De vez en cuando aparece un western, un género en terapia intensiva que se niega a morir. Alguna de Clint Eastwood y Sergio Leone por cultura general años atrás. Nada que me haya volado la cabeza. Esta generación no creció con historias de vaqueros y bandidos (Bonanza terminaba siendo ridícula, y no en buena forma al estilo El Quijote con las novelas de caballeros de la época); y sin embargo con True Grit (españolizada taquilleramente como Temple de acero) ya tengo una favorita por estos Oscar. Un remake que no es un remake sino la segunda adaptación de un relato de un autor que es clásico entre escritores. ¿Quién se podría atrever a profanar el trabajo que le dio a John Wayne su único Premio de la Academia? Los únicos tipos que no le tienen miedo a nada: Los Coen, quienes en esta aventura del Viejo Oeste han encontrado su trabajo más exitoso en recaudación.
Fargo, The Big Lebowsky, No country for old men, The Ladykillers, A serious man (la menospreciada comedia judía que, pienso, está en el Top 4 de su filmografía) y un par más son un recordatorio de la magnitud de la obra de los hermanos directores. En True Grit la calidad estaba asegurada desde el inicio. El éxito se debe a que los Coen agarran lo mejor a un género para añadirlo a su estilo, no únicamente vistiéndolas de época, a sus películas, sino convirtiéndolas en clásicos. Acá cuentan una historia de venganza: de la niña de 14 años, Mattie Ross (presenciando el nacimiento de una estrella con la actuación de Hailee Stenfield que es para sacarse el sombrero), que quiere hacer justicia contra el asesino de su padre (en la piel del siempre oportuno para una película de desierto, Josh Brolin), para lo que contrata a un sheriff viejo-gordo-y-borracho interpretado por un eterno cumplidor Jeff Bridges, y los acompaña un Ranger de Texas (Matt Damon), adentrándose en el árido paisaje de Arkansas; el cual es excelentemente captado a través de una notable dirección de fotografía. Una muestra de la vida del Viejo Oeste con firma(s) de autor(es).
En una entrevista Joel & Ethan mencionaban que para la nueva versión de True Grit su línea de acción no estuvo trazada de acuerdo a lo hecho por John Wayne en la primera película, sino siguieron íntegramente al relato de Charles Portis. Dicho y hecho los Coen narran la historia como si se tratara de un cuento, sin apurarse, sabiendo que no le deben demostrar nada a nadie, y que tarde o temprano lo que tiene que pasar pasará. Demora un poco en despegar, se presenta en un inicio rara, pero enseguida encuentra la combinación necesaria de vaqueros, humor, ironía, desgracia y sátira. Los métodos recuerdan esos clásicos de los 60, específicamente a La fuente de la doncella de Ingmar Bergman, otra de venganza (sobre una violación) que no necesita marear sino de gente que se deje llevar. Algo que no va de acuerdo a un mundo que le encanta correr y no detenerse a contemplar.
La venganza siempre será una buena excusa, causante de millares de historias…
Fargo, The Big Lebowsky, No country for old men, The Ladykillers, A serious man (la menospreciada comedia judía que, pienso, está en el Top 4 de su filmografía) y un par más son un recordatorio de la magnitud de la obra de los hermanos directores. En True Grit la calidad estaba asegurada desde el inicio. El éxito se debe a que los Coen agarran lo mejor a un género para añadirlo a su estilo, no únicamente vistiéndolas de época, a sus películas, sino convirtiéndolas en clásicos. Acá cuentan una historia de venganza: de la niña de 14 años, Mattie Ross (presenciando el nacimiento de una estrella con la actuación de Hailee Stenfield que es para sacarse el sombrero), que quiere hacer justicia contra el asesino de su padre (en la piel del siempre oportuno para una película de desierto, Josh Brolin), para lo que contrata a un sheriff viejo-gordo-y-borracho interpretado por un eterno cumplidor Jeff Bridges, y los acompaña un Ranger de Texas (Matt Damon), adentrándose en el árido paisaje de Arkansas; el cual es excelentemente captado a través de una notable dirección de fotografía. Una muestra de la vida del Viejo Oeste con firma(s) de autor(es).
En una entrevista Joel & Ethan mencionaban que para la nueva versión de True Grit su línea de acción no estuvo trazada de acuerdo a lo hecho por John Wayne en la primera película, sino siguieron íntegramente al relato de Charles Portis. Dicho y hecho los Coen narran la historia como si se tratara de un cuento, sin apurarse, sabiendo que no le deben demostrar nada a nadie, y que tarde o temprano lo que tiene que pasar pasará. Demora un poco en despegar, se presenta en un inicio rara, pero enseguida encuentra la combinación necesaria de vaqueros, humor, ironía, desgracia y sátira. Los métodos recuerdan esos clásicos de los 60, específicamente a La fuente de la doncella de Ingmar Bergman, otra de venganza (sobre una violación) que no necesita marear sino de gente que se deje llevar. Algo que no va de acuerdo a un mundo que le encanta correr y no detenerse a contemplar.
La venganza siempre será una buena excusa, causante de millares de historias…
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