La historia argentina en 475 páginas, el espíritu de una nación encerrado en el cuerpo de una mujer, en aquella muchacha descendiente de unitarios y sin embargo partidaria de federales, en aquella contradictoria y viviente conclusión de la historia argentina, parecía sintetizarse, antes sus ojos, todo lo que había de caótico y de encontrado, de endemoniado y desgarrado, de equívoco y opaco. Alejandra y Argentina, ambos nombres de 9 letras que comienzan y terminan con la misma. Al leer Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sabato, esta es mi primera impresión. Un viaje mezclado entre ficción y realidad por un país que por herencia de sangre también me ha inyectado algo de endemoniado, desgarrado, equívoco y opaco, ¿qué es nuestra patria sino una serie de enajenaciones?, y que además nos muestra el tortuoso descenso al infierno de sus protagonistas.
El texto de Sabato transcurre durante la década de los 50 hasta 1961, antes y durante el primer peronismo, y estos hechos son el entorno sobre el cual se materializa la obra, los altoparlantes de la Alianza amenazaban con incendios y horcas… Los argentinos somos pesimistas porque tenemos grandes reservas de esperanza y de ilusiones… Además, entre diversos capítulos, se cuenta la historia del ejército del General Lavalle, asesinado en Jujuy, y por el cual su batallón (dentro de la época de independencia y Rosas) escapa hacia Bolivia con el cuerpo putrefacto de su General, tres días de marcha a galope tendido, con el cadáver que hiele y destila los líquidos de la podredumbre…
Estos hechos del pasado argentino son complementados con la metáfora que se hace sobre la familia Olmos (antigua oligarquía argentina), familia que en los tiempos de la novela se encuentra en decadencia y representa todo lo que murió con la revolución y Perón, aquella familia constituyó para mí, como para otras personas, un conmovedor y melancólico símbolo de algo que se iba del país para no volver más… También se hacen presentes Borges: Caminaban por la calle Perú... Borges tartamudeó con un aire entre culpable y malicioso, con ese aire que suelen tomar los paisanos argentinos irónicamente modesto, mezcla de secreta arrogancia y de aparente apocamiento… Tratando de escribir alguna página que sea algo más que un borrador, ¿eh, eh?...; la huelga del 21 en la Patagonia: En el veintiuno yo trabajaba de peón en Santa Cruz, cuando la huelga grande. Hubo una gran matanza...; Lenin y la revolución rusa: Nadia era fascinante, o quizás a mi me fascino tanto por su historia. Su madre había sido estudiante de medicina en San Petersburgo y junto con Vera Figner uno de los fundadores del movimiento “Tierra y libertad” (grupo terrorista que realizaba atentados contra los zares rusos)…; Marx participa escondido en el personaje de Max, era uno de esos judíos blandos y perezosos, con tendencia a engordar… Más tarde advertí que no tenía el menor sentido práctico ni la menor idea de cómo manejar su dinero… ambos estaban desprovistos de sentido práctico…; y aquellos que representan distintas costumbres argentinas y coincidentemente son los que más aprecio (La guerra podría ser absurda, pero el pelotón al que uno pertenecía era algo absoluto): Bucich y su pasión por Boca Jrs. (Y ahora vo decime si a este paí no estamo todo loco), Hortencia Paz con su pobreza y felicidad (los sufrimientos y el trabajo, la pobreza y la desgracia no habían podido borrar del rostro de aquella mujer, una expresión dulce y maternal), y Molinari (un hombre respetable, un pilar de la nación. En otras palabras: Un perfecto cerdo, un notable hijo de puta), un anarquista en su juventud ahora convertido en empresario.
Pero este, como señale anteriormente, solo es el entorno sobre el que transcurre Sobre héroes y tumbas. El libro está constituido en cuatro grandes apartados en el que se relata la atroz historia de amor de Martín y Alejandra, la obsesión y el caos de Fernando Vidal Olmos (padre de Alejandra) y las esperanzas de Bruno (Sabato escondido dentro de la obra).
Hace tiempo conseguí una versión en PDF, aunque reconozco que es bastante difícil así de leer, posteo mis episodios favoritos, para que alguien los aproveché, de este libro que es mi iniciador en la literatura, del cual nunca me cansaré de leer, que traerá grandes recuerdos de estar ahí, solo en mi cuarto o cualquier lugar, leyéndolo acompañado de un cigarro, un vaso de vino o la simple luz, sumergiéndome y acompañando a los personajes en una soledad y desesperanza absoluta, rodeado de una Argentina de la que solo quedan algunos vestigios en las historias de abuelos, que nos recuerdan que todas esas letras y el espíritu que las acompaña, alguna vez recorrieron desde Jujuy hasta la Patagonia.
