27 de agosto de 2010

¿Parricidio o no parricidio?

Quemar, desterrar, abolir y otras son las consignas para no llegar a transitar los mismos caminos andados por los padres o aquellos que empiezan a presentar calvicie y canas. Construir algo nuevo y hermoso. Quitarse los grilletes que atan al pasado. Por algo Bob Dylan decía en una de sus canciones – escuchen “My back pages” – que ahora es más joven de lo que antes lo era. Sentir esa libertad de decidir.

“Los años pasan y nos vamos poniendo viejos” cantaba la Negra Sosa. Pero no tanto como para que el cuerpo se empiece arrugar, los órganos a fallar y apreciar cada nuevo amanecer con cierta nostalgia; sino esa edad pasada los veinte, más cercana a los treinta, en que se pierde toda inocencia y se cae en cuenta de cómo uno pudo ser tan crédulo para guardar como tesoro ciertas historias – censuradas para los niños – que los mayores utilizaban para moldearnos de acuerdo a lo que ellos pensaban correcto. Época para cuestionar, para golpearse con el concreto de la realidad.

No estoy de acuerdo con el parricidio de todo legado dejado que varios escritores, cineastas, políticos y personas comunes propugnan, sin embargo destruiría de mis recuerdos eso de no hablar en la mesa, no meterse a la piscina después de haber comido, o que tengamos cuidado a la salida de la escuela porque existen hombres que venden stickers con drogas a los niños - no es que no crea en la maldad de la gente, pero resulta difícil imaginar una industria y redes de distribución de cocaína para el mercado infantil –. Cuestiones que parecen insignificantes pero son ideas teledirigidas a lo más profundo del subconsciente que marcan de por vida, y en nada se parecen a un útil consejo de un anciano sentado en la banca de un parque.

Y en caso de que se vuelva realidad toda aniquilación de nuestros antepasados, una vez confirmado el primer hecho violento después de que alguien se cansó de escuchar la misma cantaleta de que las cosas no son como antes, - tal vez fueron mejores, solo que por esa razón todo lo que viene no va a ser una repitición de lo escrito - en una hermética cápsula guardaría las películas de Godard, Psycho y otras. Al menos eso lo hizo el diario Página 12 en su suplemento RADAR rememorando, con sendos artículos a cargo de Rodrigo Fresán, Alan Pauls y otros escritores, las películas de los 60 que sentaron base para lo que conocemos como cine el día de hoy.

Porque en algunas cosas las décadas pasadas la cagaron para con nosotros, El perdón es gracias a aquella mujer de pelo corto gritando “New York Herald Tribune”. Godard nos mostró que sí tenían sentimientos y ellos, los antes rebeldes y ahora ancianos cobrando su jubilación, también trataban de crear.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-6405-2010-08-27.html



La mejor escena jamás filmada. Bertolucci también lo sabe.

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