¡Hola, Ron! Soy Alex. Te escribo desde Carthage. Ya hace casi dos semanas que estoy trabajando aquí. Tardé tres días en llegar desde que nos despedimos en Grand Junction. Espero que tu viaje de regreso a Salton City transcurriera sin contratiempos. El trabajo me gusta y todo va bien. Las temperaturas son suaves; cuesta creerlo, pero hay días en que no hace nada de frío. Algunos granjeros incluso ya salen a trabajar al campo. Supongo que en California el calor aprieta cada vez más. Me pregunto si tuviste ocasión de ir a las fuentes termales el 20 de marzo y llegaste a ver la cantidad de gente que se congrega allí para la reunión del Arco iris. Por lo que sé, podría haber sido muy divertido, aunque la verdad es que no creo que una cosa así encaje demasiado con tus gustos.
No voy a quedarme mucho tiempo en Dakota del Sur. Mi amigo, Wayne,
quiere que siga trabajando en el elevador de grano durante el mes de mayo y que
luego lo acompañe todo el verano con el grupo de cosechadoras, pero mi mayor
ilusión es emprender mi odisea; antes del 15 de abril espero estar camino de
Alaska. Eso quiere decir que me marcharé dentro de poco, de modo que si he
recibido correspondencia necesito que me la mandes a la dirección que figura al
pie de esta carta.
Los momentos que hemos pasado juntos han sido muy agradables y te
agradezco de todo corazón la ayuda que me has prestado. Espero que nuestra
separación no te haya deprimido demasiado. Puede que pase mucho tiempo antes de
que nos veamos de nuevo. Pero, si consigo superar la prueba de mi viaje a
Alaska y todo sale como espero, te prometo que volverás a tener noticias mías.
Quiero repetirte los consejos que te di en el sentido de que deberías cambiar
radicalmente de estilo de vida y empezar a hacer cosas que antes ni siquiera
imaginabas o que nunca te habías atrevido a intentar. Sé audaz. Son demasiadas
las personas que se sienten infelices y que no toman la iniciativa de cambiar
su situación porque se las ha condicionado para que acepten una vida basada en
la estabilidad, las convenciones y el conformismo. Tal vez parezca que todo eso
nos proporciona serenidad, pero en realidad no hay nada más perjudicial para el
espíritu aventurero del hombre que la idea de un futuro estable. El núcleo
esencial del alma humana es la pasión por la aventura. La dicha de vivir
proviene de nuestros encuentros con experiencias nuevas y de ahí que no haya
mayor dicha que vivir con unos horizontes que cambian sin cesar, con un sol que
es nuevo y distinto cada día. Si quieres obtener más de la vida, Ron, debes
renunciar a una existencia segura y monótona. Debes adoptar un estilo de vida
donde todo sea provisional y no haya orden, algo que al principio te parecerá
enloquecedor. Sin embargo, una vez que te hayas acostumbrado, comprenderás el
sentido de una vida semejante y apreciarás su extraordinaria belleza. En pocas
palabras, deja Salton City y ponte en marcha. Te aseguro que sentirás una gran
alegría si lo haces. Aunque sospecho que harás caso omiso de mis consejos. Sé
que piensas que soy testarudo, pero tú lo eres aún más. En el viaje de regreso
tuviste la oportunidad de contemplar una de las grandes maravillas de la
Tierra, el Gran Cañón del Colorado, algo que todo americano debería ver al
menos una vez en la vida. Sin embargo, por alguna razón que no alcanzo a
comprender, todo lo que querías era salir corriendo hacia casa tan rápido como
fuera posible y volver a una situación donde siempre experimentas lo mismo.
Mucho me temo que en el futuro seguirás teniendo las mismas inclinaciones y te
perderás todas las maravillas que Dios ha puesto en este mundo para que el
hombre las descubra. No eches raíces, no te establezcas. Cambia a menudo de
lugar, lleva una vida nómada, renueva cada día tus expectativas. Aún te quedan
muchos años de vida, Ron, y sería una pena que no aprovecharas este momento
para introducir cambios revolucionarios en tu existencia y adentrarte en un
reino de experiencias que desconoces.
Te equivocas si piensas que la dicha procede sólo o en su mayor
parte de las relaciones humanas. Dios la ha puesto por doquier. Se encuentra en
todas y cada una de las cosas que podemos experimentar. Sólo tenemos que ser
valientes, rebelarnos contra nuestro estilo de vida habitual y empezar a vivir
al margen de las convenciones.
Lo que quiero decir es que no necesitas tener a alguien contigo
para traer una nueva luz a tu vida. Está ahí fuera, sencillamente, esperando
que la agarres, y todo lo que tienes que hacer es el gesto de alcanzarla. Tu
único enemigo eres tú mismo y esa terquedad que te impide cambiar las
circunstancias en que vives.
Espero que abandones Salton City tan pronto como puedas, enganches
un pequeño remolque a tu camioneta y empieces a contemplar la gran obra que
Dios ha creado en el Oeste americano. De verdad, Ron. Aprenderás mucho de todo
lo que veas y de las personas que conozcas. Lleva una vida austera, no vayas a
moteles, prepárate tú mismo la comida. Ten como norma gastar lo menos posible y
la satisfacción con que vivirás será mucho mayor. Espero que la próxima vez que
nos veamos seas un hombre nuevo y hayas acumulado un sinfín de aventuras y
experiencias. No lo pienses dos veces. No intentes encontrar justificaciones
para aplazarlo. Sólo tienes que salir y hacerlo. Así de simple. Sentirás una
gran alegría por haber emprendido un nuevo camino. Cuídate, Ron,
ALEX
(Carta de Christopher McClandess a un buen octogenario amigo suyo, previo el viaje del primero a la recóndita Alaska)
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