Será siempre el que esperó a que le abrieran la puerta, junto a un muro sin puerta. (Fernando Pessoa).
Si tuviéramos que describir a Ernesto Sabato en una concisa frase de tres palabras, sin ánimos de generalizar: “Un hombre atormentado” daría en el clavo. Pienso que Sabato estaría de acuerdo, y lo corroboro después de la lectura cronológica de cada una de sus novelas, ensayos, memorias y textos, donde uno puede notar el mayor tormento, la invasión de la melancolía y el apoderamiento de la desilusión con el paso de los años. Días atrás, caminando por Corrientes, en una de esas tantas librerías en la inmensidad “entre tantas soledades amontonadas”, me encontré un libro suyo que desconocía: “España en los diarios de mi vejez”. Me asalté por la curiosidad y empecé a leer las primeras notas. Cada vez más suplicio, cada vez más en las tinieblas. Desistí a comprarlo. Mejor me quedo con el recuerdo de el “El túnel”, “Sobre héroes y tumbas” y “Abaddón el exterminador”. Esos libros por los que hace un par de días o semanas me encontraba en el parque Lezama (“Y así, en muchas ocasiones he venido hasta esta plaza y me he sentado en sus bancos, como ayer. Y he permanecido durante horas observando a esos desamparados que abundan en Buenos Aires... Esos náufragos que, en medio de un océano tempestuoso, arrojan al mar su botella"), tratando de encontrar a los posibles Martín durmiendo junto a estatuas y a Alejandra con su soberanía, su belleza, esa mirada que delata milenarias batallas infernales entre el bien y el mal. Y saliendo del parque, tomando la calle Defensa, miré a través de los vidrios del bar inglés tratando de ubicarlo. Me lo imaginaba sumergido en algún atroz relato, creando un mundo que sin duda lo compraré, donde uno puede parecer un Greco y ser un tipo inteligente, interesante. Que horribles pensamientos pasen por la cabeza de uno, como un Fernando Vidal lleno de odio pero al final también conviven con seres como Hortensia Paz (los sufrimientos y desgracias “no habían podido borrar del rostro de aquella mujer una expresión dulce y maternal”). Pensamientos que ya llevan 98 años en su interior y que resultan verdaderos, así hayan salido de sus sueños o pesadillas, porque como él lo ha repetido más de mil veces: “De un sueño se puede decir todo, menos que no es verdad”.
Prefiero aquellas novelas donde Sabato grita por auxilio y no en las actuales donde todo fue consumido por un incendio que nadie más fue capaz de ver. Donde el verdadero Sabato es ese Bruno que consolaba a un “feo y risible” Martín, ese Bruno que dice: “escribe cuando no soportes más, cuando comprendas que te podés volver loco”. Escribiendo como forma de exorcismo, por lo que dejó su estable y prometedora carrera de físico y se hundió en las laberínticas cavernas del existencialismo y el surrealismo. Le agradezco a Sabato que me haya mostrado ese mundo en el que también me he sumergido varias veces, que parece salido de un loco naufrago que desconoce sus desvaríos y piensa que una pistola es lo mismo que un zapato. Es la vida de un hombre que jamás se puso de acuerdo con el mundo, él y el mundo transitaron por caminos diferentes, pero eso no lo hizo a Sabato peor sino mejor. Los que han tenido la suerte de verlo dicen que en ningún momento atemoriza, pese su capacidad de crear siniestros personajes y escenarios, sino sus ojos denotan sufrimiento, su sensibilidad. Sufrimiento causado cada vez que se conecta con el mundo y ve como millones de niños mueren cada año y personas son asesinadas en inútiles guerras. Como Woody Allen que quiere alegrar a las personas y a la vez eso es lo que lo vuelve triste. Los relatos de Sabato y su descripción pesimista de la humanidad son el propio veneno que lentamente lo mata.
Ahora que cumple 98 años y desde hace varios no tiene la compañía de su hijo Jorge Federico y de su amada Matilde, que le sirvieron de salvavidas en el surrealista naufragio que es su vida, deberíamos recordarle que no está solo y que todavía algunos lo leemos, lo citamos, lo recordamos.
Algunos buenos links sobre Sabato:
http://www.clarin.com/diario/2004/06/20/sociedad/s-780754.htm
http://www.relectura.org/cms/content/view/261/76/
http://www.clarin.com/diario/2001/06/24/s-05015.htm
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=791430
Sábatoe s un genio cuando hablo de genio lo pongo a la altura de un Artaud, de un Cioran, de tipos que con cojones supieron la triste realidad, o al menos el lado menos amable pero sin sobornar a nadie ni a nada, eso llamo valentía.
ResponderEliminarSabato es un genio. Solo el puede crear esa clase de mundos.
ResponderEliminarOle, ole ole ole, Sabatooo....