En Tierra de ciegos, más que una película, parece una surrealista y bizarra obra de teatro, llena de metáforas y exageradas actuaciones. Con Joe (Ralph Fiennes), como un guardián de prisión encargado de los alimentos del más importante prisionero político de un régimen totalitario desconocido (todos los actores tienen acento Beatle). El prisionero en cuestión se llama Thorne (Donald Sutherland), escritor encarcelado por haber presentado una obra de teatro, que era una clara critica al emperador Maximiliano II o Júnior. Un psicópata director de cine, amante de la violencia y la represión para mantener su egolatría y al país a sus pies.
Joe es un tipo que ama de manera ferviente a su patria, pero al escuchar las ideas de Thorne durante 13 años, piensa que las cosas en el país no funcionan correctamente. Estos pensamientos de Thorne, también han calado dentro de la sociedad, generando el movimiento “Ciudadanos por la justicia y la democracia”, opositor al gobierno. La presión es tanta hacia Júnior, que sus asesores le recomiendan liberar al prisionero político, para que este presida el parlamento, y así dar la impresión, a los habitantes, de que viven en una democracia. Pero Thorne no es tonto, y una vez libre rechaza el puesto y se convierte en el cabecilla de una revolución. Después de un tiempo dentro de la película, se lo puede ver a Joe ahora como guardia del emperador, casado y con una hija pronta a nacer; sintiendo que ese no es el mundo que desea para su familia, se decide por apoyar a la revolución, colaborando en el asesinato de Júnior por parte de Thorne (previo a un sátiro y bufonesco juicio, junto al homicidio de la primera dama).
El nuevo gobierno, encabezado por el antes prisionero político, resulta aún más opresor que el anterior, coartando todas las libertades a la población (medio talibán, medio Corea del Norte, medio Cuba, medio Birmania, y próximamente ¿medio Ecuador?), y con la finalidad de implantar la nueva ideología, los opositores son enviados a campos de re – educación, para poder insertarlos, en un futuro, al nuevo sistema. ¿Y el destino de Joe? Fue declarado un héroe nacional, pero al ver los actos del nuevo régimen, se rehusó a firmar una carta de lealtad, motivo suficiente para enviarlo a un campo de reclusión, donde paso los siguientes veinte años. En este lapso, Thorne es asesinado y un antiguo pariente de Júnior sube al trono, siendo el futuro de Joe nada agradable, al saber todos sobre su colaboración con la revolución.
En el transcurso de la película, se muestra la parábola de seis ciegos que se encuentran con un elefante, sin saber estos lo que era, creyendo cada uno algo diferente. Uno pensaba que era un árbol, otro una serpiente, etc. (mejor retrato, pero para un diferente tema, leer a Alfonso Reece). Esta parábola describe a la película, y lo que nos pasa a la mayoría de personas que creimos en revoluciones, lideradas por individuos que al final solo desean estar en el trono. La sociedad es la ciega y los salvadores revolucionarios, ese gran elefante que no sabemos lo que es, ni lo que hace, pero al cual nos aferramos, para liberarnos del anterior mal.
Casi nunca he estado de acuerdo con los escritos de Gabriela Calderón para el diario EL UNIVERSO, pero no tengo más que darle la razón y compartir el pensamiento, en su articulo “Utopía y violencia”, de que para librarnos de la corrupción, la pobreza y todos los males anteriores, no necesitamos ceder nuestros derechos o libertades, ni dar paso a la violencia. Es que con los actos del gobierno de Rafael Correa y la Asamblea Constituyente, muchos no volveremos a creer en la palabra revolución.
Fuentes:
En tierra de ciegos, por el blog EL BUEN CINE.
http://elbuencine.blogspot.com/2006/08/tierra-de-ciegos.html
Utopía y violencia, por Gabriela Calderón.
http://www.eluniverso.com/2008/08/20/0001/21/2498DCF462E342C991D1D6D6D4D3F902.html
Los seis ciegos por Alfonso Reece.