Dejar de comer pan, beber agua de lluvia, construir una cabaña propia, dedicar tiempo al ocio y deshacerse de todo bien material fueron sus recetas para llegar a esa dicha que entre poemas y refranes salta a la vista – mucho más sanas que las sugeridas por Tylor Duden, el protagonista de The Fight Club, que buscaba lo mismo –; y leerlas puede resultar chocante para quienes están acostumbrados al cemento y césped de las calles, a los que exclamaciones épicas acerca de la lucha entre dos ejércitos de hormigas pueden resultarles graciosas, o quienes encuentran como aburridas investigaciones sobre de la cantidad de oxigeno que guarda el hielo de una laguna – temas que a ratos vuelven pesado al libro –. ADVERTENCIA: Sus páginas no son recomendables para personas que no aceptan consejos y detestan que les digan que hacer.
No es una cuestión de querer ser Jack Nicholson o Keith Richards, ni de regalar toda la ropa. Lo que se debe recordar es que Thoreau, además de ser un filósofo, escritor, padre de los movimientos ecológicos y del pacifismo anarquista es recordado como uno de los mayores héroes norteamericanon – tiene su efigie dentro del Panteón en la Universidad de New York – porque durante su vida buscó la libertad e hizo lo quiso, vivió en lugar de exitistir. Un manual de vida no para copiarlo sino para inspirarse. El verdadero sueño americano.
“Hoy me levanté un poco Thoreau” es una frase que debería existir… Just gimme some truth...
La vida que los hombres elogian y consideran lograda no es sino una delas posibles. ¿Por qué exagerar su importancia en detrimento de otras?
Yo tenía tres pedazos de piedra caliza sobre el escritorio y con gusto me libré de ellos al ver, espantado, que era necesario quitarles el polvo cada mañana, cuando el mobiliario de mi mente no se había desprovisto aún del suyo.
¡Para mi asombro, al dejar el college me enteré de que había estudiado navegación! ¿No habría sabido más si me hubieran dado tan sólo una vuelta por el puerto?
Tenemos prisa en construir un telégrafo magnético entre Maine y Texas; pero puede que Maine y Texas no tengan nada importante que comunicarse…
Durante más de cinco años, me mantuve, pues, con sólo el trabajo; y descubrí que podía atender a todos los gastos de mi subsistencia trabajando unas seis semanas al año. Todo el invierno y la mayor parte del verano me quedaban libres y desocupados para dedicarlos a mis estudios.
Fui a los bosques porque quería vivir con un propósito; para hacer frente sólo a los hechos esenciales de la vida, por ver si era capaz de aprender lo que aquélla tuviera por enseñar, y por no descubrir, cuan- do llegare mi hora, que no había siquiera vivido.
El aire está lleno de centellas invisibles. Todas las sendas, salvo la vuestra, son fatales, seguid pues, la propia.
Jamás tuve perro, gato, vaca, cerdo ni gallinas, de manera que se podría decir que sufría un verdadero déficit de sonidos domésticos; ni la mantequera, ni la rueca, ni el canto de la marmita ni el silbido del puchero, ni el alboroto de niños para consolarle a uno.
La compañía, aun la mejor, cansa y relaja pronto. Me encanta estar solo. Jamás di con compañía más acompañadora que la soledad.
El vagabundo fatigado podía reposar y calentarse junto a mi hogar; el hombre de letras, distraerse con los libros que se hallaban a su alcance encima de mi mesa; y el curioso, en abriendo la puerta de mi alacena, ver que había sobrado de mi almuerzo y con qué contaba para la cena.
Me encantó saber de aquella vieja canoa de troncos que sin duda había ocupado el lugar de otra, de origen india y más vieja, pero de construcción más graciosa y que acaso hubiera sido antes un árbol de aquella misma ribera…
Como de ganarme el sustento y todavía no he comido, he pensado en irme de pesca. He ahí la ocupación más adecuada para un poeta, y la única que he aprendido. ¡Vamos, allá!
Todos contemplamos nuestra pila de leña con cierto cariño. A mí me gustaba que la mía se alzara delante de mi ventana, y cuánto más numerosas las astillas tanto más grato el recuerdo de mi trabajo para reunirías.
Rara vez tenía visitantes en esta época del año. Cuando la nieve era espesa, bien podía pasarme una semana, quizá dos, sin ver un alma; pero ahí seguía yo, tan recogido y cómodo como una chinche de campo o como el ganado y la volatería que se dice han sobrevivido, hasta sin alimentos y aun sepultados durante largo tiempo por un alud.
La tierra no es sólo un simple fragmento de historia muerta, estrato sobre estrato, como páginas de un libro hecho para que geólogos y anticuarios las estudien, sino que es poesía viva, al igual que las hojas de un árbol que preceden a las flores y frutos; no es tierra fósil, sino tierra viva, de tal modo, que la vida animal y vegetal simplemente parasitaria si la comparamos con su intensa vida interior.
Si uno quisiera aprender todas las lenguas y adaptarse a las costumbres de todas las naciones, si uno quisiera llegar a lugares no visitados aún por viajeros previos y aclimatarse por doquier u obligar a la Esfinge a abrirse la cabeza contra una piedra, hay que seguir el precepto del filósofo antiguo: ¡Conócete a ti mismo!
Dejé los bosques por una razón tan buena como la que me llevó. Quizá porque me parecía que tenía varias vidas más que vivir y que no podía seguir prodigando mi tiempo en aquella.
Mi experiencia me enseñó,por lo menos, que si uno avanza confiado en la elección de sus sueños y se esfuerza por vivir la vida que ha imaginado, tropezará con el éxito menos esperado en su vida corriente.
Comoquiera que no había hecho acuerdo alguno con el tiempo, este se apartó de su camino, limitándose a suspirar a lo lejos por no poder vencerle.
Dadme la verdad antes que el amor, el dinero y la fama...