Del asiento derecho al izquierdo, el que tiene volante. Pronto dejaré de ser una passenger (“and I ride and ride”, como cante Iggy Pop). Que chucha. Soy de los más viejos de la clase pero por fin estoy haciendo el curso en ANETA. Sentar cabeza. Adquirir activos fijos y patrimonio con el sudor de la frente. Un auto por ahí de segunda. El más ecológico y el que menos me coma los bolsillos. En la clase de práctica el guía sigue deseando que hubiera sido una peladota, o una tiernita para apercollar; porque se pasa todo la hora escribiendo en el BB, sin pararle mucha bola a lo pistola que valgo porque no manejo hace una vida, así estemos en plena intersección y me esté pasando la luz roja. Falta de muchas horas de vuelo. La teoría más que una cátedra sobre conducción segura y adquirir confianza en las vías parece una charla de fatalismo, una película de terror. Las palabras “accidente” o “choque” deben repetirse cada dos minutos. Una advertencia tras otra: Si comió mal desista de conducir, si le cambió el humor procure no manejar, si bosteza oríllese a un lugar seguro y tome una siesta. Me recuerda a ese capítulo de House cuando el demente doctor le dice a uno de sus pupilos que para maniobrar un automóvil de forma precavida deberían atarnos al sillón y ponernos en el cuello un inmenso machete afilado, porque de esa manera nadie rebasaría los 10 kilómetros por hora.
Leyendo la nueva ley de tránsito se puede ver que ahora el límite máximo de velocidad en la zona urbana es de 50 kilómetros por hora. Cárcel de tres días a quien lo exceda. Lo mismo a quien no cargue licencia. Siempre ir por la derecha. Ahora imaginen Guayaquil todos yendo por el carril derecho y a ese ritmo. Además que no llegaríamos nunca, sucedería esa escena del episodio de los Simpsons en el que March (con su nueva camioneta 4x4) acude a un seminario sobre manejo de ira, y los asistentes insisten en cederse el paso uno al otro hasta que todos agotan su paciencia al mismo tiempo. Pero continuan sucediendo los accidentes, así el nuevo tope de alcohol para terminar tras las rejas sea equivalente a un vaso de biela. En Pedro Carbo dos Coactur (también manabita al igual que la Reina del Camino) se estrellaron de frente dejando decenas de heridos. Sería irresponsable no darme cuenta de esto, pero a lo que voy es que las autoridades se van por el camino fácil; poniendo leyes más severas. Todo aguanta el papel. En la misma ley de tránsito, supuestamente para evitar el sicariato, en una moto no puede ir más de una persona. Restricciones con ciertos toques talibanes, y eso que los buseteros continuan parando donde les da la gana y metiendo cuarta cuando deben apurarse para pasar tarjeta.
El Ecuador como sociedad ve las manillas del reloj girar de derecha a izquierda y no al revés como normalmente funciona. Las leyes primero y después los medios para cumplirla o prevenir situaciones fatales (lo que se repite en el área de salud con las maternidades llenas de niños situados en lavacaras, o en la educación con colegios, universidades y escuelas sin cupos). Se supone que los peatones también deben cumplir con las normas de tránsito, con riesgo a sanciones, sobre todo a la hora de cruzar las calles. Habría que preguntarse cuantas esquinas poseen líneas de paso cebra y semáforos para peatones. Se hace la fácil. Mucho más complejo sería educar e inculcar la responsabilidad de los actos, además de prevenir con revisiones y controles. Difícil pero sería algo que valdría la pena, quedaría para el futuro. Por ahora nos tratan como a hijos. Sólo falta la puteada. Algunos la merecen...
Leyendo la nueva ley de tránsito se puede ver que ahora el límite máximo de velocidad en la zona urbana es de 50 kilómetros por hora. Cárcel de tres días a quien lo exceda. Lo mismo a quien no cargue licencia. Siempre ir por la derecha. Ahora imaginen Guayaquil todos yendo por el carril derecho y a ese ritmo. Además que no llegaríamos nunca, sucedería esa escena del episodio de los Simpsons en el que March (con su nueva camioneta 4x4) acude a un seminario sobre manejo de ira, y los asistentes insisten en cederse el paso uno al otro hasta que todos agotan su paciencia al mismo tiempo. Pero continuan sucediendo los accidentes, así el nuevo tope de alcohol para terminar tras las rejas sea equivalente a un vaso de biela. En Pedro Carbo dos Coactur (también manabita al igual que la Reina del Camino) se estrellaron de frente dejando decenas de heridos. Sería irresponsable no darme cuenta de esto, pero a lo que voy es que las autoridades se van por el camino fácil; poniendo leyes más severas. Todo aguanta el papel. En la misma ley de tránsito, supuestamente para evitar el sicariato, en una moto no puede ir más de una persona. Restricciones con ciertos toques talibanes, y eso que los buseteros continuan parando donde les da la gana y metiendo cuarta cuando deben apurarse para pasar tarjeta.
El Ecuador como sociedad ve las manillas del reloj girar de derecha a izquierda y no al revés como normalmente funciona. Las leyes primero y después los medios para cumplirla o prevenir situaciones fatales (lo que se repite en el área de salud con las maternidades llenas de niños situados en lavacaras, o en la educación con colegios, universidades y escuelas sin cupos). Se supone que los peatones también deben cumplir con las normas de tránsito, con riesgo a sanciones, sobre todo a la hora de cruzar las calles. Habría que preguntarse cuantas esquinas poseen líneas de paso cebra y semáforos para peatones. Se hace la fácil. Mucho más complejo sería educar e inculcar la responsabilidad de los actos, además de prevenir con revisiones y controles. Difícil pero sería algo que valdría la pena, quedaría para el futuro. Por ahora nos tratan como a hijos. Sólo falta la puteada. Algunos la merecen...
Casualmente hoy conversaba con unos panas sobre el porqué no stoy de acuerdo y el único argumento de ellos era :"dile a alguien que a la tercera que cometa un delito lo matas y verás que nadie lo hace ". Tan fácil para los hijueputs jaja. Pero así nos educan, con esa mentalidad de buscar el camino fácil para no complicarnos la vida. Foucault se revolcaría en su tumba, y se daría cuenta que tal vez perdió tiempo escribiendo Vigilar Y castigar. Saludos pana. Buen blog. Suerte
ResponderEliminarValí trozo, olvidé poner que en lo que no estaba de acuerdo era en la pena de muerte.
ResponderEliminarCompleta la historia
Thoreau también se revolcaría en la tumba. Lo malo es que acá todos estamos acostumbrados...
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