El éxito de la última película de Batman: The dark knight, más allá de la actuación de Heath Ledger (+) como The joker, los efectos especiales y las secuencias de acción, se debe al excelente y entramado guión que elaboró (y dirigió) Christopher Nolan, junto a su hermano Jonathan. Batman, después de Tim Burton, no pudo haber caído en mejores manos, si vemos por un segundo la filmografía Nolan y encontramos películas de la talla de Memento y The prestige.
Vale la pena recordar a Memento. Esta obra maestra se nos muestra de atrás hacia adelante, en una historia que presenta primero las consecuencias y después las causas. Entre cada escena o salto, hay otras en blanco y negro, que se desarrollan normalmente y forman parte del final. A Memento más o menos se la puede explicar así: Leonard es el personaje principal (Guy Pearce, L.A. Confidential), el cual sufre de amnesia anterógrada después de presenciar como su esposa era violada y asesinada, mientras él recibe un golpe en la cabeza. Su condición no le permite almacenar cualquier suceso después del accidente, y para cumplir su deseo de vengar a su difunta amada, crea un sistema para recordar su vida, mediante fotos instantáneas que le sirven para saber donde se hospeda, la gente que conoce y sus enemigos. Además se tatúa cada una de las pistas encontradas, que lo pueden llevar a cumplir con su objetivo.
En las escenas en blanco y negro, intercaladas entre las de colores, que representan el principio de la historia, pero son el final de la película (¡qué lío!), se cuenta el relato de Sammy Jankins: Leonard (antes de su accidente) fue un agente de seguros y Sammy Jankins su caso enigmático. Este último no poseía memoria a corto plazo y Leonard debía comprobar si fingía o no. El diagnóstico fue que la enfermedad era meramente psicológica y por lo tanto, el sujeto no era apto para recibir el seguro. La esposa de Sammy desesperada porque creía que su marido mentía sobre su condición, hizo que este le pusiera varias veces una inyección con insulina (para ver si recordaba). El resultado fue la muerte de la Sra. Jankins.
Leonard (después del accidente), cada vez que pierde la memoria, ve en su muñeca un tatuaje que dice: Remember Sammy Jankins (Recuerda a Sammy Jankins), lo que le permite acordarse de su condición. Algo parecido deberíamos hacer los ecuatorianos, para tener presente por lo que hemos pasado antes de tomar una decisión. Tatuarnos en la mano o pegar en la pared de la sala de nuestros hogares, todos esos acontecimientos cercanos y lejanos en materia política. Así podríamos recordar como hace 3 años, el actual y principal líder de la oposición, armó su propia Corte de Justicia; como algunos sacerdotes de la iglesia católica, ayudaron a escribir un libro sobre la inocencia de los hermanos Isaías; y como el actual Gobierno pretende hacer lo mismo que los pasados, diciéndonos que esta será la última vez que se elijan a dedo representantes públicos (ver las transitorias de la nueva Constitución).
Al final de Memento (el principio de la historia), Leonard descubre que la vida de Sammy Jankins era la suya en realidad, y que hace mucho tiempo ya había encontado al asesino de su esposa. A los ecuatorianos nos puede estar pasando lo mismo, repetiendo los mismos eventos una y otra vez. Cultivar esa suerte de memoria histórica (que hasta ahora se traduce en unos pocos libros y documentales) puede ser el tatuaje que necesitamos para no volver a equivocarnos.
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