Una de las escenas más memorables del “cine ecuatoriano” (llamémoslo así a falta de otro término) debe ser, en la mejor película ecuatoriana que se ha rodado: “Ratas, ratones y rateros”, cuando Ángel, protagonista principal, le da de comer a su decrépita y moribunda abuela. Para el nativo o extranjero que ha pasado largo tiempo en Ecuador, encontrará en estas imágenes del film la metáfora de que son los ladrones, pillos, pipones y esclavos de la corrupción (inclúyase aquí: los malos Políticos, burócratas, empresarios y el resto de seres que componen esta despreciable especie de todas las etnias, razas, ideologías y género) los que le dan diariamente de comer a esta decrépita y moribunda patria.
Y estos tragi - comunes hechos no tienen únicamente ese aire abstracto, lejano e inalcanzable que poseen los que brumosamente detectamos en el Ministerio de Deportes, la Corte de Justicia o las compañías que fumigan plantaciones aledañas a las comunidades con Mancozeb y también las que se dedican a talar los bosques de Esmeraldas (entre un millar de otras), sino que estas actividades también tienen expresiones terrenales que el ciudadano común práctica y sufre. A todo trabajador, en el país, mensualmente se le descuenta el 9.35 por ciento de su salario (sin olvidar el 11.15 por ciento que paga el empleador) por concepto de seguridad social, ¿y cuál es el servicio que recibimos? (mencionando algunos tenemos el mal trato en las instalaciones por parte del personal, la casi nula atención que se da y unas magras pensiones); cuando nos dirigimos a un cajero de cualquier banco en una aleatoria ciudad, los costos de sacar nuestro dinero son estrepitosos, mientras que en otros países los clientes no permiten que se haga esto y si los bancos insisten en llevarlo a cabo las personas se dirigen a retirar el dinero de sus cuentas; vigilantes corruptos y organizados con tarifas de coimas para la ocasión; entre múltiples cotidianeidades que en algunos casos pueden estar tan arraigadas a una cultura y ser tan comunes como las guaguas de pan en noviembre o los stickers de camiones: No se pegue que no es bolero que aparecen en otra excelente película ecuatoriana: “Que tan lejos”.
Y así como los alcohólicos anónimos con su un día a la vez, todos deberíamos tratar de denunciar, condenar y erradicar estas prácticas que son los cimientos para corruptas atrocidades de esfera alta. La solución: Tal vez sea un romántico o un Quijote pero creo que está en fomentar la democracia, moldear ciudadanía y unirse como colectivo, exigiendo lo correcto y sin dejarse amenazar por élites de toda clase de poder, y no escoger la vía de escapar (migrar), y ya que estábamos hablando de Cortázar, no hacer como sus incestuosos personajes de cuento: Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.
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