En el Facebook, una amiga escribe en su estado que «navidad sin Scrooged de Bill Murray o Miracle on the 34th street, no es navidad». Nada… Le faltaron los clásicos Mi pobre angelito y Los Gremlins. Sobre todo la última para mí. Desde que tengo uso de razón en estas fechas tengo la necesidad de ver a Gizmo y sus malvados amigos. Ecuavisa no la pasó, por suerte TCM sí. Todavía la disfruto. Aunque no me crié en los ochentas, un magical mistery tour a la niñez.
Los Gremlins pienso que debe estar entre las mejores películas sobre la navidad que existen. Trata de ser un cuento de hadas ochentero en su superficie con el héroe buen hijo, la damicela en apuros y la malvada bruja que trata de adueñarse del lugar, ambientado en la escenografía de un pueblo pequeño que podría estar ubicado en Oregon, Colorado o Seatle, y que de seguro fue utilizado para otras cintas, teniendo algo de Blue Velvet, un sueño húmedo para los seguidores de Reagan con la visión de suburbios tranquilos, verjas de madera pintadas de blanco, casas que no colocan cerraduras en la noche, hombres que llegan de trabajar con una sonrisa de esfuerzo cumplido, familias perfectas para portada de revista hogareña; pero hay algo más y su director Joe Dante sin ser tan escabroso como David Lynch también quiere mostrarlo.
En las comisuras de esa nostalgia de las fiestas, de los que no la celebran, quienes se emborrachan en la víspera y se quitan la vida, los endeudados y desempleados que tratan de poner buena cara, aparecen los anárquicos monstruos – Rayita a la cabeza – con su moraleja de la responsabilidad ante los regalos y el humor oscuro que provocó no ser apta para todo el público.
Ahora que las calles andan medio muertas y se supone que son tiempos para estar en familia, encerrado, unplugged, un buen regalo siempre es que se abra la señal de cable… Ya vi Avatar por primera vez, al menos la primera hora. Lo mejor de estas fechas: la oportunidad de devorar películas como loco en casa. No importa si son nuevas o si es la centésima vez como los amiguitos de color verde, el viejo de Culkin y cía…
Por cierto, feliz navidad a todos jojojo…
Los Gremlins pienso que debe estar entre las mejores películas sobre la navidad que existen. Trata de ser un cuento de hadas ochentero en su superficie con el héroe buen hijo, la damicela en apuros y la malvada bruja que trata de adueñarse del lugar, ambientado en la escenografía de un pueblo pequeño que podría estar ubicado en Oregon, Colorado o Seatle, y que de seguro fue utilizado para otras cintas, teniendo algo de Blue Velvet, un sueño húmedo para los seguidores de Reagan con la visión de suburbios tranquilos, verjas de madera pintadas de blanco, casas que no colocan cerraduras en la noche, hombres que llegan de trabajar con una sonrisa de esfuerzo cumplido, familias perfectas para portada de revista hogareña; pero hay algo más y su director Joe Dante sin ser tan escabroso como David Lynch también quiere mostrarlo.
En las comisuras de esa nostalgia de las fiestas, de los que no la celebran, quienes se emborrachan en la víspera y se quitan la vida, los endeudados y desempleados que tratan de poner buena cara, aparecen los anárquicos monstruos – Rayita a la cabeza – con su moraleja de la responsabilidad ante los regalos y el humor oscuro que provocó no ser apta para todo el público.
Ahora que las calles andan medio muertas y se supone que son tiempos para estar en familia, encerrado, unplugged, un buen regalo siempre es que se abra la señal de cable… Ya vi Avatar por primera vez, al menos la primera hora. Lo mejor de estas fechas: la oportunidad de devorar películas como loco en casa. No importa si son nuevas o si es la centésima vez como los amiguitos de color verde, el viejo de Culkin y cía…
Por cierto, feliz navidad a todos jojojo…
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