Existe algo hermoso dentro del horror, fueron más o menos las palabras de Sabato que escuché una vez. No existe mejor descripción para Sobre héroes y tumbas.
La princesa y el dragón:
La primera parte es La princesa y el dragón. Nos muestran a dos seres completamente diferentes. Martín, siempre se había considerado feo y risible… su espíritu reinando sobre su cuerpo como un dictador austero… hijo de un pintor y madre de alguien a quien odia, mi madre es una cloaca…, algo parecido a un Greco, según lo descrito por el libro, es un ser atormentado, abúlico y triste que un día decidió escapar de su casa y antes de encontrar a Alejandra trabajaba en una imprenta y vivía en los parques. Alejandra es otro ser atormentado, pero ella por demonios que al parecer la poseían, quizá sea la encarnación de alguno de esos demonios menores que son sirvientes de satanás… ¿no ves que soy enferma, que sufro cosas atroces?... Martín dijo que para ella no era adecuada la palabra linda, ni siquiera hermosa; quizá se le podría decir bella, pero sobre todo soberana… Y ahí entre los dos empieza una historia de necesidades que poco a poco se va desgastando. Sufrí tanto con ella que muchas veces estuve al bordo del suicidio… Ha sido el periodo más maravilloso de mi vida… él, Martín, estaba de verdad siendo necesario a aquel ser atormentado y sufriente…
Mi episodio favorito de este apartado es cuando, después haber contado Alejandra su historia de niñez (lujuria, odio a sus padres y sed de venganza, y otros), dentro de la casa de Barracas, Alejandra le comenta, a Martín, la anécdota de la cabeza:
Se sentía el intenso perfume a jazmín del país… Se oyó un clarinete: Una frase sin estructura musical, lánguida, desarticulada y obsesiva… El tío Bebe, el loco… Oyó la risa seca y maligna… Esto es muy bueno para ciegos. Sintió que Alejandra se detenía como paralizada por una descarga eléctrica. ¿Qué te pasa, Alejandra?, preguntó Martín alarmado. Nada (respondió con sequedad), pero hacéme el favor de no hablarme nunca de ciegos… “Esto es el antiguo mirador”. ¿Mirador?... Aquí venían a pasar los fines de semana los Olmos, los Acevedo. Se rió. En la época en que los Olmos no eran unos muertos de hambre y unos locos. ¿Los Acevedo? (preguntó Martín) ¿Qué Acevedos? ¿El que fue vicepresidente? Sí, esos… Martín recorrió con su mirada la pieza como si recorriera parte del alma desconocida de Alejandra… Alejandra prendió un calentador de alcohol y se puso a hacer café. Mientras se calentaba el agua puso un disco. Escuchá (dijo, abstrayéndose y mirando al techo, mientras chupaba su cigarrillo). Se oyó una música patética y tumultuosa. Luego, bruscamente, quitó el disco. Bah (dijo), ahora no lo puedo oír. Siguió preparando el café. Cuando lo estrenaron, Brahms mismo tocaba el piano. ¿Sabés lo que pasó? No. Lo silbaron. ¿Te das cuenta lo que es la humanidad?... ¿Acaso no crees que la humanidad no es pura chanchada?... ¿Te das cuenta, Martín, la cantidad de sufrimiento que ha tenido que producirse en el mundo para que haya hecho música así?... En el silencio de pronto, a través de la ventana abierta, se oyó el clarinete, como sin un chico trazase garabatos sobre un papel. ¿Dijiste que está loco?... ¿No te das cuenta? Esta es una familia de locos. ¿Vos sabés quién vivió en el altillo, durante ochenta años? La niña escolástica. Vos sabes que antes se estilaba tener algún loco encerrado en alguna pieza del fondo… Mirá: Son restos de la legión de Lavalle, en la quebrada de Huamaca… Y ese otro barbudo, a la derecha, es el coronel Acevedo. Bonifacio Acevedo… Antes de nacer (Escolástica), Bonifacio se unió a la legión y nunca vio a la chica, porque la campaña duró dos años, y de ahí, de Huamaca pasaron a Bolivia, donde estuvo varios años… En el 52, después de 13 años de no ver a su mujer, que vivía aquí en esta quinta, el comandante Bonifacio Acevedo no dio más de tristeza… Llegó a Buenos Aires y lo pescó la Mazorca. Lo degollaron y pasaron frente a su casa y cuando abrieron tiraron la cabeza a la sala. Encarnación se murió de impresión y Escolástica se volvió loca… ¿Sabés que hizo Escolástica? La madre se desmayó, pero ella se apoderó de la cabeza y corrió hasta aquí. Aquí se encerró con la cabeza del padre desde aquel año hasta su muerte, en 1932… ¿Y qué pasó con la cabeza?... Pues muy simple: la cabeza quedó en casa… ¿Quieres verla? Por amor de Dios (exclamó Martín). ¿Qué tiene? Es una hermosa cabeza y te diré que me hace bien verla de vez en cuando, en medio de tanta basura…
