1 de noviembre de 2009

Nada se transformers

Una semana atrás, diario EL UNIVERSO publicó una entrevista que Marcia Barzola Castro le realizó a Francisco Huerta Rendón, Coordinador de la Comisión de Transparencia y Verdad que investiga el caso Angostura. Más allá de los análisis políticos y la veracidad que se puedan obtener de estas declaraciones, después de leer las frases de que el país corre el riesgo de convertirse en una narcodemocracia y que en el Informe final se encontrarán grandes hallazgos, a uno, como lector, le queda la sensación de que está presenciando uno de los mejores tráileres realizados para un peliculón que será la presentación del Informe de dicha Comisión. Como la expectativa que generaban los avances de The Dark Knight. Lo mismo sucede con cada nueva declaración y presentación de denuncias de Fabricio Correa, hermano del Presidente Rafael Correa. Como ver Kill Bill II después de que Kill Bill I te gustó.

Ante el acaparamiento de la atención del país que genera la política, los sujetos que están inmersos en ella y sobre todo sus escándalos, no puedo estar más que de acuerdo con el editorial que Alfonso Reece publicó el 1 de septiembre del 2008, llamado Penosa obligación, cuando decía que “la política debería ser aburrida, monótona y predecible… debo confesar que en este momento no me acuerdo cómo se llaman los primeros ministros de Nueva Zelanda y Luxemburgo… son los estados que no funcionan y sus gobernantes [los que] están siempre en primeras páginas por sus arbitrariedades y desatinos”.

Viene a colación también este tema porque en el blog del Foro democrático, Jean Gruanuer Calle, escribe un post denominado ¿Por qué los jóvenes evadimos la política?, cuando considero que en el país existen muchos más jóvenes con una vocación política y de integrarse a algún movimiento temporal que defienda intereses específicos, que artística (u otro tipo de manifestación que implique un desarrollo creativo), por ejemplo. Y esa es una de las razones de nuestros constantes tropiezos como país. Porque (ni se lo promueve) no nos desarrollamos primero como personas que tengan una visión sistémica de los actos producidos y sus consecuencias, y que no nos creamos cualquier cuento; participando de la política, a lo Dylan, fuera de ella pero tienen influencia en la misma.

Por eso tengo dudas ante la propuesta del periodista y ahora político, Carlos Vera, cuando declara su intención de formar un nuevo movimiento político para hacerle la oposición al Presidente Correa (que a la vez era la representación del cambio contra lo que estuvo antes de él) y motivar una revocatoria de su mandato. Y en este caso también no puedo estar más que de acuerdo con el editorial de Simon Pachano, del 26 de octubre del 2009, llamado Personalismo al cuadrado, cuando decía que “en la hoja de ruta de Vera, como en la de todos los outsiders que le antecedieron, no se incluye la construcción de una organización fuerte, estructurada en torno a principios y con la solidez necesaria para eliminar los personalismos… Será personalismo al cuadrado”.

A diferencia de lo cantado por Jorge Drexler, que "nada es más simple, no hay otra norma: nada se pierde, todo se transforma", en la política ecuatoriana nada se transforma. Todo es un círculo de lo mismo.




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