16 de febrero de 2013

Peleas de pareja



Saltó sobre mí. Normalmente me atacaba cuando estaba borracho. Ahora estaba sobrio. Me aparté y ella cayó al suelo, rodó y se quedó tumbada boca arriba. Pasé sobre ella camino hacia la puerta. Despedía rabia, gruñendo, sacándolos dientes. Parecía una pantera. La miré. Me sentía a salvo viéndola en el suelo. Soltó una especie de rugido y cuando ya estaba a punto de salir se levantó abalanzándose contra mí, clavando sus uñas en la manga de mi abrigo, tirando y arrancándomela desde el hombro.

—Cristo —dije—, mira lo que le has hecho a mi abrigo nuevo. ¡Lo acababa de comprar!

Abrí la puerta y salté fuera con uno de los brazos desnudo. Acababa de abrir la puerta del coche cuando oí sus pies descalzos sonar en el asfalto detrás mío. Me metí de un salto dentro y cerré la puerta. Encendí el contacto.

— ¡Mataré a este coche! —gritaba ella—. ¡Mataré a este coche!

Sus puños golpeaban en el capó, en la puerta, en el parabrisas. Empecé amover el coche con lentitud, para no herirla. Mi mercury comet del 62 había quedado fuera de combate y me había comprado recientemente un Volkswagen del 67. Lo tenía reluciente y encerado. Tenía incluso una gamuza especial en la guantera. Mientras andaba hacia delante Lydia seguía golpeando el coche con sus puños. Cuando la dejé atrás puse la segunda marcha. Miré por el retrovisor y la vi plantada de pie, solitaria a la luz de la luna, inmóvil con su batín azul y sus bragas.se me empezaron a contraer las tripas. Me sentía enfermo, inútil, triste. Estaba enamorado de ella.

(De Mujeres de Charles Bukowski.)

1 comentario:

Pipipi 7 dijo...

se me empezaron a contraer las tripas. Me sentía enfermo, inútil, triste. Estaba enamorado de ella.



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