21 de noviembre de 2008

Ya que estábamos hablando de cine: Lecciones de Nueve Reinas

Con la finalización del Festival Internacional de Cine de Cuenca, a pesar de los problemas organizativos en la funciones, quedan ganas de seguir hablando de cine:

Nueve Reinas es una película argentina estrenada en el 2000, a mí parecer una de las mejores que ha producido el país de los asados, el tango, Sabato, Cortázar y el dulce de leche (y a mi viejo). No toca ninguna temática social como la pobreza, la migración o la dictadura. Es una historia urbana llena de mentiras y engaños (incluso los espectadores somos víctimas, cuando la vean se darán cuenta y el que ya lo ha hecho me dará la razón) que nos recuerda que un buen film de acción no necesariamente se traduce en disparar un millar de balas.

Todo transcurre en un día, 24 horas en la vida de Marcos, interpretado por Ricardo Darín (Kamchatka, El hijo de la novía), un clásico del cine gaucho y por Juan, interpretado por Gastón Pauls (Ser urbano, uno de mis programas favoritos). El primero es un ladrón y estafador experto sin escrúpulos que salva a Juan de que lo arresten después de haber intentado hacerle la uruguaya (truco) a una empleada de estación de gasolina. Después de salvar de que vaya en cana Juan, Marcos le ofrece laborar todo el día junto a él. Mentiras para afanarle anillos a abuelitas y gritos e insultos a camareros para que les entregue el cambio por tazas de café que nunca pagaron les permiten ganar lo justo para vivir, hasta que se presenta un antiguo socio de Marcos que les hace una propuesta que no podrán rechazar. Las nueve reinas son unas estampillas de colección de mucho valor, que el ex socio falsificó y se las piensa vender a un empresario español de negocios (ilícitos, claro está) por el Río de la Plata. Marcos por supuesto se aprovecha de la situación (incluso se aprovecha de su familia) y decide venderlas por su cuenta. De ahí en más comienza lo mejor.

Fabián Bielinsky se graduó con la dirección de esta película (Nueve reinas es su primera), con un guión entramado y excelentes diálogos entre porteños, siempre mostrando esa otra cara, subterránea, de Buenos Aires que muchas veces no nos presentan. Lo mejor: ¿Te das cuenta? Putos no faltan, faltan prestamistas.




Nueve reinas también causo revuelo fuera de América Latina, tanto que el otro día viendo la televisión me encuentro con una hermana norteamericana del film argentino. Está protagonizada por John C. Reilly (The aviator, The hours) en el papel de Marcos y Diego Luna (Y tu mamá también, The terminal) como Juan. El guión es casi el mismo, con un par de diferencias que nos quedan como lecciones: Al final de la versión yanqui no hay canción de Rita Pavone, El baile de los ladrones, es decir que no hay realismo mágico; Marcos no le pide sacar dinero a su abogado sino que vende su auto (difícil un fraude tan grande en Norteamérica) y sobretodo, en EUA no existió corralito, Marcos simplemente es denunciado a la policía.



Estas pequeñas y grandes diferencias recuerdan las emociones y las aventureras que debe pasar millones de latinoamericanos durante el transcurso de su vida, emociones que no existen solo en un tercio del mundo. Grandes y excitantes guiones se podrían escribir de las situaciones diarias que deben afrontar muchas personas de escasos recursos. Y la realidad nos deja seguir comparando: Mientras en Colombia muchos se quedan sin sus ahorros por su ambición de depositar dinero en pirámides, y queda esto para un posible relato de Fernando Vallejo o del autor de Sin tetas no hay paraíso (que incluya linchamientos y orgías); en Wall Street, por los mismos motivos de codicia y ambición, los especuladores son salvados en Washington y es probable que un nuevo René Magritte pinte otro The son of man que también valga muchos millones de dólares.



3 comentarios:

Chica Cosmo dijo...

¿9 reinas sin corralito? Eso es como 6to sentido con Bruce Willis vivo.

Lola dijo...

Yo entiendo que es una cuestión de intereses económicos, que acá se produce una película y allá la compran para realizar su propia versión (o a veces viceversa), pero creo que al ser el cine un transmisor y reflejo de cultura, no tiene sentido hacer toda esa transliteración del mensaje, que por sus diferencias no puede ser comprendido del todo si no se conoce la cultura original en que nació la película (o al menos tener cierta similitud, como podría suceder en latinoamérica en general).

Como dice arriba mío la Chica Cosmo.... sacarle a 9 Reinas el final con el corralito es quitarle la esencia. Quizás puede parecer un dato menor, accesorio, reemplazable por el hecho de que el protagonista sea entregado a la policía, pero al final es como una gran alegoría del significado de la película: los ladrones estafan al resto de la gente, un ladrón estafa a otro, y al final el Estado, el ladrón mayor de todos, los estafa a todos en igual medida.

Eso sin contar los múltiples detalles que se pierden en el camino... ciertas escenas de la película, por más simples que parezcan, son imposibles de percibir en su totalidad si no se tiene una idea remota o alguna identificación con la cultura.Qué se yo... por ejemplo, nadie sabe lo que es andar caminando por Plaza Constitución (una estación terminal de trenes) con la cartera bien pegada al cuerpo y mirando con cuidado por miedo a que un punga (ladrón callejero) te arrebate tus pertenencias hasta que realmente te toca estar ahí (a mí me pasa todos los días que voy a la facultad). O comprender la complejidad de la mal denominada "viveza criolla" (esa inescrupulosidad que se desarolla en distintas situaciones a lo largo de toda la película) si no se conoce mínimamente lo que es la cultura local.

Ojo, no estoy diciendo que la inseguridad o la delincuencia sean inventos argentinos y que son imposibles de encontrar en otra parte del mundo (al contrario, son elemtos bastante universales), pero no me gusta la idea de rehacer la película para otro público. Mejor sería subtitularla y mostrarla así como está, más que nada para provocar el encuentro, el conocimiento y la identificación (o no) con otras culturas, que eso vendría a ser justamente la función del cine: transmitir cultura.

Bueno, se que soy un tanto idealista.

Raul Farias dijo...

Laura:

De acuerdo 100%, ir al cine es ver un rato esos lugares o situaciones que tal vez no los viviremos, tratar de comprender o saber que existen cosas que no imaginabamos, así que prefiero una película afgana subtitulada en su versión original a una adaptación estadounidense dirigida por Coppola.

De nueve reinas made in usa, creo que hicieron la adaptacion porque eso de estafar a alguien o ganar dinero facil es un deformacion del sueño americano. Esta adaptacion esta dirigida por el mismo que hizo las Ocean 11,12,13(steven sodenbergh)... Asi que por ahi parece que va el meollo

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