6 de marzo de 2011

Generación F


Lo notable de The social network es que con muchos factores e influencias en contra mantuvo la dignidad, no se rebajó. Pudieron haberla hecho fácil como James Cameron con Titanic, que terminó grabando una historia de amor al estilo The Big Gatsby, sólo que sin alcanzarla, cuando puedo haber dirigido la mejor película de todos los tiempos con semejante trama (el hundimiento del barco). Imaginen un romance de dos desconocidos con gustos similares que pertenecen a un mismo grupo, luego se agregan como amigos y empiezan a comentarse sus estados; o un desquiciado que acosa a mujeres por la información y fotos que publican en sus perfiles. Blockbusters seguros. Pero no fue así. Se nota que sus realizadores, protagonistas y todo el equipo de trabajo la quisieron y cuidaron. Que David Fincher y el guionista Aaron Sorkin a pesar de toda la burla, escepticismo y decepción previa que existía en el ambiente se tomaron en serio el proyecto. Lo único que se le puede reprochar es que termina en la mejor parte, cuando uno está más que acomodado en el asiento y espera que se prolongue por horas y horas.

Sin grandes efectos, de una manera sobria, limpia The social network retrata a una generación. Si se hubiera estrenado un par de años atrás tal vez le hubiera quitado el título de “Película de la década” a la historia de carreteras de David Lynch, Mullholland Drive. Más que una competencia por la puesta en escena, la belleza de los cuadros, la capacidad en la dirección y lo afilado de los diálogos la pugna la hubiese ganado TSN por mostrar los tiempos de hoy en día casi que en directo. La creación del Facebook es el McGuffin para ahondar en el mundo en que vivimos. Puede que Mark Zuckerberg en la vida real sea un buen tipo y no un imbécil que se esfuerza en serlo, pero lo que se ve en la pantalla no deja de ser verdadero. La ambición, traiciones, los empresarios transformándose en rockstars, los geeks como nuevos yuppies, la creencia del sentido de amistad aunque esto sólo sea escarcha, los millones de dólares, la doble moral, la falta de comunicación (hablar) y pérdida de privacidad, pudiendo cualquier post o publicación en internet destruir una reputación, cagar una vida. La soledad impuesta. Bienvenidos al siglo XXI.

David Fincher, injustamente, no obtuvo el Oscar a Mejor Director, pero a punta de historias contadas se ha ganado el título de uno de los grandes cronistas de los actuales tiempos; y en The social network se encuentra su mejor trabajo. Destila arte por donde se mire. Con la película todos se gradúan, desde Jesse Eisenberg en su papel de acelerado genio con más de dos gigas de memoria RAM y un Andrew Garfield lleno de personalidad, pasando por la visceral composición de Trent Reznor (“The perfect drug” de NIN es un himno) que es la soledad pura y dura, y el guión sin fisuras de Aaron Sorkin que está acompañado con esos planos de Harvard (la élite) y lo que sucede en el inaccesible interior, para muchos, del campus, el lugar (los dormitorios, salas de estar y no tanto las aulas) donde se cocinan las ideas y empiezan las disputas.

El primer pensamiento con la palabra Facebook que hoy en día viene a la mente es el de las protestas en Egipto, Bahréin, Túnez y Libia. ¿Mark Zuckerberg habrá tenido la visión de que su idea iba a servir hasta para derrocar a casi monarquías que se habían instalado en el poder por décadas?... Para los que hubieran preferido una película con este entorno sólo queda decir que tranquilos, ya vendrán algunos buenos documentales...


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