22 de enero de 2011

Por gusto (otra vez...)


Para el actual gobierno un año sin elecciones es como seco de chivo sin culantro. Pierde el gusto, el sabor. No siente que está jugando de local. Entonces ya tenemos consulta popular, que para el presidente es lo más importante, más que los problemas a solucionar y mejoras a alcanzar con la misma. De nuevo donde se siente cómodo: en las tarimas, en constante campaña. Sobran los motivos para creerlo. Por algo se demoraron en redactarla, cambiaron y divagaron (en) los temas a tratar, e introdujeron dos puntos bastantes dudosos – sobre las creación de una comisión para la elección del Consejo de la Judicatura y el Consejo de comunicación –, que además de la inyección de adrenalina con la victoria del Sí, le daría al Ejecutivo mayores poderes que los que goza actualmente.

La vuelta a las urnas suena bastante a perdedera de tiempo (y de plata, seguro). Después de todo, ¿hay que ir?, ¿es obligatorio?, ¿si no voy, no me dan el papelito y no puedo sacar récord policial o abrir una cuenta de banco? De antemano digo que votaré nulo o de plano no asistiré. No porque sea de la oposición (la lista de los nombres y apellidos de expolíticos que recientemente conformaron el grupo CAUCE, fueron lo más parecido a un himno a la corrupción que haya escuchado), me caiga mal el presidente o me inspire Emilio Palacio, sino porque simplemente tengo la convicción de que el llamado a una consulta popular sólo lo puede hacer la ciudadanía, en este caso Correa quiere jugar con la misma.

Y de paso las únicas dos preguntas – de diez – que tratan el problema de inseguridad, el supuesto principal motivo de la consulta popular, poco aportarán en la solución. Suenan más a preguntas que considerarían aceptar los habitantes de la parte más republicana de Texas, Arizona o Carolina del Sur. Lo que se necesitan son planes orquestados de acuerdo a la realidad y que se ejecuten obteniendo resultados. Ya ven que cuando la policía quiere puede encontrar a los culpables de un crimen incluso en algún recinto escondido de Esmeraldas. En este caso todo sucedió como de película porque las víctimas fueron miembros de la entidad, entonces desplegaron todos los recursos que poseen. Si se le mete ganas y una marca personal de respirarles en la nunca, los jueces también cumplirían cabalmente sus funciones. No es cuestión de papeles.

P.D. Semanas atrás Gabriela Calderón escribía en EL UNIVERSO un artículo que apoyaba la tenencia de armas por parte de la población invocando datos de estudios en EUA y lo sucedido con el alcalde de Palestina, señalando que tendríamos mejor manera de defendernos ante el auge criminal. Habría que recordar las instancias en que murió el hijo del periodista Rómulo Barcos (los ladrones dispararon después que el dueño de la lavadora de autos en que se encontraban sacó su revólver). Resulta bastante ridícula la petición del presidente de dejarnos asaltar, pero el debate sobre el permiso a portar armas debe ir más allá. Mucho más allá.

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