A Ecuador, el día martes (cada seis meses), llegó la “mala hora”. Al ritmo de la aberración de Hey Jude, don't make it bad/. Take a sad song and make it better/. Remember to let her into your heart/. Then you can start to make it better… (debería existir una campaña para apagar el televisor cada vez que aparece esta versión politiquera, así como lo debieron haber hecho los fanáticos de Diego Torres cuando Nebot y compañía plagiaron una de sus canciones o cuando Abdalá utilizaba a Los Iracundos) en un comercial que se transmite por radio y televisión, de casi dos minutos, empezó la campaña electoral para todas la dignidades. Y las estrategias para ganar los votos serán las mismas: Camisetas, calendarios, gorras, fundas de víveres con la foto del candidato de turno, caminatas, marchas, caravanas motorizadas; y tal vez los más originales regalando reglas, abanicos para el calor (en Cuenca estamos casi a 30 grados) o cuadernos, que con un voto obligatorio y universal serán estímulos para rayar el espacio con la cara de la señorita, señora o señor que más ha dado.
En Ecuador “la mala hora” se sentirá cuando empiecen los discursos de insultos con propuestas de los opositores de acabar con el gobierno actual y la propuesta del gobierno actual (con insultos incluidos, faltaba más) actual de no volver al pasado (entiéndase como larga noche neoliberal). Discursos que aunque no han empezado es casi seguro que sean así porque después de haber leído un par de los planes de gobierno en sus páginas de internet, de esos que por abarcar tanto no dicen nada, es lo más previsible. Y en caso de debate, así este sea con panelista extranjero, se debatirá quién es más hombres según la estatura.
Y la “mala hora” continuará esparciéndose para todas las dignidades, con el alcalde de Guayaquil llamando payasos a sus opositores que se encuentran en una carpa; además de congresistas (asambleístas), concejales, prefectos (Fiscal Vanegas es un digno caso a analizar) y otros. Las encuestadoras también se contagiarán de la “mala hora” al venderse al mejor postor e incluso los medios con sus analistas que basarán los resultados en torno al poder que ha ganado cada partido y no sobre el beneficio que recibirían los ciudadanos no están exentos de la “mala hora”. Como decía Juan José Millas, los resultados en realidad deberían calificarse sobre lo que los ciudadanos individualmente y en conjunto ganan de por ejemplo: ¿Qué las iglesias decidan, así sean no creyentes, cuestiones referentes al aborto o la eutanasia?; ¿De privatizar nuestros recursos naturales?; ¿De firmar acuerdos de libre comercio en supuesta igualdad de condiciones?; ¿De estatizar la banca?; ¿De contaminar ríos por actividades mineras sin regulación?; ¿De meternos en una lucha declarada contra las FARC?; ¿De quitar subsidios?; entre otras.
The answer my friend is blowind in the wind... quisiera que fuera lo dicho por alguien con la misma credibilidad de Bob Dylan para acabar con la “mala hora”. Pero eso no va a ser así.
pues sí , raúl, de acuerdo con millás en que toca dejar de ser tonto útil del candidato de turno. me inquieta, sin embargo, eso de "¿cuánto gano yo?" como factor decidor. creo que una concepción de democracia deliberativa es más democracia que una de egoísmos agregados. y creo que jj no estaría en desacuerdo...
ResponderEliminary gracias por el video de blowin' in the wind. good mem'ries, indeed.
Azul: Gracias por pasar por aqui. Si hablamos de Millas, él no es ningun Vargas Llosa o Gomez Lecaro (si lo pasamos a ejemplo ecuatoriano) donde a partir del discurso de totales libertades individuales el mundo va a alcanzar un equilibrio con supuesta igualdad de condiciones o "meritocracia". Lo del "yo" queda para cuestiones meramente individuales que por su homosexualidad ha sido discriminado por la iglesia.
ResponderEliminarSaludos... Y Dylan siempre está para cualquier ocasión.