6 de septiembre de 2009

No estamos en temporada

Febrero de 1997: Abdalá Bucaram cumplió 45 años el 4 del mismo mes. Seguramente no lo celebró, porque desde el 2 de febrero protestas de los transportistas se extendieron por todo el país a partir del paquetazo de medidas económicas (mayores impuestos a los combustibles, supresión de subsidios, congelamiento de salarios e incremento en la tarifa de transporte) y el plan de convertibilidad que pensaba llevar a cabo. Días antes las Federaciones de estudiantes, la Coordinadora de movimiento sociales, la CONAIE, el FUT, el Foro de Ciudadanía, feministas organizadas y sindicatos ya habían llevado a cabo manifestaciones; y para el 5 de febrero, el Frente Patriótico para la Defensa del Pueblo (unión de los movimientos mencionados) convocó a una huelga nacional. Con cacerolazos, desfiles de encapuchados y colectas para comprar la renuncia de Abdalá, dos millones marcharon. Las protestas se extendieron hasta carnaval, día 13, cuando el Congreso destituyó al “loco”, que se fugaba a Panamá. Fabián Alarcón se ponía la banda presidencial. Tenía 11 años y estaba feliz porque no había clases.


Enero del 2000: El Pájaro Febres Cordero, en su libro “Soy el que pude”, cuenta que durante una reunión informal, la Ministra de Gobierno, Ana Lucía Armijos, estaba preocupada porque no podía localizar al presidente. En aquellos días de agitación política, Mahuad, se encontraba armando un rompecabezas mientras ideaba nuevas estratagemas políticas. Porque desde principios de año se especulaba con el derrocamiento del Gobierno. Con los aumentos de precios, las quiebras de bancos, el creciente desempleo y con la posterior dolarización de la economía y el feriado bancario, que congeló los depósitos de todos los ahorristas, el 15 de enero comenzó la marcha indígena hacia Quito. Dos días después el Austro estaba bloqueado y el 20 de enero, diez mil indígenas recorrían los alrededores de Quito, tomándose el Congreso con el apoyo de los militares de mandos medios. Se les sumaron sindicatos, estudiantes y otros gremios; y el viernes 21 un Triunvirato se autoproclamaba como nuevo gobierno. Duró pocas horas. Tenía 15 años y mi mamá se quejaba por los aumentos diarios en los precios.

Abril del 2005: Llamar “forajidos” a las monjas, amas de casa, gente de clase media que marchaban por la ciudad de Quito, fue lo que inició su derrocamiento. Las manifestaciones se iniciaron a partir de la destitución de los miembros de la Corte de Justicia y la instalación de la Pichi Corte con la que volvió Abdalá Bucaram al país. Plan ideado por Gutiérrez para obtener el apoyo del Congreso Nacional. Las protestas, concentradas en Quito, fueron reprimidas violentamente, por lo que el inconformismo creció. Decenas de buses de otras provincias llegaban a la capital con manifestantes que lanzaban el mismo grito de: “que se vayan todos” y se unían a los cacerolazos. Únicamente se fue Lucio Gutiérrez en un helicóptero el 20 de abril, luego de que la Fuerzas Armadas le retiraron su respaldo, a pesar que días antes este apareció con toda la cúpula militar en una cadena nacional de televisión. Tenía 20 años y por Messenger (estaba en mi trabajo y no podía ver por televisión los hechos) amigos me contaban como una turba enfurecida irrumpía en el aeropuerto quiteño para evitar que el coronel se fugue.



Los derrocamientos de presidentes en el Ecuador, desde la vuelta a la democracia, se han dado entre los meses de Enero y Abril. En temporada de playa, de mayor calor, de entregas de los décimo tercer y décimo cuarto sueldo. Por eso habría que decirles a los columnistas Emilio Palacios Y Carlos Vera (a través de sus espacios escritos nos señalan que “Basta Ya”, que en el país cada vez hay más inconformismo, que los jóvenes deberíamos prepararnos para la verdadera revolución y nos invitan a todos a marchar), que todavía no estamos en temporada de paros y cacerolazos.
P.D. Si fuera director de cine, filmaría una historia de amor en un derrocamiento, entre marchas y quemas de monigotes. Pero en esta ocasión, a manera de película ochentera, como final habría que decir que Abdalá Bucaram vive holgadamente en Panamá con los millones que se llevó; Jamil Mahuad dicta clases de política en Harvard y hasta la fecha ha sido enjuiciado; y Lucio Gutiérrez, de vuelta después de su huída, es el principal lider de la oposición.

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