Nunca he sido fanático de los programas de cocina, aunque a lo de chef puertas adentro si me animo regularmente, disfrutando el cortar vegetales, adobar filetes y preparar salsas imaginando en cada acción todo el universo (lluvias, sequias, familias cosechando, selección de los ingredientes, etc., etc., etc.,) que tuvo que pasar para que aquel tomate en mis manos esté tan rojo y este bloggero adivine el sabor exacto que tendrá al mezclarlo con especias y acompañado con una generosa porción de lomo cocido 3/4.
De lo que si he sido fanático y siempre quise encontrar es un trabajo que me permita viajar y quedarme ahí un tiempo, viendo y compartiendo con gente sencilla que hace cosas grandiosas o gente grandiosa que hace cosas sencillas. Tres opciones creí tener desde que era un púber: Como rock star demoledor de hoteles no hubiera durando una semana y como magnate petrolero estoy a una fortuna de distancia; la otra opción y una verdadera pasión es la fotografía. Contemplo nubes y saco fotos mentales, cualquier escenario urbano o rural lo imagino a blanco y negro, y trato de no desaprovechar rincones desconocidos para retratarlos. Claro que en esto de la fotografía aún estoy en la zona amateur, razón para que nadie me haya ofrecido algún cachuelo; pero por suerte surgió una cuarta opción trabajando en proyectos de desarrollo donde tuve la chance de conocer y convivir en lugares tan irreales a lo cotidiano, lástima que en esta época de crisis los programas de cooperación y desarrollo estén escaseando; pero volviendo a lo que importa, sin pensar por un rato en volverme un oficinista encarcelado en un edificio funcional con ascensores Mitsubishi, de este post que es el no ser fanático de programas de cocina y la pasión viajera, existe un programa de televisión que mezcla ambas cosas y te llena de envidia y de ganas de volver a intentarlo después de echarle un ojo.
Anthony Bourdain es un chef neoyorkino que durante varios años, trabajando entre doce y catorce horas al día, pasó metido en un único mundo, su cocina, elaborando platos en restaurantes exclusivos de la ciudad. Y así como todo lo bueno de la vida llega en forma de casualidad (aunque Sabato nos explica que en realidad todos estos hechos son productos de fuerzas ocultas que trabajan para nosotros), mientras Anthony viajaba por varios países escribiendo un libro, un par de tipos se les acercaron preguntándole si quería hacer algo de televisión. Hasta ahora con No reservations ha recorrido más de treinta países y como un antiguo explorador del estilo de Marco Polo, Colón, Magallanes, Tony Bourdain (claro que este fanático de Pink Floyd) con su comentarios hilarantes y su ácida personalidad nos describe los sabores de una región, y a través de la comida podemos conocer un granito de todas las costumbres y tradiciones de los lugares que visita (viajando pero sin hacer turismo). O una mejor descripción dicha por el propio Bourdain: “Hacer No Reservations es como viajar con una banda de rock and roll. Trabajo con un equipo pequeño de camarógrafos y productores –todos amigos, todos muy creativos– y nos divertimos mucho recorriendo el mundo. Una noche estamos durmiendo en una casa común en las selvas de Borneo, o navegando a vela en Sicilia, la próxima semana sudándola en un hotel de mala muerte en Samarcanda, pasando violentamente del confort a lo extremadamente rústico y viceversa. Es una vida salvaje, impredecible y humilde, en la que cualquier cosa puede suceder, y sucede. Ver el mundo como lo hacemos nosotros tiende a cambiar tu visión de las cosas y siempre todos hemos sido transformados por nuestros viajes, y creo que también hemos sido unidos por ellos.”
A Tony uno lo siente como un pana al cual además de contarle, sin la jerga de un chef, como le supieron unos platos palestinos que probé en Sevilla o un Gazpacho con berenjena cubierto de miel en Córdoba; también puedes hablarle de Yates, Hemingway, cuando es bueno tomarse una buena Guinness. Él te dira que siempre es un buen momento para tomarse una Guinness, o hablar de algo de cine. Y aunque lo mejor de la comida no es hablar de ella sino saborearla, Bourdain también escribe. Por ahora no tengo ninguno de sus libros, ojalá que las mediocres librerías del país algún día los traigan, pero en su blog encontré varias joyitas.
I suspect that our President elect would have serious reservations about the cocktail that bears his name at Mo's Crab & Pasta joint in Baltimore. It's a scary blue, sickly sweet coconut tasting concoction with a lethal kick. And yet—and yet; here we were; me, a group of white construction workers, our Iranian-American hosts and Felicia "Snoop" Pearson, a diminutive young black woman who after six years in Jessup for Murder Two, emerged to find herself playing what Steven King called "the most terrifying female villain in the history of television"—a character not too far from her former self. We were drinking our "Obamas" and laughing our asses off—at what, I don't even remember. It was one of those chance mash-ups of very different backstories: me and my crew, Felicia and hers, some pipefitters on lunch break at the next table, a shared silly moment that could only happen in America….
There's a marvelous scene in "Lawrence of Arabia" where Peter O'Toole, playing T.E. Lawrence, looks out at the vast, empty desert and says something like, " I like the desert. It's ... clean." And I've always admired that particular breed of slightly potty Englishmen -- the Arabists, cartographers, explorers, spies, scholars and mischief-makers--who fell in love with the 360 degree vistas of sand and sky they found in the Middle East. I saw that same love up close in the face of our Bedouin guide, who spends, he said, most of his time out there, roaring around in 4x4 vehicles with his buddies, sleeping under the stars, answerable to no one...
PD: Gracias al programa, planeo un viaje a Indonesia algún día y también visitar una extravagante tienda de rosquillas en Portland, Oregón entre chefs tatuados y lo poco que queda de la cultura grundge.
Algunas veces lo he visto de pasada.
ResponderEliminarUna vez pesqué un programa en el que estaba justo por argentina, y se negaba rotundamente a probar las empanadas en los restoranes porteños porque no quería caer en el lugar común. Pero como fue lo único que encontró que fuera rápido y tradicional (los McDonald's están fuera del programa, por suerte), terminó accediendo a pedir empanadas en un bar histórico, muy antiguo y quedó sorprendido.
Laura:
ResponderEliminarQue bueno tenerte por acá, del programa de Argentina me dijeron que estuvo muy flujo (a excepción de los Pericos) porque no invitaron a nadie con referencias grastrónomicas, además de que solo se concentraron en la Patagonia y en Buenos Aires.
Buscando en internet encontré algo por acá: http://www.blogdeviajes.com.ar/articulos/anthony-bourdain-en-argentina
Cuando estuvo por Perú me contaron que ese si estuvo buenisimo, saludos y echale unas letras a tu blog