Los rostros invisibles:
Los rostros invisibles empieza con la agonía de la relación entre Martín y Alejandra, dando paso a los tormentos del primero, sus persecuciones y manotazos de ahogado para recuperar esos momentos con Alejandra, que ahora trabaja en una peluquería y tiene menos tiempo para verlo, no comprendía el placer que puede encontrarse ganando dinero con algo que uno desprecia. Al rescate de Martín viene Bruno, Así se da la felicidad, en pedazos por el momento, que también mantiene cierta obsesión por Alejandra (pero porque ella se parece a su madre, Georgina, de la cual si estuvo verdaderamente enamorado). Bruno es un filósofo que entabla diversas conversaciones con Martín para que este se olvide de Alejandra, escribir al menos para eso, para eternizar algo pasajero… La obra de arte es un intento, acaso descabellado, de dar la infinita realidad… Tal vez a nuestra muerte el alma emigre…
Ahora, un Genial fragmento que sucede antes de la separación definitiva entre Martín y Alejandra:
Así que todo era parecido pero nada igual… El pacto establecido confería una melancólica paz al nuevo encuentro: hablaban suavemente como dos buenos amigos. Pero por eso mismo resultaba tan triste para Martín… Miraban los barcos, las nubes. También observaban las hormigas, que trabajaban con esa acelerada y empeñosa seriedad que las caracteriza. Mirálas como producen (comentó Alejandra). Segundo plan quinquenal… Unas hormigas tienen que transportar una pata de langosta hasta la cueva. Prueba de que son los bichos más zonzos de la creación… Pero las gallinas son peores… Son tan idiotas que al final te da rabia. ¿No te da rabia la idiotez?... Volvieron al silencio, pero quizá imaginando cada uno cosas diferentes… Alejandra busco su cartera y sacó una libreta de direcciones. De su interior extrajo una fotografía. Te gusta (preguntó)… Claro, como no me va a gustar, ¿quién te la sacó?... Martín se emocionó al mismo tiempo que sentía pena, como si tuviera algún significado de despedida… Yo me separé de vos, pero nunca creas cosas equivocadas de nuestra relación (dijo Alejandra)… Sintió que la mano de Alejandra le tomaba el mentón. Vamos (le dijo). Levantá esa cara. Pero Martín con fuerza y tozudez lo evitó. No, Alejandra, dejáme ahora. Quiero que te vayas y me dejes solo. No seas tonto, Martín. Maldito el momento en que viste esa carta estúpida. Y yo, maldigo el momento en que te encontré. Ha sido el momento más desdichado de mi vida… Alejandra se quedó callada. Después de un rato se levantó del banco y dijo: Caminemos un momento junto, al menos… Una lenta y grisácea paz fue descendiendo con esas palabras sobre el alma de Martín. Pero ¡cuánto mejor era la tempestad de los peores momentos de ella que esa calma gris sin esperanzas!... Aquel bar era el primero en que había conocido la felicidad… ¿vas al centro? (preguntó Martín), pensando con dolor que todo terminaba ya…No, a casa. ¿Querés que te acompañe?... Bueno, si querés (respondió ella, después de una vacilación)… empezó a tomar en uno de los boliches del bajo… Estaba inquieta, como si tuviera que tomar un tren y fuese necesario vigilar la hora… Finalmente entró en un cafetín en cuya vidriera había fotografías de mujeres semidesnudas y de cancionistas… Sobre el estrado apareció entonces una mujer de unos cincuenta años, pintarrajeada, con pelo platinado. Sus enormes pechos parecían estallar como dos globos a presión, debajo de un vestido raso. En las muñecas, en los dedos y en el cuello estaban cargadas de fantasías que refulgían a la luz roja del entarimado. Su voz era aguardentosa y canallesca. Alejandra observaba con fascinación. Qué (preguntó Martín, ansioso). Pero ella no respondió; sus ojos siempre clavados en la gorda. Alejandra (insistió, tocándole un brazo), Alejandra. Qué (volvió a decir). Es tan derrotada. No sirve para cantar y tampoco ha de servir ya gran cosa en la cama, salvo para hacer fantasías; ¿quién cargaría con semejante monstruo? Volvió nuevamente sus ojos a la cantante y murmuró, como si hablara consigo misma: ¡Cuánto daría por ser como ella!... Así que cuando ella volvió sus ojos hacía él, aquellos ojos vidriosos del alcohol, sabía que ya de sus labios tensos y despreciativos le saldrían palabras duras y vengativas… ¡No te quiero ver acá! ¡Ahora mismo te vas y me dejás sola!...
