Por eso resulta preocupante ver hablar de política a la mayoría de editorialistas y analistas de medios escritos tan seriamente como algo totalmente abstracto e inmaterial que no dan ganas de leerlos porque pensamos que no vamos a entender nada (no tanto en los análisis económicos porque la econometría y los números no causan ningún chiste. Lo mismo pasa con opiniones sobre linchamientos u otros males arraigados). La seriedad debería quedarse en la entrevista o en el debate en medios como radio o la televisión donde al candidato o funcionario público puede sentárselo y sometérselo al interrogatorio del caso. Es que el sentido del humor da esa seguridad de entender la causa de los hechos. Y al final si hay más lectores en un país podríamos tener más candidatos con gusto por la lectura. No es una verdad absoluta pero así como algunos economistas creen en la completa libertad de comercio para acabar con la pobreza, en la política electores y elegidos lectores podrían acercarnos más a tomar una decisión correcta. Es por eso que cuando estuve en España y conversé con alguien simpatizante de Mariano Rajoy, candidato de centro derecha a presidente, me estremecí y sentí compasión por él, porque me había enterado antes que Rajoy solo leía revistas deportivas. Y no solo textos técnicos debería ser el material literario de los políticos y resto de ciudadanos sino también novelas o algo de ficción (la mejor explicación de la realidad). Javier Cercas meses atrás nos decía que Hitler nunca leía novelas (considerada por la gente seria como frivolidades degustadas solo por personas sin tiempo), sino pura basura ocultista y datos confirmatorios de sus ideas. Otra recomendación de Cercas es leer lo que destruya nuestras creencias para así salir de la burbuja en la que vivimos. Personalmente le he hecho caso pero confieso estar a punto de volverme loco, peor aún ahora que me he enterado que Hitler también era un lector compulsivo.
La mejor pluma que he tenido oportunidad de leer en el Universo, Javier Ponce (ahora como ministro muchos críticos tendrá y lo único en su defensa a mencionar es lo dicho por Malraux: “¿Dónde vale más estar para ponerle fin a la guerra de Argelia? ¿En el café de Floré o en el gobierno?”), señalaba hace un año en un editorial: “Qué triste historia la del libro y la revista en el Ecuador. A la pobreza de los contenidos le hace honores el gasto dicharachero de las ediciones. A la riqueza de contenidos le toca buscar la forma de ahorrar centavos en publicaciones modestas”. Porque además de los abstractos escritos de los articulistas de los diarios, también debería añadirse la poca cantidad de revistas de calidad que pueden llegar, por el interés generado, a una gran parte de personas (y no solo de revistas políticas habla). Fernando Balseca, editorialista y por su condición de poeta, se ha preguntado en algunas de sus columnas lo qué lee el presidente en sus ratos libres. También debería preguntarse lo que (con el sobrante del magro sueldo) leen los electores.
2 comentarios:
Me rei con la foto. Está muy buena.
Me reí con risa verdadera.
Laura: Es verdad lo de la foto, yo tambien me rei bastante. La caricatura rocks ¿o rule?
Saludos
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