14 de enero de 2012

De algo tenemos que vivir...

Anthony Hopkins le decía a James Lipton, en ese programa de entrevistas frentes a estudiantes de una universidad que pasan en Film & Arts una vez a la semana, que los grandes actores interpretan siempre el mismo papel. “Cada vez que vemos a Clint Eastwood en la pantalla hace de Clint Eastwood” parafraseándolo… Lo mismo podría decirse de la obra de Bukowski y su alterego Hank Chinaski.

Hank Chinaski es siempre Hank Chinaski, es decir Charles Bukowski.

Y eso es lo mejor de él. Su honestidad brutal, saber que no es el mejor, no esperar nada a cambio y estar consciente que el mundo siempre nos joderá. Más real que muchas personas que conozco. Bukowski, con una prosa de carnicero sin contemplaciones, se describe a sí mismo en sus novelas y confiesa su verdadero sueño americano. El que también tuvieron muchos puñeteros gilipollas (maldita traducción españolísima de Anagrama) que terminaron de supervisores y con empleos “comunes y honestos”, de esos tipos que nuestras madres nos hablan como hombres del pasado respetuosos y dignos (y que al mismo tiempo eran los racistas, intolerantes, discriminadores de los que la historia habla).

Porque después de todo muchos quisieron ser Bukowski, pero, como mencionaba Xavier Flores Aguirre o Juan Fernando Andrade (no recuerdo), la gran parte termino siendo más que simples borrachos o una sarta de imbéciles…

Cuando leo sus novelas lo que pone a mi cerebro la piel de gallina es que la mierda que vive Chinaski es la mierda que le sucede a todos los demás, pero la visión es la de un demente, un genio, una bestia que sabe que el mundo es el mundo desde que éramos amebas (escribir sobre la vida en la oficina de correos, de locos)… Y al final, en la última página el mundo continua, frío y duro, ajeno… Pueden apuñalarte en medio boulevard y la gente seguirá caminando.

Termino Pulp y pasa, con el detective acribillado y viendo el Gorrión rojo antes de su muerte mientras los autos continuan andando y las personas se mueven de un sitio al otro…. Termino Cartero (la primera novela) y la locura continua…

No es una sonrisa de felicidad, sino de satisfacción, de orgullo, que Bukowski y Chinaski siempre hayan sido desde el principio (desde Cartero) así.

Me hubiera gustado conocer a alguien que lo recomendara , y no saber de Bukowski luego de leer un par de artículos en revista… Ese alguien hubiera sido hermano o hermada de sangre, alguien con quien sabría que puedo contar.

Me hubiera gustado ser fotógrafo, tocar el piano, vivir cerca del mar.

A la mierda, el mundo no es perfecto pero continua…



Estuvo bien, tenia un buen polvo, pero como todos los buenos polvos, al cabo de la tercera o cuarta noche empecé a perder interés y no volví.

Volví a sentarme. ¡Once años! No tenia una perra más en el bolsillo que cuando entré por vez primera. Once años. Aunque las noches habían sido largas, los días habían pasado velozmente. Quizás era el trabajo nocturno, o hacer las mismas cosas una y otra vez, siempre igual. Al menos con la Roca nunca había sabido lo que me iba a suceder. Aquí en cambio no había lugar para sorpresas.

Once años pasaron por mi cabeza. Había visto al trabajo devorar a hombres hechos y derechos. Parecían derretirse. Estaba Jimmy Potts, de la estafeta Dorsey. Cuando llegué, Jimmy era un tío fuerte y bien parecido con una camiseta blanca. Ahora había desaparecido. Había puesto su asiento lo más cerca del suelo posible para sostenerse mejor con las piernas y no caer redondo. Estaba demasiado cansado para cortarse el pelo y había llevado el mismo par de pantalones durante 3 años. Se cambiaba de camisa un par de veces por semana y caminaba muy lentamente. Lo habían matado. Tenia 55 años. Le faltaban 7 para el retiro.

Empecé a notar la falta de descompresión. Me emborrachaba y me quedabamás borracho que una mierda podrida en el purgatorio. Incluso una nocheestaba ya con un cuchillo de carnicero puesto en la garganta cuando pensé,tranquilo, viejo, a tu niñita le gustaría que la llevaras al zoo. Helados,chimpancés, tigres, aves verdes y rojas y el sol descendiendo sobre la cabezade ella, el sol descendiendo y colándose entre los pelos de tus brazos.Tranquilo, viejo.

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