Jorge Enrique Adoum y Alfonso Reece, desde antes que la actual Asamblea Constituyente iniciara su labores, el primero de una manera seria y el segundo jocosamente, han presentado distintas críticas a los actuales símbolos patrios del Ecuador. Me imagino que otros historiadores también deben haberlo hecho, pero para esta ocasión me voy a basar únicamente en los argumentos de estas dos personas. El Sr. Reece nos indica que el creador de nuestro actual lábaro patrio es Francisco Miranda, el cual serviría para la República de Venezuela, pero al ser Ecuador anexado a la Gran Colombia nos lo impusieron; mientras para el escudo nacional únicamente sus críticas son el uso de la rama de laurel y olivo que no tiene mayor representación para los ecuatorianos. El Sr. Adoum por otra parte propone un nuevo himno nacional al ser una letra pasada de moda, que pocos la entienden y sin mayor representación de las aspiraciones y sueños que tenemos (así algunos digan que es el más bello después de La Marsellesa).
La razón de utilizar tan pocas fuentes bibliográficas en el presente artículo para un asunto que no se pueda tomar tan a la ligera, está en que el principal objetivo de estas líneas, es el de analizar las distintas reacciones de la ciudadanía en general a estas propuestas de cambios drásticos que se quieren realizar (¿o imponer?) desde la Asamblea Constituyente (lo escrito antes es de pura cultura general).
Si leímos días atrás la página de “opinión de los lectores” del diario EL UNIVERSO, lo que nos encontramos fueron palabras como “ridiculez”, “payasada”, “estupidez”, insensatez” e incluso algunos sarcasmos que estuvieron bastante buenos y bonitos, respecto al cambio que se propone de los símbolos patrios, pero casi nadie ofreció alguna respuesta sensata para no cambiarlos, cómo establecer consensos o la forma y el periodo en que estos temas deberían discutirse.
Ojeando las páginas del diario guayaquileño y recordando otras formas en las que actuamos, me pregunto si ¿todos somos unos “Correas”?, donde cada uno individualmente tiene la razón y el que no piensa como nosotros es un “pelucón”, “bestia salvaje” y “se puede ir a la casa de la v… “. Así que ¿Cuál es la diferencia entre llamar a un migrante idiota y a una persona de bajos recursos “cholo igualado”? Aunque también utilizamos otros epítetos racistas y clasistas como longo, negro ladrón, mono, a las secretarías trigueñitas les decimos “que se mueven bien en la cama”, etc., que muchas veces no son explícitamente una muestra de cariño. Si no es así porque no lo demostramos y nunca se ha promovido a cargos superiores a personas indígenas o afroecuatorianos, incluso en el deporte que es donde mayores alegrías han dado.
No quería compararnos con el presidente (para algunos eso es insulto), pero si realmente queremos un cambio no le echemos la culpa en todo al Estado (por supuesto que reconozco su responsabilidades), y pensemos que si las calles están sucias es porque nosotros las ensuciamos, si no hay plata es porque la mayoría no pagamos impuestos, regateamos hasta lo imposible para no pagar lo justo, pero cuando nos pasa a nosotros el resto son unos ladrones. En sintesis cada uno nos creemos unos “indignados hijos del yugo de la justa y horrenda desgracia” y el presidente que tenemos es un fiel reflejo de la forma en que hacemos las cosas.
Fuentes:
Ecuador: Señas particulares, por Jorge Enrique Adoum.
¿Le gustan los símbolos patrios?, por Alfonso Reece.
http://www.cambiemosecuador.com/2005/07/le_gustan_los_s.html
Diario EL UNIVERSO
www.eluniverso.com
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