La
culpa la tiene Foster Wallace. Después haber estado metido durante cuatro meses en ese devastador-hermético-apocalíptico-y-chupa-almas mundo llamado La broma infinita no tuve ganas de leer nada en mucho tiempo. No estaba preparado. Y después de todo cuatro meses sin coger libro alguno a excepción de uno al que le tiene algo parecido al terror es mucho. Al menos para mí. Entonces Missing (una investigación), a pesar de sus muchos desesperantes errores de imprenta, fue la luz al final del túnel, incluso más que eso, uno de los mejores libros que he leído en los últimos años. Una gran crónica que empieza con el yo de Alberto Fuguet.
Estar perdido, desaparecido, olvidado, con una segunda oportunidad es algo a lo que
muchos sueñan pero pocos (aunque son más de los que creemos) se atreven, tiene
su toque romántico, seduce, y como el mismo autor chileno decía, es parte del
sueño americano. Ej. El final de la serie House M.D. termina así, con el
filántropo doctor y su escudero Wilson en alguna parte escondida de la Costa
Este de USA disfrutando de la libertad – y House es el espejo retorcido de las
fantasías que por tener la maldición de buen tipo nunca se pudieron volver
realidad –. Carlos Fuguet con su relato te dice que no creas todo lo que ves en
televisión. Y eso que no la pasó siempre mal…
Missing
(una investigación) empieza como la bitácora de un detective, un
detective-periodista-novelista que busca a su tío perdido décadas atrás en el
Oeste de Estados Unidos, y poco a poco se va convirtiendo en el relato personal
del autor que va describiendo a la familia con todos sus oscuros secretos, debilidades
y defectos (el abuelo Fuguet es un personaje tan complejo, revelando al igual
que un iceberg sólo la décima parte de su figura), sin mirar atrás, sin que
importen las consecuencias. La introducción de una saga familiar, tratando de
buscar el por qué y cómo, hasta que nos topamos con el mismísimo Carlos, que
nos cuenta (a través de AF) su historia de
manera tan intimista y personal que no recuerdo haber visto hace mucho en
documentales y biografías, y que debería ser clase obligatoria para aspirantes
a directores y escritores.
Y
ahí está el nervio, el mojo de Missing (una investigación), en que se siente
tan personal, tan puertas adentro. Recuerda historias cercanas, recuerda a una
de esas películas de seres anónimos en sitios anónimos de David Lynch, como los
de su proyecto-web Interview Project que en un minuto trataban de relatar sus
vidas y por su sinceridad (no siempre es Thunder Road) causaban empatía. Juan
Fernando Andrade en su blog, con mucha razón, nos dice que Carlos Fuguet se
está convirtiendo en uno de los personajes más relevante de la literatura de
este siglo. “Carlos es real, existe, y es justamente eso, saber que todavía
anda por ahí, que es de carne y hueso, lo que conmueve y emociona”…
La
cámara enfoca al vasto desierto. El sol incandescente no deja ver nada y el
polvo baila de izquierda a derecha. Sabato decía que para nosotros es más real
un dolor de cabeza que un millón de africanos siendo asesinados. Tantos
personajes anónimos. Un presidente fue derrocado y seguimos nuestras vidas al
igual que ayer. El seguir queriendo leer hasta los papeles que encuentro en el
piso volvió (frase plagiada a Roberto Bolaño). Muchas cosas no cambian.
era como
el paraíso
así
lo veo a la distancia al menos,
como
que me expulsaron del lugar
donde
estaba cómodo,
de
donde era,
donde
entendía todos los códigos,
donde
era uno más,
pero
esto te lo cuento ahora,
ahora
que ha pasado tanto tiempo,
que
me han pasado tantas cosas,
si
me hubieras preguntado en 1964
si
pensaba que vivía en el paraíso,
no
sé que hubiera dicho
tampoco
hubiera dicho en el infierno,
para
nada,
tenía
diecisiete, dieciocho años,
era
un pendejo…
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