt Whitman y Oscar Wilde. Y García Lorca, al creador de Dorian Grey, le pinta un cuadro, con el auxilio de sus compatriotas: Picasso, Miro, Goya y Dalí, en el cual no morirá apreciándolo

Entonces yo, harto de solo ser un voyeur, quiero también entrar, pero la misma Gitana no me deja pasar, así me convierto en un esclavo de ella y de mis propios sueños, y la realidad poco a poco va muriendo entre fantasías y pesadillas que comienzan en un café.

25 de agosto de 2008

Otra historia de pendejos: Primavera de Praga en la Habana, Cuba

Nunca he utilizado mi blog para copiar y pegar escritos de otras personas, para eso tengo otro espacio: "Editoriales y articulos de opinion", donde trato de preservar en internet lo que me ha gustado. Pero siempre hay una excepción, y el día de ayer me enviaron al correo este escrito que realmente vale la pena leer y comentar, de una persona que presenció los hechos y fue parte de la historia. Espero que sirva al que lo lea, sobretodo a los ecuatorianos, en este tiempo de promesas y protestas, y a los guayaquileños tan pasivos políticamente.

Gracias Max por esta contribución, la proxima ves que me tome un ron, será a tu salud.

Primavera de Praga en la Habana, Cuba.
Aquella noche de mediados de julio de 1968, al salir del edificio que ocupaba la Biblioteca Central de la Universidad de la Habana, encontré la Plaza Cadenas* más concurrida que lo normal. Algunos “estudiantes sin libros” con aspecto de luchadores merodeaban por sus alrededores. Otros personajes con el rostro en penumbras, sentados en los bancos, aparentaban leer un periódico. Empleados “de limpieza” barrían las calles aledañas a hora tan inusual. La única entrada de autos al recinto universitario se encontraba más protegida que de costumbre.

Un grupo de jóvenes estudiantes franceses, peludos, barbudos, con estrafalaria vestimenta, mantenían una activa discusión junto a la escalinata que conducía al Rectorado. Todo indicaba que el Comandante Castro haría su aparición en cualquier momento, según la costumbre que había establecido de visitar la Universidad muy seguido por las noches y discutir los últimos acontecimientos políticos -- sobre todo de carácter internacional-- con estudiantes y dirigentes estudiantiles, sin las limitaciones naturales de cuando se está ante la prensa extranjera

Pronto, tres automóviles entraron a la plaza a gran velocidad y los escoltas se repartieron por el recinto. Castro se bajó del segundo carro y se recostó al maletero del primero. Los estudiantes sin libros, los lectores sin luz y los barrenderos sin basura rodearon al líder formando una barrera protectora y, por supuesto, los estudiantes franceses, verdaderos objetivos de aquella visita, además de otros que como yo estábamos con diferentes intenciones.

De inmediato la conversación derivó hacia los recientes “sucesos de mayo” en París y en casi toda la Francia, que obligaron a la renuncia de De Gaulle. Aquellos estudiantes habían participado en la lucha callejera, construído barricadas con los adoquines levantados de las calles, lanzado piedras, quemado automóviles. También habían recibido golpes, chorros de agua a presión y alguna más que otra bala de goma en sus costillas.
Por fin se llegó al tema del momento, la situación en Checoslovaquia y el conflicto creado con la URSS por la política de liberación y cambios emprendida por Dubcek a partir de enero del 68, intentando alcanzar la utopía del “socialismo con rostro humano”. Uno de los estudiantes franceses preguntó cual sería la posición cubana en caso que los soviéticos, bajo la cobertura del Pacto de Varsovia, invadieran Checoslovaquia.

La respuesta del Máximo fue rápida y tajante:
-- ¡ Cuba, como fiel defensora del principio de no intervención jamás apoyaría un acto ilegal como ése ! ¡Defenderemos la soberanía y el derecho del pueblo checo a construir su futuro sin interferencias ajenas !
Bajo aplausos y gritos , en español y francés, terminó la notable visita. Yo fui testigo presencial de esas palabras. Lo vi pronunciarlas y las escuché claramente.

El 21 de agosto nos enteramos de lo esperado, que 5000 tanques y 200,000 soldados habían invadido el territorio checo para proteger y preservar las “conquistas del socialismo”. En los días siguientes llegaban las noticias en la prensa y la TV sobre los acontecimientos en Checoslovaquia. El 23 de agosto se anunció una breve intervención televisiva de Castro en el horario de la noche, atendiendo los graves sucesos internacionales.

