Julian Beever (artista británico callejero), los días miércoles en Film & Arts, presenta un reality show llamado Arte urbano, en el que viaja por distintas ciudades alrededor del mundo para conocer a los mejores artistas (y sus técnicas) callejeros de las localidades visitadas, además de realizar una obra con tiza en tres días que represente, a su parecer, la idiosincrasia del lugar. En noviembre podremos verlo por New York, San Francisco, París y Ciudad de México.
Durante el periodo desde que se terminó de redactar la nueva Constitución hasta el referéndum de aprobación, uno de los gratos sabores que dejó la oposición y algunos activistas que apoyaban el Sí, fue la muestra de imaginación a la hora de hacer campaña. Olvidando a las personas que paseaban un borrego por las aceras o la viudas que se vestían de negro, el haberle vendado los ojos a varias estatuas alrededor de Quito o el pegar afiches parecidos a los de clausura que coloca el SRI a los locales que no cumplen con las disposiciones, pero estos irreverentes con contenidos alusivos a la propiedad privada, simplemente fueron ideas geniales.
En Guayaquil, aparentemente la imaginación únicamente se desata en el salón octubre y en el salón de julio (además de los eventos políticos), con algunas obras que te puede volar la mente. Galerías de arte como DPM (se recomienda el blog de Rodolfo Kronfle: http://riorevuelto.blogspot.com/) también mantienen notables exposiciones.
Sin embargo, el arte en Guayaquil, pareciera necesitar una fuerte dosis de comunismo para que esta salga a las calles y esté dispuesta a expresarse y revelarse ante todo el mundo y no permanecer en remotas islas con pocos visitantes.
En una ciudad donde cansa la monotonía y rigidez de la arquitectura, no vendría nada mal darle algo de vida, y no hay que referirse únicamente a los grafitis, que en la mayoría son asociados con pandillas o "lacras sociales", aunque varias de las más sabias frases que he escuchado o leído están retratadas en paredes alrededor del globo, como las famosas del mayo del 68: “Prohibido prohibir” o “Debajo de los adoquines, la playa”.
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