Informe sobre ciegos:
¿Cuándo empezó esto que va terminar ahora con mi asesinato?, se pregunta Fernando Vidal Olmos (padre de Alejandra) al principio del Informe sobre ciegos, la parte más surrealista de Sobre héroes y tumbas. El Informe… relata la paranoia de su autor por los no videntes y su creencia que ellos controlan el mundo, Sí, como dicen, Dios tiene el poder sobre el cielo, la Secta tiene dominio sobre la tierra y sobre la carne. Y al mismo tiempo descubrimos la personalidad de Fernando en esta cruzada llena de hechiceros, espiritistas, complots y enajenación: Soy un investigador del mal. ¿Y cómo podría investigarse el mal sin hundirse hasta el cuello en la basura?... Si estos cieguitos me temen es porque justamente soy un canalla… Felizmente tengo la propensión a imaginarme lo peor…
Son absolutamente geniales las dos pesadillas que tiene Fernando después de haber seguido a su antiguo compañero, y ahora ciego: Celestino Iglesias, y encontrarse más cerca del abismo:
No vi más, pero parecí despertar en una realidad que me pareció, o ahora me parece, más intensa que la otra… Estaba yo sobre una barca y la barca se deslizaba sobre un inmenso lago de aguas quietas, negras e insondables… era vigilado y contemplado por seres que no podía divisar… Pájaros a quienes yo había arrancado los ojos en aquellos años sangrientos parecían volar en las alturas, planeando sobre mí como si vigilaran mi viaje; porque, sin pensarlo, ya que estaba como desprovisto de pensamiento, yo remaba en una dirección que parecía ser la dirección en que aquel sol nocturno se pondría horas o siglos después. Me parecía oír el batir de sus grandes alas, cómo si aquellos pájaros de mi niñez se hubieran convertido ahora en enormes pterodáctilos o en murciélagos gigantescos. Arriba y a mis espaldas… presentía un anciano, que lleno de resentimiento, también vigilaba mi marcha… Su presencia, que yo sentía en forma casi intolerable, hasta el punto que podría describir la expresión horrible de su rostro, me impedía volverme hacía atrás… Yo trataba de concentrarme en mi dura tarea, no queriendo imaginar la forma y el horror de los monstruos, que, estaba seguro, poblaban aquellas aguas abismales e infectas… Ya aquel astro estaba cercano al horizonte cuando sentí que mi barca tocaba fondo… Sospechaba que me dejaban agotar en un esfuerzo inútil, durante años de estúpida y agotadora marcha, para, cuando yo creyera que al fin estaba en mis manos, arrancarme con los ojos la desatinada esperanza… vi como los grandes pájaros planeaban lentamente sobre mi cabeza. Advertí a uno de ellos que bajaba desde atrás … Sentí que aquel pico entraba en mi ojo izquierdo, y por un instante percibí la resistencia elástica de mi pupila, y luego cómo el pico entraba áspera y dolorosamente, mientras sentía cómo empezaba a bajar el líquido sobre mi mejilla… “Ahora tendré que soportar en el otro ojo”… Nada veía ahora, pero con el inmenso dolor y la curiosa repugnancia que sentía ahora por mí mismo no cejé en mi propósito de arrástrame hacia la gruta…
Mientras fui avanzando, aquella claridad aumentaba… Uno de esos astros que, con los últimos restos de su energía, bañan frígidos y abandonado planetas… ¡Comarca de la melancolía!... Todo habría comenzado y terminado por un incendio planetario. Entre las torres se levantaba una estatua tan alta como ellas. Y en su ombligo brillaba un faro fosforescente que parecía parpadear… El ojo fosforescente parecía llamarme y de pronto seguí que estaba destinado a marchar hacia la gran estatua… En el centro del colosal polígono distinguía ya con nitidez la estatua de la Gran Deidad, terrible y nocturna, con poder sobre la vida y la muerte… Sus manos y sus pies terminaban en garras. No tenía rostro… Yo sabía que debía haber una entrada para que yo pudiese pasar, y quizá solo para eso. En ese momento mi espíritu estaba dominado por la certeza de que todo aquello (las torres, la desolada comarca, muralla, el astro declinante) había estado esperando mi llegada… Miles de escalones habría de subir… Y cuando por fin llegué ante El, caí de rodillas, y permanecí de ese modo largo rato. Hasta que una voz que salía o parecía salir de aquel ojo, dijo estas palabras: “Ahora entra. Este es tu comienzo y tu fin”…
