Nadie sabe lo que tiene hasta el día que lo pierde dice un viejo refrán y una canción de telenovela colombiana. Así en estos viajes, algo que extraño, además de la cocina de casa, y la compañía de familiares y amigos, es el sentarme a leer todos los días el diario, periódico, prensa escrita o como quieran llamarle, junto a un café y algo de esa música natural y citadina innata en Guayaquil. El de la casa, el que compra mi viejo y después guarda, o se utiliza para limpiar manchas de piso y los excrementos de los perros, tiene nombre y apellido: Diario EL UNIVERSO.
Es que personalmente, pienso que el diario debe ser una ventana al mundo, el Ecuador resumido en tinta china, y en esto, a pesar de las criticas de familiares y amigos que viven en otras ciudades, de que EL UNIVERSO es un diario parcializado o extremadamente guayaquileño, creo que dentro de sus errores y omisiones es el más completo. Claro que podemos señalar su nimia promoción de la cultura; las pocas investigaciones que realiza; las escasas páginas de información internacional; su falta de autocrítica; la atestada publicidad; y sus exiguos y nulos espacios de opinión. Pero en materia política y en editoriales (a excepción de Pedro Valverde y Bolívar Castillo, personajes que no entiendo como puede permitírseles escribir y propagar sus ideas en un medio masivo) es por el cual me inclino a leer e informarme. Sí, de esas mismas noticias de siempre, que a Clítoris Bailón (Clit Poirot); investigador privado, gourmet misógino, amante de la masturbación; personaje de la novela de Miguel Donoso Pareja, les parecían aburridas y triviales. Esas mismas noticias de un Ecuador jodido.
Pero esto de viajar, aparte de no poder leer en confort, tiene su ventaja en que te encuentras con todo tipo de prensa. Así un día sin previo aviso, llegó a mis manos diario EL TELÉGRAFO. Lo pude calificar de un informativo light o de ese Ecuador que todos soñamos, porque al ser afín al Gobierno, da la impresión de que sus directivos se olvidaron de los problemas del país. Sin embargo es un medio de comunicación, aunque parezca raro, donde me gustaría trabajar. Por su aire de urbano y rural a la vez, de considerar a la persona como lo que es y no como una estadística macroeconómica, y por ese recorte, del abimo cultural, que promueve. El espacio de Firma Ancla es una idea para recoger más ideas y las líneas que se trazan aquí merecen ser desmenuzadas, masticadas y digeridas.
La sección de Retratos es mi favorita, revelando que si es verdadero ese realismo mágico que únicamente creíamos encontrar en los libros de García Márquez, mostrando de forma sutil, como un bizarro momento de farándula, el trabajo diario de gente común. Para muestra: Suena la canción: “Si siembro coca será porque me toca... Haber cultivado coca no le causa vergüenza. Sí, haberle fallado a su familia cuando “me las di de picaflor y tomatrago”. ¿Se necesita un mejor relato para entender a un refugiado colombiano, con aires de cantante? Con estas líneas, en mis recorridos, dan ganas de conversar con todo el mundo y enterarme de esas historias que aún no han sido contadas.
Pero por ahora me voy acostumbrado a EL MERCURIO de Cuenca… ¿Qué me deparará? La verdad es que un día sin la prensa y un café no es un buen día.
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