11 de marzo de 2010

Extraños en París, New York y Gkill

Siempre me han gustado las películas en las que se cuentan varias historias con un tópico en especial. Algo que puede ir desde las cintas del mexicano realizador de Amores Perros, 21 Grams (la mejor) y Babel; pasando por Magnolia de Wes Andersom; hasta cuestiones más delirantes como los monólogos en Waking Life del director Richard Linklater (más que un cineasta a veces parece un filósofo). Razón principal por las cuál me animé a ver París Je t´aime y New York, I love you. Que cada una por separado, en su mayoría cuentan historias de amor en las respectivas ciudades, mostrando de fondo a las urbes: sus costumbres, las calles y avenidas (los taxis por Manhattan y las estaciones de metro de París), los monumentos y plazas, la forma de pensar de su gente y un gran etcétera que no podría abarcar todo lo que representa un lugar, menos aún semejantes metrópolis.

Pero esto no es una crítica. Ni una reseña de ambas. Ni destacar que la que trata de la ciudad de las luces, los cortos los dirigen personajes como Gus Van Sant, los Coen, Walter Salles, Alfonso Cuarón, entre otros; ni que en la de NY actúan Andy García, Natalie Portman, Ethan Hawke, Gary Cooper. Ni que ambas a ratos son excesivamente cursis para mostrar cómo se conocen dos personas en una ciudad de millones; o que las historias de París, sin ser una obra maestra, superan infinitamente a los relatos románticos dentro de la Gran Manzana (un gran fiasco). De lo que se tratan estas líneas es de pensar un poco y tratar de imaginar la forma en que se haría una película parecida en Guayaquil. ¿Cómo podrían conocerse dos extraños en el trópico? Juntar varias historias y hacer algo real. Sea lo que sea esto.
No imagino aún las historias, por el momento habría que buscar el preámbulo. Tal vez buscar hechos comunes u otros que pasan un sola vez. Todos envueltos en un ambiente de inseguridad provocado por la alta delincuencia de la ciudad, donde hablar con un extraño en plena 9 de Octubre o calle Portete arrastra cierto nerviosismo, creo que más aún en bus (algo excepcional conocer a alguien bajo esta circunstancia); tampoco podrían haber besos en el malecón, ya saben: por los metropolitanos y sus silbatos (aunque los relatos son de encuentros, pero un vacile vago no habría que descartarlo); y contar historias que tengan que ver en espacios públicos como parques (desde el de las iguanas, el del centenario o alguno por La Alborada) tendrían ciertas dificultades a la hora de crear los diálogos por el poco uso que le damos a los mismos (sin embargo un corto que retrate el romance de un guardia con una chica de servicio doméstico de alguna casa cercana lo he visto más de una vez).

Sin que sea costumbre en el bus he conocido a mujeres y he conversado un rato con alguien a las 3 de la mañana en una gasolinera mientras comíamos algo o comprábamos más trago. Son casos bastante aislados, por lo que creo que no sería un director recomendado para dirigir un proyecto así. La verdad que casi no paseo por Guayaquil, no la vivo, no la respiro. La mayoría de veces me dirijo de un lugar a otro, de norte a sur, de este a oeste. De encerrado a mi casa a encerrarme a algún otro edificio. Caminar por la 9 de octubre, por la bahía, por Las Peñas o por Urdesa son cosas que cuando las hago pareciera que las hiciera por primera vez. Podría escribir un guión que suceda dentro de algún bar y con invitación a bailar, dos personas desempleadas que durante una entrevista (donde ninguno de los dos será el elegido – sino el sobrino del Gerente de RRHH –) conversan e intercambian teléfonos, alguna caminata en Salinas o Montañita, en la playa donde todos son amigos (y que son casi anexos de Guayaquil), entre otras cosas que se me ocurren.

De que tiene su encanto, lo tiene; pero no sé si Guayaquil sea una ciudad para este tipo de historias… Especialmente al aire libre. Creo que la mayoría serían puertas adentro.

9 comentarios:

MamaQuil dijo...

En Guayaquil la gente tiene muchisimo miedo de hablar con extraños. En la calle me ha tocado, que si empiezo una conversación mi interlocutor-a es esquiv@. Jamás he conocido a nadie en la calle así por así, a menos que alguien previamente me lo haya presentado.

Contaré una anécdota. Un día mi prima que vive en Alemania (deduranahamburgo.blogspot.com) y yo salimos a un bar un martes me parece, así que dos tipos en otra mesa nos saludaron, luego se acercaron para conversar, y ahí todo tuvo sentido: no eran guayaquileños sino limeños!. Así que salimos, fuimos a un karaoke, luego salimos otros días, y me hice super amiga de uno de ellos y ha venido un par de veces y somos "panitas"; seguro si voy a Lima tengo hospedaje y farra asegurada!

El punto es que entre Guayaquileños eso no pasaba nunca, y digo porque nunca en la vida me ha pasado. La única forma de conocerse (x experiencia hablo) es mediante presentación previa.