El resto lo sabemos todos. Un mes después de sus declaraciones de apoyo al pueblo checo en la universidad, Castro cambió su opinión y denunció públicamente la “contrarrevolución checa.” Advirtió al pueblo cubano sobre los hechos que estaban llevando a ese hermano pueblo hacia los brazos del capitalismo y el imperialismo. Llamó a los líderes checos “agentes de la Alemania Federal”, y a sus seguidores, “chusma fascista reaccionaria” El único gobierno socialista que no apoyó la intervención soviética fue la Rumanía de Ceausescu, quizá por aquello de... “cuando veas las barbas de tu vecino pelar...”
Después de años de confrontaciones y divergencias entre los partidos comunistas de Cuba y la URSS al fin Castro se plegaba, de manera infame, a los mandatos de la metrópoli. La difícil situación económica interna lo obligaba a ello, sobre todo debido a la necesidad de recursos para llevar adelante la llamada “ofensiva revolucionaria” lanzada el 13 de marzo de ese mismo año.

Las llaves del puerto petrolero de Bakú se abrieron a todo dar para Castro. El extinto CAME comenzó el envío de fábricas de cortadoras de caña para las zafras gigantes que rondaban en la mente del megalómano. Nuevas termoeléctricas. Equipos militares. Ayuda técnica y económica sin fin. Era el precio que pagaban por la infamia castrista.

* Nombre de un antiguo Rector de la Universidad
Escrito por Maximiliano de Robespierre

2 de agosto de 2008

Leyendo al enemigo

Fidel Castro, en artículos que escribió anteriormente para un diario cubano, señalaba que el reemplazo de los cereales, de alimentos a combustibles, puede conllevar a una grave crisis alimenticia. De igual modo en los años 80, él hablaba de los peligros de la deuda externa. Pero: ¿Por qué nadie tomó en cuenta sus opiniones? No es por defenderlo a él o a sus acciones; porque conozco las violaciones, del Gobierno que presidió, a los derechos de las personas, al no permitir elegir un presidente democráticamente, restringir la libertad de expresión y practicar una constante represión; pero parece que la mayoría de empresarios o futuros, que crecimos con la ley de la competencia perfecta, creemos que Castro no sabe nada de economía (aunque tenga la razon y sin conocer que Cuba actualmente crece al 8% de su PIB), al igual que lo pensamos de todo no seguidor de las máximas del mercado.

El ejemplo cubano lo traigo a colacion porque así como se niega a Castro, satanizamos a Marx (sin haberlo leido); sin embargo algunos comentarios me han llevado a dudar de la maldad del autor de El Capital. John Cassidy, periodista de el New Yorker, en 1997 mantuvo una conversación con un banquero británico, el cual le dijo: ”Estoy plenamente convencido que los planteamientos de Marx son la mejor forma de analizar el capitalismo”. El corresponsal de economía después de escucharlo, corrió a saciar su curiosidad, quedando al final totalmente convencido de las afirmaciones de su amigo de Wall Street. Los pasajes de El Capital le parecieron cautivadores sobre la globalización, las desigualdades, la monopolización, entre otros. Anécdota que me resulta curiosa, si traemos a la memoria, que diez años antes, Francis Fukuyama decía que “con la caída del muro de Berlín y del comunismo, estamos presenciando el fin de la evolución ideológica de la humanidad”, pero en agosto de 1998 (1 año después de la conversación), el Financial Times se preguntaba si habíamos pasado “del triunfo del capitalismo global a una crisis profunda del mismo en apenas un decenio”.

Otros economistas mucho más influyentes que Cassidy han dado opiniones similares. John Maynard Keynes, consideraba al sistema capitalista como inestable y debía terminar algún día, coincidiendo en muchos aspectos con Marx, pero el británico negaba cualquier simpatía con el alemán. Un ejemplo más extremo es John Schumpeter, considerado un héroe entre los empresarios, el cual señalaba a favor de Marx que “percibió el proceso de cambio industrial con mayor claridad y se percató de más conscientemente de su importancia vital que cualquier otro economista de su época”. Y también son de destacar las contribuciones de la escuela de Frankfurt, con sus ideas acerca de las superestructuras y la alienación a la que estamos sometidos los hombres, ideas provenientes de las lecturas de los libros de Marx.

El capital presenta una forma de pensamiento crítico, es el capitalismo visto desde el lado de los pobres; pero para horror de la humanidad: Lenin, Mao y Stalin lo declararon como un dogma, por lo que de ahí en más, cualquier gobierno que se declaraba comunista, tenía su propia visión del Marxismo, sin mayor discusión (lo que Venezuela pretende al implantar el socialismo como cultura).

Como conclusión: Por leerlo no me pasé al lado oscuro, ni voy salir a la calle vestido de rojo. Al final esto solo es un granito de arena para desterrar esa suerte de pensamiento único que se pretende para la sociedad. Y que las Cámaras de Comercio promueven al invitar únicamente a personajes como Vicente Fox o José María Aznar a sus cócteles o celebraciones.

Nota Final: Leer El Capital es algo tan surrealista, que se necesitan otros libros para entenderlo (ver las fuentes).
Fuentes:
La historia de EL CAPITAL de Karl Marx, por Francis Wheen.
La sociedad justa según Marx, por Julio Barreiro.
América Latina: Las corrientes de discusión económica vigentes, por Oscar Ugarteche.
http://www.revistapueblos.org/spip.php?article896
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