Un Dios desconocido:
La última parte de Sobre héroes… es relatada en su mayoría por Bruno, aquí conocemos más de la personalidad e historia de Fernando (su participación en grupos de asaltantes, su relación en su infancia, dentro de la mansión de Barracas, con Georgina, mamá de Alejandra, y su capacidad para engañar a las personas): Era todo lo contrario, en suma, de lo que se estima por una persona equilibrada… Era algo así como un terrorista de ideas… Fernando fue fundamentalmente una persona trágica, pero hay momentos de su existencia que bordean el humor… También se hace referencia a la huida de la legión Lavalle (cargando el cuerpo del General niño hacia Bolivia): En la noche silenciosa y helada se podían oír los cascos de la caballería en retirada. Siempre hacia el norte… Esta misma noche debemos estar en tierra boliviana...; y del viaje de Martín hacia la Patagonia buscando algo de paz: Iniciando el viaje interminable hacia el Sur… Allá, donde Martín imaginaba todo blanco y helado… lugares que parecen no haber sido ensuciados aún por los hombres y sobre todo por las mujeres… una paz purísima entraba por primera vez en su alma atormentada…
Aunque tiene un alto tinte político, lo que más disfrute de este apartado fue la descripción del anarquismo antes de la revolución de los 50 y de que Fernando escriba su Informe sobre ciegos:
Max entró en relaciones con Fernando la noche de un sábado del año 1928… Por aquel tiempo se debatía ásperamente el problema, sobre todo como consecuencia de los atentados y asaltos de Di Giovanni… el anarquismo está dividido en fracciones que se odiaban a muerte. Porque es error imaginar, como a menudo suponen los que ven a un movimiento revolucionario desde lejos o desde fuera, que todos sus integrantes ofrecen un tipo de personas; error de perspectiva semejante al que cometemos cuando adjudicamos atributos al que podría considerarse el Inglés, con mayúscula, poniendo candorosamente en un mismo casillero a personas tan disimiles como el hermoso Brummell y un estibador del puerto de Liverpool; o como cuando afirmamos que todos los japoneses son iguales… Pero la gama era infinita. Había el tolstoniano que se negaba a comer carne porque era enemigo de toda muerte violenta, y que muy a menudo era esperantista y teósofo; y el partidario de la violencia hasta en sus formas más indiscriminadas, ya porque sostuviera que el Estado sólo puede combatirse mediante la fuerza, ya qué, como en el caso de Podestá, daba así salida a sus instintos sádicos. Había el intelectual o estudiante que llegaba a través de Stirner o Nietzche, como Fernando, generalmente individualistas acérrimos y asociales, que muchas veces terminan apoyando al fascismo. Había resentidos que volcaban así su odio contra el patrón o la sociedad, y que a menudo terminaban convirtiéndose en despiadados patrones cuando lograban alguna fortuna o en miembros del cuerpo policial: y seres purísimos, llenos de bondad y de grandeza, y que aun siendo bondadosos y puros eran capaces de llegar al atentado y la muerte, como en el caso de Simón Radovitsky, llevados por un cierto tipo de espíritu justiciero, al destruir al hombre que juzgaba culpable de la muerte de mujeres y niños inocentes. Existía el vividro que con el cuento del anarquismo la pasaba muy bien, comiendo y durmiendo gratuitamente en casa de compañeros, a los que en ocasiones terminaba robándoles algo o quitándoles la mujer, y que cuando por sus excesos recibía alguna tímida recriminación del dueño de casa contestaba con desprecio “pero qué clase de anarquista es usted, camarada”. Y existía el linyera, partidario de la vida libre del pájaro, del contacto con el sol y el campo, que salía con su bulto al hombre a recorrer países y a predicar la buena nueva, trabajando en alguna cosecha, arreglando algún molino o algún arado, y de noche, en el galpón de la peonada, enseñando a leer y escribir a los analfabetos explicándoles en palabras sencillas pero fervientes el advenimiento de la nueva sociedad donde no habrá ni humillación ni miseria para los pobres, o leyéndoles páginas de algún libro que llevaba en su hatillo…