8 de noviembre de 2009

Pastillas para no soñar*

Días atrás, dentro del XIII Congreso Forestal Mundial celebrado en Buenos Aires, como parte de las conclusiones a las que se llegaron, se estimó que la especie humana consume recursos como si tuviera tres planetas disponibles. Lo que vuelve una necesidad el uso más eficiente de recursos naturales, evitar la depredación consumista, reutilizar nuestros desperdicios y sancionar el uso de productos que tardan decenas de años en degradarse; pero lo expresado por el presidente Hugo Chávez, cuando le pide a la población venezolana que se duchen por tres minutos, y culpa de la escasez de agua y electricidad al alto consumo de las personas con piscina en sus casas o que lavan sus vehículos los domingos, debido a los próximos recortes en ambos servicios básicos, no tiene que ver con una cuestión ecológica, sino de irresponsabilidad, de ineptitud en no prever estos problemas durante una época de bonanza (más irónico aún en América Latina donde existe la mayor reserva hídrica del mundo).
El fotógrafo Marcos López, en el diario Página 12, escribía que se sentía identificado al ver a los cubanos en el malecón de La Habana apreciando el horizonte, como esperando algo con una cierta melancolía. Y en el NY Times, un periodista económico, el año pasado (en la peor época de la actual crisis financiera), lo corroboraba al escribir que entre tanto estrés capitalista, disfrutaba de esa desconexión del resto del mundo, por la falta de noticias y publicidad, que sólo en La Habana se puede dar. Ahora que en el Ecuador estoy saboreando un poco de aquello glorificado por los que tan sólo van al paso, la imagen no resulta bella sino terrorífica.

No vivimos aún en Cuba y Venezuela (aunque muchos columnistas por su desprecio personal al presidente digan lo contrario), pero con la encarcelación (ahora libres) de los miembros de la Junta Cívica por pegar unas pancartas y con los cortes eléctricos que desde el día jueves, por más de seis horas, se extienden por el país (Rafael Correa siempre señala que nosotros no debemos porque financiar a los países ricos con las reservas internacionales sino que este dinero se puede aprovechar en proyectos rentables como hidroeléctricas), mientras el ventilador lentamente se apaga, en medio del sopor provocado por el calor y la humedad guayaca (sin olvidar, además del cambio en la rutina, las pérdidas en la producción y los comercios), una brisa de cómo es el día a día en estos infierno-paraísos caribeños nos ha llegado.

Por suerte en Ecuador se está aprobando una ley que abarataría los medicamentos, y remitiéndome a la crónica de Lygia Navarro, publicada en Etiqueta Negra, llamada: Bienvenidos a Cuba, la isla mas triste del mundo, esperamos que ante los problemas arriba señalados y la escalada del desempleo, generadora de pobreza, preocupación y depresión, sin necesidad de un mercado negro, podamos acceder al meprobamato (abuela del Valium y Prozac), para levantarnos revitalizados al día siguiente, con la convicción de que aquí las mujeres embarazas no pierden peso, ni que en lugar de papel higiénico se utilizan los libros de la editorial Huracán porque tienen el papel más barato y suave. Ojalá tengamos esas pastillas para no soñar.
* El título lo pone Sabina.



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