20 de marzo de 2009

El rock´n´roll de los idiotas

Woody Allen ironiza con su singular estilo que cada vez que escucha una composición de Wagner (utilizadas por el nacional socialismo para incentivar a sus tropas y ciudadanía en tiempos de II Guerra Mundial) a él también le dan ganas de invadir Polonia.






Es posible que para un romántico la música sea la forma de expresión de sus sentimientos, para un idealista la inspiración de sus sueños, para alguien con síntomas de depresión una cura para dejar atrás el pasado; pero para los políticos la música se trata únicamente de un medio más de comunicación. Y al fin y al cabo música y política están y han estado más unidas de lo que parece. La diferencia está en que cuando la primera utiliza a la segunda puede generar melodías que valen la pena escuchar y que nos muestran un reflejo de la realidad, pero cuando sucede lo contrario lo más probable es que el único producto a obtener sea demagogia en do, re, mi, fa, sol, la, si…

Cuando la música utiliza a la política, en los casos que he presenciado (mejor dicho, escuchado) no se exalta a personajes de la actualidad, tal vez a varios del pasado, sino que se habla de realidades como exclusión, marginación, discriminación, pobreza y protesta contra cualquier tipo de violencia, es decir en la mayoría de casos en disonancia con la política actual. La música de estilo protesta cantada por trovadores como Silvio Rodríguez, Luis Fernando Aute, o Víctor Jara; o las letras de Los Fabulosos Cadillacs con “mal bicho” (… es de Paz lo que te canto/. Que me hablás de privilegios/ de una raza soberana/ superiores e inferiores/ ¡minga de poder!) o Bersuit Vergarabat con “Sr. Cobranza” (… Te persiguen si sos pobre, te persiguen si fumás, si tomás, si vendes…/ ¿Ahora que nos queda? Elección o reelección/ para mí es la misma mierda ¡Hijos de puta!..) como ejemplos actuales son solo una pequeña muestra. La música escrita y cantada en idioma inglés que puede causar la impresión de ser más comercial no se queda atrás en estas disonancias con la política, sobre todo durante el período en que Bush estuvo sentado en la Casa Blanca. Bruce Springteen, Billy Joel, Neil Young, entre otros le pusieron la banda sonora a los movimientos sociales en contra de la guerra en Irak, al igual que décadas antes Edwin Starr cantaba la mítica “War” (… Ohhh, war, I despise/ because it means destruction/ of innocent lives/ war means tears/ to thousands of mothers eyes/ when their sons go to fight/ and lose their lives…) en contra de la guerra de Vietnam, y a él se le suman los maestros del folk y la prosa Peter Seeger (Siempre que haya alguien luchando por ser libre, mira en sus ojos madre, y me verás reflejados en ellos), Bob Dylan y Leonard Cohen (Miro en el periódico/ Te hace querer gritar/Nadie se preocupa si la gente vive o muere/ Y el negociante quiere que pienses que es o negro o blanco…). Y años antes la semilla que se tradujo en estos genios, empezó con el góspel, el jazz y el blues en un periodo de extrema miseria para los afroamericanos. Donde además de Dylan, Cohen y Seeger surgieron Billy Holiday cantando “Strange fruit”, Duke Ellington y John Coltrane tocando para movimientos civiles, Aretha Franklin coreando “Freedom” y James Brown gritando: Say it loud, I´m black and I´m proud.





Pero cuando cuando se invierten los papeles y la política utiliza a la música, lo más probable es que todo termine en mera propaganda. Durante la última campaña presidencial de los Estados Unidos, Will.Im.Am (vocalista de Black Eyed Peas) escribió “Yes we can” para Barack Obama y el cantante country John Rich compuso “Raisin´ McCain” para el cowboy perdedor. Canciones dedicadas expresamente para los candidatos. En Ecuador es difícil de entender como el Gobierno sin pedir permiso alguno y respetar las leyes de derecho de autor utilice el ritmo de “Hey Jude” de los Beatles durante un comercial de dos minutos, una canción, la original, que habla sobre cómo recuperarse de un mal momento (Nebot también años atrás utilizó "Color esperanza" y a Los Iracundos ya nadie los podrá escuchar sin recordar a Abdalá Bucaram). Light the darkness diría Bob Marley para abrirnos los ojos ante semejante blasfemia.

P.S. Y sobre músicos: Estuve leyendo las columnas que Bono escribe para el NY Times. Esperaba que hablara sobre África o alguna de las realidades que ha conocido en sus viajes. Pero en su primer artículo: “Notes from the chairman” la sorpresa fue grata al leer sobre el poder de la música y cómo la canción “My way” de Sinatra puede ayudar a olvidarnos por unos minutos los incesantes y abyectos actuales momentos de crisis. Todo escrito en un delirante estilo lleno de sinceridad.



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