Pueda ser que alguien opine distinto, no? Buen tema para debatir.

Saludos!

Raul Farias dijo...

PQ: Tienes razón... Creo que salvadas contadas ocasiones para quejarse de la atención en los bancos o lugares donde se hacen colas, uno casi nunca conversa. Ni siquiera en los buses cuando viajaba más de dos horas sentado hacia otro destino fuero de la ciudad.

Por ahí si he tenido un par de experiencias aparte con anécdotas casi bizarras hablando con extraños, pero en ningún rato volví a ver a esas personas.

Habría que ver si otros tienen otras historias que contar.

saludos

amanda dijo...

Aprendì la ciudad con mi padre y crecì en el suburbio y en sur en dònde se hablaba todos los dìas en la calle. Podrìa mal recordar mucho, pero nuestra ciudad tiene sus cronistas a los que trato de hacer real caso y cuyas historias serivirìan para mas de un guiòn. Es una pena que con la regeneraciòn se perdiera tanto!
La ùltima novela de Jorge Velasco "Tatuaje de Naufragos" se desarrolla en un lugar que ya no existe, pero que seguro conocieron El Montreal que quedaba en todo Pedro Moncayo. De ahì tambièn esta Guayaquil de mis desvarìos de Jorge Martillo, que es un cronista de los de siempre o F. Itùrburu, en fin y muchos otros.

Casi todos los dìas pase en la ciudad y casi siempre la mal-recuerdo y la mal-invoco en mis post que no alcanzarìan ni a una lìnea de un guiòn. Recuerdo claramente mi ùltima conversaciòn casual fuè con un artesano que venìa recogiendo piezas "arqueològicas" nos cruzamos la calle con el señor de unos 70 años y casi nos mata la metro, nos reìmos e hicimos juntos el trayecto a pie hasta llegar a la subida de las peñas, en dònde yo cogì mi camino,

Un abrazo. Intentarè con las pelis a ver!

Raul Farias dijo...

Amanda:

La verdad que las películas no te las recomiendo, pero gracias por las recomendaciones de las crónicas.

La verdad que conocer gente momentaneamente tampoco es que tenga muchas historias pero si algunas... acá (en las películas), más allá de lo romántico, se veía que la cosa va a perdurar mas que un rato. Cosa que en Gkill es un poco dificil, el conocer a alguien sin presentación y volver a verlo

saludos

MamaQuil dijo...

Yo me vi New York I Love U en circunstancias muy desfavorables: en un bus en un viaje largo en la noche, y doblada al español (ostias! joder!), por las imágenes y lo poco que entendía no me dieron ganas de verla en mejores condiciones.

Buenas recomendaciones las de Amanda, solo he leido a Martillo las veces que escribe en El Perverso, de ahi habría que revisar su obra.

Coincido en que sí se puede mantener conversaciones -a veces bizarras, sì!- con extraños pero nunca los vuelves a ver. El punto está claro.

Raul Farias dijo...

PQ:

Te doy la razón... nunca más los vuelves a ver y NY i love you también la vi en version española andaluza (un asco)... Y por otra parte, de casualidad, buscando un ensayo de Roberto Bolaño acerca de Sevilla, encontré este retrato guayaco llamado La ciudad me mata (Guayaquil a todos nos mata)

Leelo que vale mucho la pena

http://www.eluniverso.com/2006/01/23/0001/18/327B004F045D442AA2F6DA42D470AC2D.html

amanda dijo...

Bueno de experiencias vale el "valor" que se tenga. Diga princesa como nos conocimos usted y yo: en la calle Numa Pompilio! ja.
De los callejeros, algunos de ellos han llegado a ser mis grandes amigos y hasta he tenido romance con "sabidos" con los que protagonice unos cuantos mareos de tierra. Con algunos quise que se repitiera, con otros no, con otros no se puedo e imagino que un montòn no quisieron.

Nuestra ciudad parece una sombra, con sombra de ciudad, con forma de ciudad, pero defectusosa en eso, en existir.
Les dirìa que la prueben un poco, pero no soy la màs indicada, ya no vivo ahi y mucho se me nota en blogger cuanto me duele!
¿ Sabìan que Borges tiene un cuento llamado Guayaquil?

Coicido con ambos en España no he entrado, nò entrarìa ni entrarè al cine, ni siquiera resisto los subtitulos peor los doblajes!

gracias por la recomendaciòn!

MamaQuil dijo...

Pos si nos conocimos en la Numa Pompilio, que romántico jajajaja. Pero ojo, que fue previa cita así que no es q nos conocimos en la calle. Por cierto... ya creo q es hora de conocer a Raulito eh (q se manifieste él primero).

"Se ama a una ciudad si allí has sido feliz y has sufrido. Si has amado y odiado." .... pos si lo he sido, y esta ciudad si me mata!

Raul Farias dijo...

Me manifiesto... de ley algun rato tendremos que vernos la cara en esta ciudad que mata (sobre todo del calor).

Saludos

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