28 de julio de 2009

Esa señora de queso y sus lunáticos seguidores

Tal vez porque mis pensamientos estaban en la luna pasé por alto los cuarenta años, dos lunes ya, del día en que el hombre pisó la luna. Fecha en que se dijeron aquellas prefabricadas palabras, dignas de un guión altamente elaborado (con la pendenciera envidia entre los compañeros del Apolo 11 para ver quién las pronunciaba y dejaba marcadas primero las huellas en un sitio nunca antes pisado). Aunque la verdad es que después de dejar mi luna de infancia y descubrir que lo único para ver ahí, a millones de kilómetros, son rocas de todos los tamaños en un desierto satelital, mis pensamientos se negaron a mudarse y continúan estando en aquella luna con apariencia, aroma y sabor a queso, de una austera sonrisa, gesticulaciones que demuestran fastidio y una molestia perpetua (Galileo fue el primero que la desnudó y mostró su estéril rostro), del video de los Smahing Pumpkins, en una época, como la década pasada, cuando todavía valía la pena ver MTV (y que años atrás mostraba al mundo a un Michael Jackson, con rasgos femeninos pero aún con la piel chocolate, caminar hacia atrás, desplegando con gracia sus pies interpretando el moonwalk), donde Billy Corgan con su (falta de) peinado a lo Lex Luthor cantaba: “Believe that life can change/That youre not stuck in vain“ de "Tonight, Tonight”; la misma luna que años después, en una clase de apreciación cinematográfica, supe que era un homenaje a “Le voyage dans la lune” de George Mélies, corto cinematográfico de 1902 que a su vez está inspirado en la novela del enamorado del espacio y los viajes fantásticos, Julio Verne, “De la tierra a la luna”. Poco más de ocho minutos rodados a la velocidad que el camarógrafo gira la manivela sin que se canse hasta la próxima escena, y que apuradamente empieza con las felicitaciones a avejentados científicos, la posterior despedida a los afortunados que en un cohete se embarcan en el tour espacial y el estrellón contra la luna que los trata hostilmente, en un principio, pero no esconde sus enigmáticos misterios, con un reino de lunáticos incluido de los que deben escapar los centenarios astronautas para volver a la tierra y ser recibidos con todos los honores.


De inspiración para otros literatos, además del padre del capitán Nemo, como al barón de Münchhausen, Rudolf Erich Raspe, Cyrano de Bergerac, Hans Christian Andersen y a García Lorca con su “Romance de luna” sirvió también el satélite que gira alrededor de la tierra. Los hipnotizó y se dejó utilizar como musa, y no sólo en la literatura como cuenta la leyenda que una noche mientras Beethoven caminaba por un barrio pobre de Bon, y al escuchar que en una de las casas se tocaba música clásica, el maestro descubrió con agradable sorpresa que la pianista era una niña ciega, quien le preguntó a Beethoven si a través de la música le podía mostrar cómo es la luna. Creando así, cuenta la leyenda, la genial “Sonata de claro de luna”. Esa misma luna que, ahora más erótica, enciende al hombre lobo y psicodélica empujó a Pink Floyd a crear “The dark side of the moon”; mientras su real apariencia es la del monolito de Kubrick en Odisea 2001 y que para los enamorados, como George Baley (en “Qué bello es vivir”), es un regalo para las mujeres.

Pero a quienes no inspiró, la luna, fue a los mayores diarios del país, que además de publicar noticias de la Agencia EFE, Reuters u otras con nombres que suponen seriedad, imparcialidad y confiabilidad, no hicieron mayores esfuerzos, traducidos en especiales llenos de letras e imágenes, que no solo recojan fechas históricas o generalidades (como es la costumbre de los diarios del país), que le hagan homenaje a un satélite que con su verdadero rostro pone a volar (pero que el acto de haber llegado, así muchos aún digan que no, es mayor fuente de inspiración). Lo mismo pasa cuando mueren actores, músicos o ante sucesos que tal vez nunca vuelvan a suceder. Por eso me da envidia leer el diario Página 12, donde, en su sección Radar, varios de sus columnistas le escriben con libertad de estilos a la luna (antes a Michael Jackson y antes a Piazzolla). Esa luna, que como diría Rodrigo Fresán, también se encarga de las mareas, cambios de humor y extrañas menstruaciones.

P.S. Especial Moonwalkers del Página 12 en: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-5431-2009-07-22.html





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