8 de marzo de 2010

Tres clásicos

Ir a un concierto de Charly García estaba entre una de las cosas a hacer, de ley, antes de morir. Misión cumplida. Ir a Egipto y hacer un tour por África, escuchar jazz en New York también están dentro del inventario aunque se ven bastante distantes. Una lista mental de películas también tengo, la cual se va reduciendo poco a poco. Se supone que son clásicos (al menos las personas que me hablaron de ellas me las hicieron sentir así) y celebrando mi cambio de trabajo la semana pasada tuve oportunidad de ver tres de estas.

The Graduate:



La película es algo así como la mamá de los pollitos dentro de la cultura norteamericana y el cine romántico. Está, para el primer caso, la fantasía de acostarte con una mujer madura, mejor si es amiga de tus padres; y el escapar en el último minuto de una boda que nunca debió haberse llevado a cabo. Dustin Hoffman es Ben y acaba de graduarse de la universidad, tiene veintitrés años y todo el futuro por delante, pero después de cumplida la tarea no sabe qué hacer con su vida (dato aparte: cuando leí HD de Juan Fernando Andrade, Miguel, el personaje principal, se me parecía más al Ben de Mike Nichols que al Holden Caulfield de Salinger).

Aunque hay cuestiones que realmente no entiendo, como el impedir la boda y seguir hasta Berkeley a la persona de quien se había enamorado, después de tan solo una cita, la película tiene partes magistrales: escenas de primeros planos que al espectador lo convierten en un voyeur, secuencias como la que empieza con su regalo de cumpleaños metiéndose a la piscina con un traje de buzo para contar su historia con la mujer mayor, sumado a la música de Simon & Garkenful, reflejan exactamente la incertidumbre que viene después de la graduación y después de los 23.





Leaving Las Vegas:



No sé si esta película se haya convertido en un clásico según los críticos. Seguramente es una película de culto para algunos. Fue algo así como estar en presencia del realismo sucio en su versión más pura y dura, con la carne hacia afuera emanando pus. Como ver en imágenes un cuento que Bukowski escribió en servilletas manchadas de un bar que nunca cierra. Junto a Taxi driver en las escenas que se presentan, uno casi puede sentir el ruido de la ciudad, el olor a vómito que se desprende de las esquinas, las conversaciones de los chulos con sus prostitutas, ese mundo underground que es casi un mito urbano, parte del lumpen, en otras ciudades pero que debe ser tan visible en un sitio como Las Vegas.

Ben Sanderson ha decidido dejar Los Angeles y ha decidido dejar de vivir. Beber hasta morir es la forma que ha elegido para matarse (¿o matarse es la forma que ha decidido para beber?). Conoce a Sera, una prostituta bastante cotizada pero que se siente sola, lo que los últimos días de Ben, gracias a la música con aires de Billy Holyday y con frases que hubiera dado un dedo porque se me hubieran ocurrido, cuentan una historia a perdurar, sólo oída por algunos.




Easy Rider:


Ray Loriga escribía en su libro Días extraños, que «sentirte como Jim Morrison no te convierte en Jim Morrison, pero no sentirte como Jim Morrison te convierte en casi nada. Yo nunca saldría a la calle sin sentirme como Jim Morrison o Dennis Hopper por lo menos». Con respecto a este último, siempre creí que el comentario se debía a su papel en Apocalypsis Now de Coppola, ahora sé que es por Easy Rider, la película de motociclistas que cambió una generación, pero no exactamente por su personaje (más que del lado de Hopper creo que me gustaría estar del de Peter Fonda, pero en la vida real puede que esté más del de Jack Nicholson) sino por haber dirigido este gran film.

Las ganas de encontrar América, de encontrarse a uno mismo, hacerlo montado en una Harley Davidson, esperando llegar al carnaval en New Orleans, para después ir a Florida con el dinero de un negocio que incluía cocaína en México y después vendida a algún hijo de zar ruso, todo contado hipnóticamente, con una alta dosis de psicodelia (una banda sonora de locos que incluye a Steppenwolf y Hendrix), como en una canción de Pink Floyd.

2 comentarios:

manusava dijo...

Raúl,
El mes de diciembre me gradue. Me decía "Bueno y ahora que chuch? De repente toda la ansiedad de los largos meses de tesis se habia acabado. Habia entrado al ojo del huracán y era otro tipo de angustia. Por ese tiempo un primo que vive en argentina, al contarle mi sensación, me dijo "Loco, mirate el graduado, hoy en día sigue siendo actual". Además esa semana había visto 500 dias con Summer donde también hacían una referencia a la peli. Me dije, tengo que verla. Y la vi hace no más de un mes, no puedo decir que fue una medicina pero si un buen momento y además fue una peli q me dejó más preguntas que respuestas. Sigo diciendome "ahora que chuch?" pero viendo, leyendo y aprendiendo pa delante. Ahora andoo leyendo la historia de Holden Caulfield y luego sigue HD firmado por el Pescado Andrade. Como que todo es un ciclo, no?
Buen post man.
-m-

Raul Farias dijo...

Manu:

Para mi desgracia llegué tarde a la historia de Holden y lo mismo a la del Graduado. Concuerdo contigo en que de ley no serían todas las respuestas pero por lo menos la sensación de no estar solos y que varios siguen en la lucha (aunque se están volviendo locos), hace llevadera la situación.

Por suerte sobre revelaciones está Easy Rider: excelente viejo, comprala ya si puedes.

Buen ciclo que te estás pegando... Ahora que recuerdo no pude ir a la presentación de HD acá

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