Nunca he utilizado mi blog para copiar y pegar escritos de otras personas, para eso tengo otro espacio: "Editoriales y articulos de opinion", donde trato de preservar en internet lo que me ha gustado. Pero siempre hay una excepción, y el día de ayer me enviaron al correo este escrito que realmente vale la pena leer y comentar, de una persona que presenció los hechos y fue parte de la historia. Espero que sirva al que lo lea, sobretodo a los ecuatorianos, en este tiempo de promesas y protestas, y a los guayaquileños tan pasivos políticamente.
Gracias Max por esta contribución, la proxima ves que me tome un ron, será a tu salud.
Aquella noche de mediados de julio de 1968, al salir del edificio que ocupaba la Biblioteca Central de la Universidad de la Habana, encontré la Plaza Cadenas* más concurrida que lo normal. Algunos “estudiantes sin libros” con aspecto de luchadores merodeaban por sus alrededores. Otros personajes con el rostro en penumbras, sentados en los bancos, aparentaban leer un periódico. Empleados “de limpieza” barrían las calles aledañas a hora tan inusual. La única entrada de autos al recinto universitario se encontraba más protegida que de costumbre.
Un grupo de jóvenes estudiantes franceses, peludos, barbudos, con estrafalaria vestimenta, mantenían una activa discusión junto a la escalinata que conducía al Rectorado. Todo indicaba que el Comandante Castro haría su aparición en cualquier momento, según la costumbre que había establecido de visitar la Universidad muy seguido por las noches y discutir los últimos acontecimientos políticos -- sobre todo de carácter internacional-- con estudiantes y dirigentes estudiantiles, sin las limitaciones naturales de cuando se está ante la prensa extranjera
Pronto, tres automóviles entraron a la plaza a gran velocidad y los escoltas se repartieron por el recinto. Castro se bajó del segundo carro y se recostó al maletero del primero. Los estudiantes sin libros, los lectores sin luz y los barrenderos sin basura rodearon al líder formando una barrera protectora y, por supuesto, los estudiantes franceses, verdaderos objetivos de aquella visita, además de otros que como yo estábamos con diferentes intenciones.
De inmediato la conversación derivó hacia los recientes “sucesos de mayo” en París y en casi toda la Francia, que obligaron a la renuncia de De Gaulle. Aquellos estudiantes habían participado en la lucha callejera, construído barricadas con los adoquines levantados de las calles, lanzado piedras, quemado automóviles. También habían recibido golpes, chorros de agua a presión y alguna más que otra bala de goma en sus costillas.
Por fin se llegó al tema del momento, la situación en Checoslovaquia y el conflicto creado con la URSS por la política de liberación y cambios emprendida por Dubcek a partir de enero del 68, intentando alcanzar la utopía del “socialismo con rostro humano”. Uno de los estudiantes franceses preguntó cual sería la posición cubana en caso que los soviéticos, bajo la cobertura del Pacto de Varsovia, invadieran Checoslovaquia.
La respuesta del Máximo fue rápida y tajante:
-- ¡ Cuba, como fiel defensora del principio de no intervención jamás apoyaría un acto ilegal como ése ! ¡Defenderemos la soberanía y el derecho del pueblo checo a construir su futuro sin interferencias ajenas !
Bajo aplausos y gritos , en español y francés, terminó la notable visita. Yo fui testigo presencial de esas palabras. Lo vi pronunciarlas y las escuché claramente.
El 21 de agosto nos enteramos de lo esperado, que 5000 tanques y 200,000 soldados habían invadido el territorio checo para proteger y preservar las “conquistas del socialismo”. En los días siguientes llegaban las noticias en la prensa y la TV sobre los acontecimientos en Checoslovaquia. El 23 de agosto se anunció una breve intervención televisiva de Castro en el horario de la noche, atendiendo los graves sucesos internacionales.
El resto lo sabemos todos. Un mes después de sus declaraciones de apoyo al pueblo checo en la universidad, Castro cambió su opinión y denunció públicamente la “contrarrevolución checa.” Advirtió al pueblo cubano sobre los hechos que estaban llevando a ese hermano pueblo hacia los brazos del capitalismo y el imperialismo. Llamó a los líderes checos “agentes de la Alemania Federal”, y a sus seguidores, “chusma fascista reaccionaria” El único gobierno socialista que no apoyó la intervención soviética fue la Rumanía de Ceausescu, quizá por aquello de... “cuando veas las barbas de tu vecino pelar...”
Después de años de confrontaciones y divergencias entre los partidos comunistas de Cuba y la URSS al fin Castro se plegaba, de manera infame, a los mandatos de la metrópoli. La difícil situación económica interna lo obligaba a ello, sobre todo debido a la necesidad de recursos para llevar adelante la llamada “ofensiva revolucionaria” lanzada el 13 de marzo de ese mismo año.
Las llaves del puerto petrolero de Bakú se abrieron a todo dar para Castro. El extinto CAME comenzó el envío de fábricas de cortadoras de caña para las zafras gigantes que rondaban en la mente del megalómano. Nuevas termoeléctricas. Equipos militares. Ayuda técnica y económica sin fin. Era el precio que pagaban por la infamia castrista.
* Nombre de un antiguo Rector de la Universidad
Escrito por Maximiliano de Robespierre
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